La otra muerte (también a los 27 años) que hizo saltar en mil pedazos el corazón de Ana Obregón
‘Fernando, mi paseo por el amor y la muerte’. Ese es el título del capítulo 17 de ‘Así soy yo’, la biografía que Ana Obregón (sus primera palabras tras la muerte de Álex) sacó al mercado en 2012. 34 páginas en las que la actriz desgranaba cómo fue esa historia de amor que, aseguraba, sentía haber traicionado al plasmar en ese libro, pero ante lo que le quedaba el consuelo de que, así, quedaría «eternamente escrita y que no quedará solamente en nuestros corazones».
Un corazón que se partió en «miles de trozos que se dispersaron por la alfombra de mi cuarto» ese 3 de diciembre de 1989 cuando recibió esa llamada de Mabel, cuñada de Fernando Martín, pionero español en la NBA y el hombre al que más ha querido en su vida sentimental, en la que se le informaba que había sufrido un accidente. Cuando llegó al hospital, no pudo entrar: había muerto. Un hecho al que se añadía una dosis extra de drama porque lo había hecho después de una discusión que ella estaba dispuesta a arreglar «mirándole a los ojos y pidiéndole perdón«.
No hubo tiempo. Un accidente se lo llevó por delante y, con él, una carta que Fernando había escrito para ella y que nunca llegó a sus manos. Ana recuerda en ese libro que «hay solamente dos momentos de mi vida que puedo recordar sin necesidad de hacer un esfuerzo por la infinidad de veces que se han repetido en mi memoria y en mi corazón. Uno de ellos fue el nacimiento de mi hijo, el más feliz. El otro aquel maldito 3 de diciembre».
Ahora, además, la casualidad más desgarradora ha querido que su hijo, Álex Lequio, haya muerto a la misma edad que nos dejó la estrella del baloncesto: ambos tenían 27 años. Un número que se va a grabar en el corazón de Obregón, que 30 años después de aquella mala jugada del destino, ha perdido lo más importante que tenúa en la vida, su único hijo.
Después de aquello, por la vida de Ana han pasado tres hombres con los que ha protagonizado los episodios más mediáticos de su biografía, Alessandro Lequio, Davor Suker y Darek. Ninguno fue como aquel amor de juventud. «Han pasado 20 años y aún se me nubla la vista por las lágrimas que no me dejan escribir», plasmaba en aquel libro cuando salió al mercado.
Algún día, puede que se le nublen al recordar el final de Álex que le unió de una manera mágica con aquella otra figura masculina. Pero para eso, tienen que pasar muchos años. Porque las heridas que provoca perder a un hijo, más con esta juventud, tardarán mucho más en desdibujarse.
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