Nuria Oliver, la investigadora que lucha con la inteligencia artificial contra el Covid-19
Nuria Oliver (Alicante, 1970), una de las grandes expertas mundiales en inteligencia artificial (IA), lleva semanas trabajando en la lucha contra el Covid-19 como alta comisionada de la Generalitat Valenciana para la IA. Entre sus funciones, realizar una macroencuesta, una de las mayores del mundo, para recopilar datos que ayuden a evaluar las medidas contra la pandemia. ¿Cómo nos estamos infectando, pese a las medidas de contención? ¿Qué impacto económico tiene esta situación? ¿Cómo nos sentimos tras semanas confinados? ¿Quiénes pueden aislarse si son diagnosticados?
Doctora por el Media Lab del Massachusetts Institute of Technology, Oliver es además científica principal de datos en Data-Pop Alliance, asesora científica principal en el Instituto Vodafone y cofundadora de ELLIS (European Laboratory of Learning and Intelligent Systems). Artífice de más de 40 patentes, asesora del Gobierno y de la Comisión Europea, es una de las 11 personas más influyentes en Inteligencia Artificial en el mundo según Pioneering Minds (2017). ¿Su objetivo? Que el uso de la revolución de los datos, el big data, revierta en el bien social.
Mujerhoy ¿Por qué se creó este macrocuestionario?
Nuria Oliver Es una de las tres líneas de trabajo de un grupo de investigación formado por 25 expertos voluntarios, que trabaja para la Generalitat Valenciana. Los datos y la IA pueden contestar preguntas importantes. Lanzamos el cuestionario para arrojar luz sobre el comportamiento de la ciudadanía, la prevalencia de la sintomatología, el impacto que puede tener el confinamiento… Es una de las más grandes del mundo, con más de 180.000 respuestas, y una herramienta muy útil para guiar y priorizar decisiones.
M.H. ¿Cuáles son los datos más sorprendentes que han obtenido?
N. Oliver Lo más impactante ha sido la participación: las primeras 48 horas conseguimos más de 140.000 respuestas. Ya estamos en la cuarta oleada. En la primera, cuando preguntamos cuánto tiempo más aguantaríamos confinados, el 44% contestó que un mes más, y así se ha mantenido. Hay que poner en valor esta solidaridad.
M.H. ¿Y de cara a las etapas siguientes de la crisis?
N. Oliver Tenemos resultados interesantes para el posconfinamiento. Por ejemplo, un cuarto de los encuestados no puede aislarse en sus hogares; así que si necesitamos aislar a los positivos, habrá que adoptar medidas. Y de las personas que han dado positivo, más de un 70% dice que ha tenido contacto estrecho con alguien positivo. La fuente probable de infección parece conocida para la mayoría.
M.H. ¿Cree que, como ha pasado en ciertos países asiáticos, las app móviles pueden ser útiles para geolocalizar a los contagiados?
N. Oliver Estas soluciones plantean retos. Solo funcionan si un porcentaje muy elevado de la población (60-70%) las tiene instaladas, pero puede haber factores demográficos o socioeconómicos que lo dificulten. Además, habría que hacer análisis de ciberseguridad muy estrictos. Y hay una dimensión de derechos fundamentales: ¿qué garantías hay de que no se van a utilizar para otros fines? Mi marido y yo hemos hecho una propuesta low tech: cada persona positiva recibiría un cupón con un código para compartir con seis personas que cree que ha podido infectar.
Quien tiene acceso a los datos y la capacidad de hacer algo con ellos, tiene el poder. Y ahora mismo muy pocos lo tienen”.
M.H. ¿Cuál cree que será el papel de la inteligencia artificial en otras futuras posibles pandemias?
N. Oliver Ayudar en la parte farmacológica, en el diseño de vacunas y tratamientos eficaces. También en la parte médica, para el diagnóstico de enfermos, a la hora de interpretar radiografías o para hacer predicciones sobre resultados. Y como apoyo en la toma de decisiones públicas, gracias al análisis de datos.
M.H. ¿Podemos decir que, en inteligencia artificial, el futuro ya está aquí?
N. Oliver Deberíamos preguntarnos dónde no está: la empleamos en los smartphones o en Google; si recibimos recomendaciones de música, libros o noticias; los asistentes personales nos escuchan, entienden y ayudan por ella… Pero está también en diagnósticos médicos, en procesos de selección, en la concesión de créditos… En los últimos años se ha acelerado su uso y más de 30 países ya han elaborado sus estrategias nacionales de inteligencia artificial. Es una de las disciplinas estratégicas para ser más competitivos y abordar retos como la emergencia climática o el envejecimiento de la población.
M.H. ¿Pero cuáles son sus peligros?
