Llegan los microinyectables: dosis mínimas de rellenos antiarrugas que sí vas a sumar a cremas y sérums en tu rutina de belleza

Las clínicas en la vanguardia de los tratamientos antiedad advierten: la fiebre por la llamada ‘cara de Instagram’, con volumen máximo en pómulos y labios, tiene los días contados. Cada vez se demanda menos ese efecto filtro que ha llevado a los profesionales de la estética a clonar una serie de rasgos clave en infinidad de caras. Aunque sea por pura saturación, la tendencia se mueve hacia el lado contrario: la naturalidad. Lo que las clientas comenzan a pedir no es tanto un cambio radical o una desaparición repentina de todas las arrugas, como un retoque sutil o una marcha atrás aceptable. Unos tratamientos sensatos con bótox o los rellenos más convenientes que, además, salen algo más baratos.

Las clínicas confirman: estamos asistiendo a un cambio en los deseos de la clientela de la estética. Ya no se trata tanto de hacerse un tratamiento de bótox puntual que logre una especie de renovación total del rostro, sino de integrar los rellenos como parte de la rutina de cuidados, como una herramienta de belleza más que funcione a largo plazo. Se trata de refrescar, iluminar, suavizar las arrugas de expresión e ir borrando sutilmente las de la edad, sin radicalismos. La visita a la clínica ya no es, por tanto, excepcional, sino que se plantea un seguimiento a lo largo del tiempo para mínimas intervenciones consecutivas.

El objetivo de estos microinyectables es lograr la mejor versión de una misma y no otra cara: se trata de realzar más que de transformar. Una prioridad es conservar la expresividad y no paralizar músculos, además de lograr ir parando el efecto del tiempo sobre el rostro. cambian, además, las zonas que más interesa retocar: ojeras, patas de gallo, frente, toman la delantera a pómulos y labios. Bastan microdosis de bótox u otros rellenos para lograr correcciones sutiles pero efectivas. Además, al reducirse la cantidad de producto que se inyecta, el precio del tratamiento puede reducirse un 50% o más. Eso sí: olvídate de conseguir un tratamiento ‘que se note’. Esto es otra cosa.

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