Letizia, Meghan, Victoria, Kate… Qué tienen estos tacones de Manolo Blahnik para que todas los lleven
Al diseñador Manolo Blahnik siempre le han gustado los tacones, sobre todo los muy, muy finos. Por ello, cuando en 2009 los zapatos del momento eran grandes, toscos y excesivos (ahí comenzaba la tendencia del feísmo que se ha asentado en la moda), él decidió crear un salón clásico, sencillo, pulcro, elegante. La antítesis de lo que se llevaba en ese momento. Entonces decidió lanzar unos stilettos a los que bautizó BB, en homenaje a una de sus musas de todos los tiempos, la actriz francesa Brigitte Bardot. Una mujer y un estilo que le recordaban a la elegancia de mediados del siglo XX. Y contra toda tendencia, en el momento en el que los BB se pusieron a la venta, se convirtieron en un éxito que lleva ya más de una década funcionando. “La belleza de los BB está en que se pueden llevar en cualquier momento, a cualquier lugar, en cualquier color y en cualquier material. ¡Son tan versátiles!”, dijo él mismo en una ocasión.
Los números respaldan la intuición de Blahnik por un zapato clásico y elegante. Se han vendido más de 5.000 unidades del BB en su tienda online (el color negro es el más popular), y más de 4.000 en las boutiques de Londres, desde que se lanzó el modelo en 2009. Cada par requiere 24 horas de trabajo y las manos de 14 artesanos para confeccionarlo de principio a fin. Existe en más de 300 colores y 30 texturas, está disponible en 21 tallas y seis alturas de tacón: planos, 50mm, 70mm, 90mm, 105mm y 115mm. Una temporada tras otra, los BB son objeto de devoción de actrices, artistas, realeza y líderes mundiales. Considerado “la camiseta blanca” de la mujer moderna (por su carácter universal, sencillo, básico y funcional) este es el zapato que ha puesto de acuerdo en numerosas ocasiones a Meghan Markle, Kate Middleton, la reina Letizia, Victoria Beckham o Katie Holmes.
PVP: 575€.
De Canarias al mundo
Su nombre se ha convertido en sinónimo de lujo pero pero Manolo Blahnik es diseñador de zapatos por accidente. Estaba estudiando arte y escenografía en París cuando, en 1969, su amiga Paloma Picasso le presentó a la entonces directora del Met Costume Institute, Diana Vreeland. Al ver los bocetos de Manolo para El sueño de una noche de verano, Vreeland se concentró en una sandalia como de reina griega Hipólita de tacón alto decorada con hiedra y cerezas, y le dijo: "¡Joven, mantente en esos extremos y haz zapatos!".
Nacido en las Islas Canarias de madre española y padre checo, Manolo creció en el entorno exuberante y aislado de una plantación de plátanos propiedad de su familia materna. Recuerda haber tenido una fijación temprana con los pies, específicamente los de las lagartijas que corrían por los jardines de su hogar. Siendo un niño, Blahnik transformaba los envoltorios de aluminio de sus chocolatinas en zapatos para estos reptiles. No fue hasta su conversación con Diana Vreeland, muchos años después, cuando volvió a pensar en crear zapatos.
Blahnik estudió por su cuenta las técnicas de fabricación de calzado visitando las mejores fábricas italianas de zapatos y hablando con sus artesanos. Se estableció en Londres en 1969 y solo un año después abrió su primera boutique en Old Church Street, en Chelsea. En 1971 desarrolló su primer zapato para un desfile del diseñador de moda británico más destacado de la época, Ossie Clark. En aquellos primeros tiempos, Manolo nunca salía de su tienda. Su magnética personalidad creó en torno a él un halo de fascinación entre clientes (y después amigos) como Bianca Jagger, Rupert Everett, David Hockney y Anna Wintour.
Manolo siempre ha sido sofisticado, con un estilo personal que pertenece a otro tiempo. Para él las plataformas y voluminosas cuñas de los años setenta eran groseras y poco elegantes, por lo que comenzó a diseñar elegantes tacones de aguja, persuadiendo a sus clientas para que adoptaran un sentido más refinado de la feminidad.
Disponibles aquí
En 1983 expandió su influencia hasta Nueva York y abrió una tienda en West 54th Street, en Manhattan. Con la ayuda de su amiga Anna Wintour pronto se convirtió en el diseñador de zapatos favorito de las pasarelas, creando colecciones para Izaac Mizrahi, Oscar de la Renta y Calvin Klein, entre otros. En 1990, ganó los premios CFDA y Diseñador de Accesorios del Año del British Fashion Council. Sus zapatos aparecieron en la gran pantalla en la película de Sofia Coppola, María Antonieta, que ganó el Oscar al mejor diseño de vestuario en 2007. Ese mismo año, Su Majestad la Reina Isabel II le presentó a Manolo un Comandante honorario del Imperio Británico (CBE) por su contribución a la moda británica. En una carrera que abarca más de cuatro décadas, Manolo se ha mantenido inagotable y creativo y sin esfuerzo original.
En 2015, publicó Fleeting Gestures and Obsessions, una transcripción de conversaciones con otros iconos como Pedro Almodóvar y Sofia Coppola sobre sus influencias en el arte, el diseño y la literatura, junto con fotos exclusivas de su archivo, que contiene más de 30.000 diseños. En 2017, se estrenó en cines y en Netflix una autobiografía de su vida, titulada Manolo: The Boy Who Made Shoes for Lizards (Manolo: El Chico Que Hacía Zapatos Para Lagartijas), dirigido por Michael Roberts.
Hoy, Manolo Blahnik trabaja al mismo ritmo de siempre. Si no está dibujando diseños en su oficina en Marylebone o en su casa en Bath, se le puede encontrar en las fábricas de Italia, desarrollando muestras a mano, vestido con su característica bata blanca de laboratorio con un pañuelo de seda metido en el bolsillo del pecho, enérgico y meticuloso en todo lo que hace y todo lo que es.
“Bosquejo todos mis pensamientos como una meditación interior con la mano. Nunca uso un ordenador”, contó en una ocasión. De hecho, cada uno de sus zapatos comienza como un boceto a mano alzada con pinceles y tinta de acuarela. Su uso de las formas, la luz y el color convierten estos dibujos en algo muy parecido a una obra de arte. Una vez que ha diseñado una colección completa, Manolo lleva sus dibujos a sus fábricas en Italia para trabajar con los técnicos sobre cómo traducir estos sueños a las tres dimensiones.
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