La familia real en la intimidad: la ‘lucha’ de Letizia y sus hijas (menos tablet y más libros), Sofía ‘cocinillas’, y peli antes de dormir
Desde el 13 al 26 de marzo los reyes no salieron ni una vez del palacio, y desde entonces solo lo han hecho en diez ocasiones muy medidas -cinco solo el rey, una sola la reina-. Sus hijas no lo han hecho ni una sola vez, aunque el Día del Libro, el 23 de abril, vimos a ambas, virtualmente, en el debut de la infanta Sofía acompañada por la princesa Leonor leyendo un pasaje de El Quijote.
Probablemente nunca habían pasado tanto tiempo juntos, como la mayoría de las familias de nuestro país. Su vida cotidiana es también bastante parecida a la de cualquiera en estos tiempos de confinamiento. El País Semanal retrata este domingo cómo viven los cuatro su cuarentena -con sus propios sobresaltos y el inusual discurso que pronunció el rey al comienzo de la crisis sanitaria-.
En su casa ubicada en el recinto de La Zarzuela, el lugar más privado y reservado para la intimidad, la familia se levanta a las 7.30 y come después de las dos de la tarde. Cada uno, se dedica a la tarea que tiene encomendada: los reyes con sus reuniones diarias desde las 9 de la mañana desde el edificio Magnolias con un personal reducidísimo -un tercio está en La Zarzuela y el resto teletrabaja- y a través de videoconferencia; las niñas, con los estudios. Cada día desde que el 11 de marzo les suspendieran las clases en su colegio Santa María de los Rosales, se conectan desde temprano con sus profesores y compañeros para seguir las materias. No tienen ayuda escolar extra pero sus padres, describe el reportaje, echa una mano a sus hijas con las actividades de inglés, el comentario de texto que corresponda o la presentación para la asignatura de Historia. Doña Letizia se preocupa, además, de que no pasen todo el día enganchadas a la tablet, de que lean libros, también de que compartan el entretenimiento más extendido entre los españoles en el confinamiento: cocinar. Sofía es la más cocinillas de las dos, continúa el reportaje. Y más o menos de este modo continúa su cotidianidad. Hablan mucho y se van a dormir pronto después de ver una película, si no hay nada más urgente que lo impida. Cada noche le toca a uno de los cuatro elegir qué ver y ahí se producen las mayores ‘discusiones’ familiares. A una de las hijas le apetecen más las sagas fantásticas del estilo de Marvel o Star Wars mientras la otra prefiere dramas y también a veces ciencia ficción. El rey Felipe apuesta por películas de acción y thrillers, y doña Letizia pone el toque más intelectual con sus propuestas.
Una fuente próxima cuenta que el aislamiento les ha unido y que ahora están “más juntos que nunca” con esa sensación de “ser un equipo, de tirar para adelante” aunque con la preocupación lógica de la pandemia que ha paralizado el país con lo que al Jefe del Estado y a su familia algo así le afecta. Si en nuestras casas la conversación del coronavirus es una constante, en palacio aún más. Los reyes, sin embargo, han logrado por el momento esquivar el virus. Se temió que no hubiera sido así tras el último encuentro de la reina con Irene Montero el 6 de marzo en el que Letizia y la ministra de Igualdad se despidieron dándose un beso. Los reyes apuraron casi al límite para el confinamiento, incluso estuvieron en París (ya sin besos) el 11 de marzo, pero el positivo de Montero -el 12 de marzo- y las circunstancias posteriores cambiaron la situación. Los médicos recomendaron a Letizia que hiciera las debidas dos semanas de cuarentena y ella cumplió estricta en palacio sin aislarse pero sin relacionarse con nadie de fuera. Hasta el día 26.Ese día fue el primero que el Rey salió de Zarzuela para visitar por sorpresa el hospital de campaña de Ifema. El 27 de abril salió por primera vez la reina para conocer, junto a don Felipe, el trabajo de la agencia de Seguridad y Emergencia de Madrid 112. El 11 de mayo fue voluntaria con Cruz Roja, y este mismo jueves han madrugado bastante más de lo habitual para ira a Mercamadrid donde les recibieron, a las 5.50 de la mañana, la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y el equipo del complejo de distribución y comercialización de alimentos frescos más importante de España. Están preparados para esta nueva normalidad en la que continuarán, continuaremos, los próximos meses.
Esta crisis sanitaria la ha vivido la familia real con otra propia. El mismo día que el Gobierno clausuró España, el 14 de marzo, The Telegraph publicó que el rey Felipe era beneficiario (y la princesa Leonor) de las fundaciones presuntamente creadas por su padre, don Juan Carlos, con una donación millonaria, al parecer, del rey de Arabia Saudí. Un día tardó la Casa Real en contestar y fue bastante contundente: don Felipe renunciaba a su herencia (en su nombre y en el de su hija), retiraba la asignación oficial al rey emérito y se desvinculaba de toda actividad relacionada con su padre envuelto, por otra parte, en sus propios escándalos financieros con Corinna zu Sayn-Wittgenstein.
Con Urdangarin en prisión, la infanta Cristina desaparecida, la infanta Elena es a quien más hemos visto en esta crisis del coronavirus aunque con un papel bastante alejado del de representar a la Corona. Se supone que el rey emérito también está en La Zarzuela, como la reina Sofía y su hermana, la princesa Irene. El texto apunta que si siempre se respetan las distancias en palacio (“y los dictados de las autoridades), ahora más que nunca, lo que “quiere decir que abuelos, primos y demás familia, cada uno en su casa”.
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