¿Por qué se dice que Enrique Ponce y Ana Soria están pasando un verano viejoven y qué quiere decir sobre su relación?

A estas alturas del verano, queda claro que el romance entre Enrique Ponce y Ana Soria ha llegado para quedarse. Esto va en serio, y las decisiones que se van filtrando sobre los próximos pasos de la pareja así lo confirman. Este es, precisamente, uno de los argumentos de los que pretenden darle un vuelco a la narrativa que hasta ahora rodeaba a la pareja. A saber: que viven un amor juvenil que le ha llevado a él a comportarse como un auténtico ‘millennial’ enamorado. Es cierto que les hemos visto con la pandilla de ella, en selfies de grupo, tomando copas en una fiesta en pisito con terraza o en restaurantes de moda. Sin embargo, toda esta presunta integración con la juventud estudiantil podría ser un prolegómeno de una nueva vida de lo más tradicional: la de la mujer que sigue al torero.

Por lo que sabemos, Ana Soria está pensando en aparcar sus estudios de derecho, la vía más accesible de una independencia económica que tiene cualquier mujer hoy por hoy, o en cursarlos en una universidad a distancia. Por supuesto, ha renunciado a su beca Erasmus en Polonia, un paso académico que hubiera puesto su curriculum en el órbita internacional. Su proyecto es ahora mismo boda por lo civil con Enrique Ponce y vida en Madrid (en la casa de él en la exclusiva urbanización de La Finca), cuando no tenga que acompañarle en sus giras taurinas por Latinoamérica. Una vida de lo más tradicional que ya se está revelando en este mismo verano: la pareja está pasando sus vacaciones con la familia de ella y el paseo romántico en barco que estamos viendo por todas partes no es tanto erótico-festivo, como familiar. Típico momento viejoven.

El adjetivo viejoven que ha salido a relucir a la hora de hablar de la relación de Ana Soria y Enrique Ponce alude a una relación que parece rabiosamente joven, pero que en el fondo es más viejuna que el hilo negro. Las vacaciones de una joven de 21 años no suelen pasarse entre una plaza de toros y un barco familiar, qué aburrimiento, sino más bien de fiesta con los amigos. Visto desde este prisma, sería ella la que se está adaptando al ritmo de vida de una persona de casi 50 años y no al revés. De hecho, se ha filtrado que los amigos de Ana Soria encuentran al torero aburridísimo, muy pesado con su manía de cantar y letárgico en su conversación taurina. Además, están hartos de su empalago cuando están en grupo. Tienen razón: una pareja en pleno flechazo erótico suele retirarse de la vida social para vivir a tope su efervescencia sexual. Pero como son viejóvenes, siguen con su esquema vacacional y vital tradicional, aunque se pasen el día pegados frente al mundo. Un amor que no es del siglo XXI, sino de los de toda la vida.

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