Mitterrand en pijama, Chirac desnudo y Brigitte Macron sin piscina: Fort de Brégançon, la fortaleza medieval donde veranean los presidentes franceses

Llegaron el miércoles 29 de julio, pero la confirmación se retrasó un par de días más. Emmanuel Macron y su esposa Brigitte llevan desde desde la semana pasada en Fort de Brégançon, una fortaleza medieval que ha sido residencia de veraneo de los mandatarios franceses desde tiempos de Charles de Gaulle. No hubo foto oficial y tantar reserva a la hora de informar es algo muy estudiado: hace sólo unas semanas el premier galo explicaba a la prensa que, dada la situación del país a causa de la crisis del coronavirus, no era seguro que ni su gabinete –formado por 43 ministros, el número más alto de la historia del país– ni él mismo tuvieran vacaciones.

Finalmente, las han tenido, pero antes de coger el avión rumbo al castillo ubicado en la región de la Costa Azul, Macron posó con su nuevo Gobierno, remodelado hace ahora tres semanas y por boca de su portavoz, Gabriel Attal, explicó que todo el equipo estaría de guardia para lo que pudiera hacer falta, pero que también los miembros del Gobierno tienen derecho a "la retirada familiar".

Debido a la crisis, las vacaciones serán distintas a las de otros años, pero no faltarán las visitas de otros mandatarios para despachar asuntos comunes. Si el año pasado fue Vladimir Putin quien se acercó a la isla, este año está previsto que llegue Angela Merkel. Lo que no cambia es el escenario: un idílico fuerte a 40 kilómetros de Saint-Tropez que el matrimonio ocupó por primera vez en el verano de 2018 cuando el lugar ya era Monumento Nacional, denominación que le concedió François Hollande en 2014.

Una de las características más llamativas de la isla es que para acceder a ella, hay que pisar suelo extranjero. La anécdota que explica este detalles es histórica y tiene como protagonista a la Gran Duquesa Carlota de Luxemburgo, a quien el general De Gaulle, en agradecimiento por su actitud contra los nazis durante la Segunda Mundial le regaló en 1949 la Torre Sarrazina, una mansión ubicada en Fort de Brégançon que hay que atravesar para llegar a la residencia oficial donde hoy veranean los Macron.

Un pijama y un desnudo

Tal como explica Guillaume Daret en el libro Le Fort de Brégançon. Histoire, secrets et coulisses des vacances presidentielles (El Fuerte de Brégançon: historia, secretos y cotilleos de las vacaciones presidenciales), la mansión es sobria y lo más destacado de sus estancias es una sala encargada por Hollande donde están colgados los retratos de todos los presidentes de la República. La oficina del mandatario está en la primera planta de la torre este, donde, teniendo en cuenta la situación actual, es probable que Macron pase más rato que en la playa.

Las páginas de ese libro son más divertidas que los días de asueto que le esperan al actual premier galo, pues en ellas hay multitud de anécdotas de lo más sabroras: por ejemplo, saber que François Miterrand recibía a las visitas en pijama. Pero sin duda, la más llamativa es la que tiene como protagonita a Jacques Chirac, a quien los fotógrafos captaron desnudo en agosto de 2001. Al parecer, primero lo vieron salir a la terraza en ropa en interior, y poco después salió sin nada más que unos binoculares en las manos con los que observaba el yate del corredor deFórmula 1 Michael Schumaker, que veraneaba en la zona. Siendo un presidente de Gobierno, el acuerdo con los medios para que no se publicaran las fotos se arregló con facilidad. Sólo el semanario satírico Le Canard enchaîné se atrevió con el asunto y publicó una viñeta recogiendo el episodio bajo el título: "¡El rey está desnudo! Pánico en el castillo".

Una casa de verano sin piscina

Las primeras damas francesas también han tenido un papel destacado en la residencia oficial de veraneo. Carla Bruni, por ejemplo, empleó la fortaleza en 2011 para un fin político sin presencia de su marido. Ocurrió durante las celebraciones del 14 de julio, cuando su esposo, Nicholas Sarkozy se tuvo que quedar en París para pasar revista a las tropas y ella aprovechó para inaugurar la temporada de verano invitando a las esposas de diez militares que habían estado sirviendo en la guerra de Libia.

También de Bruni es una frase muy conocida en el castillo: "Si mi marido es reelegido, construiremos una piscina", dijo, pero su sueño de darse un chapuzón en agua dulce frente a la Costa Azul y como primera dama no se hizo realidad. Es un deseo que también ha manifestado Brigitte Macron, que pisó el lugar por primera vez un fin de mayo de 2018, pero los servicios de seguridad la disuadieron: por la ubicación del castillo, construir una piscina al aire libre, dejaría a la familia expuesta a los paparazzi. De momento, los inquilinos disfrutan de unas aguassaladas turquesas, limpias y privadas, pero no de piscina: quizás los Macron tengan en mente el mal rato que pasaron los Chirac no hace niuna década.

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