N. Oliver Por ejemplo, genera situaciones de asimetría. Quien tiene acceso a los datos y la capacidad de hacer algo con ellos, tiene el poder. Y ahora mismo muy pocos lo tienen. Por eso es necesario equilibrar la balanza, para asegurarnos de que el desarrollo sea inclusivo. Además, permite generar contenido (audio, vídeo o imágenes) que no es veraz, pero es indistinguible del veraz, es lo que conocemos como deepfakes. Y los sistemas no son invulnerables y pueden ser hackeados y engañados.
M.H. Usted participa en la iniciativa Ellis, que pretende acortar distancias con EE.UU. y China en el ámbito tecnológico. ¿Europa y España van en la dirección correcta?
N. Oliver La investigación es una inversión necesaria para garantizar el futuro. Países como China se han dado cuenta de que quien domine la inteligencia artificial, dominará el mundo y han decidido invertir de manera ambiciosa. EE.UU. ha sido hasta ahora el líder indiscutible y ahora hay una pugna entre ambos países. Europa está intentando reducir la brecha de financiación, pero preservando sus valores: la no discriminación, la inclusión, la transparencia, los derechos humanos, la salvaguarda de la privacidad…
M.H. Usted es una firme defensora del progreso tecnológico para mejorar la calidad de vida.
N. Oliver Efectivamente. No todo desarrollo tecnológico es progreso y deberíamos aspirar al progreso, que para mí supone mejorar la calidad de vida de todas las personas, de otros seres vivos y del planeta en sí mismo. Como sociedad deberíamos determinar qué desarrollo tecnológico queremos para conseguirlo. Me preocupa que no exista suficiente debate sobre este asunto, en parte porque hay un gran desconocimiento. Y eso es muy peligroso, porque quien tiene el conocimiento, tiene mucho poder.
M.H. Su trabajo también lo dedica al uso de los datos por el bien social.
N. Oliver Estas cantidades ingentes de datos que llamamos big data son muy valiosas para ayudarnos a tomar decisiones más justas. Las decisiones humanas no son perfectas: somos susceptibles a la corrupción, a los conflictos de interés… Así, podríamos superar esas limitaciones. Es una gran oportunidad en el desarrollo económico, la salud pública, el transporte, la educación…
M.H. ¿Se puede introducir la ética en un algoritmo? ¿Cómo?
N. Oliver Primero hay que definir cuáles son las dimensiones éticas. Conceptos como la justicia, la atribución de la responsabilidad, la veracidad, la diversidad o la fiabilidad, tienen una traducción matemática, formulaciones que se incorporan en los algoritmos. Es un área muy activa de investigación y a la que se dedicará la unidad ELLIS que estoy creando en Alicante.
M.H. ¿Cuál es nuestra responsabilidad como usuarios?
N. Oliver La responsabilidad de cada ciudadano de aprender es muy grande. Vivimos en un discurso fatalista en el que se transmite que el desarrollo tecnológico es inevitable y está siendo diseñado por un oligopolio de empresas americanas o chinas. Estoy totalmente en desacuerdo. Como sociedad, deberíamos movilizarnos y decidir qué desarrollo queremos. Por eso es tan importante la educación.
M.H. Su hijo de 16 años no ha tenido móvil hasta hace poco. Usted dice que los nativos digitales no existen y que se debe aspirar a crear eruditos digitales, ¿qué supone eso?
N. Oliver Es importante diferenciar entre usar la tecnología y entender cómo funciona. Me preocupa que confundamos no poder vivir sin el móvil con saber programarlo. Tenemos que conseguir que las nuevas generaciones entiendan cómo funciona la tecnología para que la usen como herramienta para resolver problemas. El conocimiento sobre pensamiento computacional es tan importante en el siglo XXI como saber leer o las matemáticas. Y no reciben esa formación.
M.H. Usted es la cuarta mujer en la Real Academia de Ingeniería. ¿Por qué hay menos mujeres que se decidan por las carreras técnicas?
N. Oliver Todas las predicciones de la Cuarta Revolución Industrial anticipan cientos de miles de empleos que no vamos a cubrir porque no hay suficiente gente formada. Entonces ¿por qué hay solo un 11% de chicas en las facultades de informática? En los años 80 había hasta un 40%. Los estereotipos de género, la falta de referentes y la percepción de que las ingenierías son muy difíciles contribuyen a que muchas adolescentes se autocensuren y consideren que no son suficientemente buenas.
M.H. Usted trabaja desde casa. ¿Va a ser el teletrabajo la tendencia natural tras la crisis del coronavirus?
N. Oliver Colaboro con equipos de todo el mundo, necesito tranquilidad y no hay mejor entorno. Me sorprende que en España aún no lo hayamos conseguido, tenemos que ir a una cultura de resultados.
**Maquillaje y peluquería: Laura Bernal (NS Management) para L´Oreal Professional. Agradecimientos: Hotel Puerta America Madrid (https://www.hotelpuertamerica.com).
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