Tenemos que hablar del cuarto de baño de Demi Moore: el primero que vemos con sofá y moqueta
El cuarto de baño de Demi Moore está haciendo correr ríos de clics, y no es para menos. Nadie podía imaginar que una estrella de Hollywood, una diva de la alfombra roja que suele lucir los looks más sofisticados y acudir a las fiestas más exclusivas, pudiera tener un espacio así en su casa. De hecho, las actrices suelen mostrar casas decoradas cuidadosamente, en las que proyectan su personalidad o cómo les gustarían que las vieran, casi siempre con la idea de lujo, de exquisitez, de impecabilidad… Una estética que no tiene nada que ver con lo que desvela el cuarto de baño de Moore, epítome de los estrafalario, lo raro, lo impensable, y también una extravagancia digna de las verdaderas divas del viejo Hollywood. Seguramente no gustará a la gran mayoría, pero refleja una originalidad, una libertad y un desprecio por la lógica al que necesitamos rendirnos. La naturalidad de su excesos es aplastante.
Las preguntas que suscita este cuarto de baño son inevitables. La mas acuciante tiene que ver con la moqueta marrón, de pelo bastante grueso, que cubre el suelo de todo el espacio. Es un atrevimiento absoluto poner este tipo de recubrimiento en un lugar en el que el agua está corriendo casi constantemente. ¿O acaso hace las veces de alfombrilla gigante (y que jamás puede lavarse)? Además, podemos observar sobre el mueble del lavabo de madera de pino toda una colección de productos de belleza, brochas y otras herramientas, pero sin orden ni concierto. Nada que ver con la estética de farmacia futurista que solemos contemplar en otros cuartos de baño de las famosas.
Gracias a una fotografía de su hija Tallulah, podemos ver perfectamente qué es lo que se ve desde el sofá floreado en el que Demi Moore está trabajando: una bañera redonda alicatada con azulejos blancos. La idea es buena: así quien se baña puede conversar tranquilamente con quien no tenga ganas de entrar en remojo. Eso sí: la decoración de este rincón para el relax es bastante inquietante. Solo podemos explicar la existencia de reproducción escultórica de una Juana de Arco imaginando que tiene un valor sentimental inconmensurable. ¿Y qué podemos decir de una segunda figura femenina, más pequeña, y de esa otra escultura con forma de mano? Nada tiene ni pies ni cabeza. Pero, por otra parte, resulta refrescante comprobar que aún existen famosas que no se toman tan en serio la decoración. Olé por ella.
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