Las claves del divorcio de Enrique Ponce y Paloma Cuevas para poner fin burocrático a su historia de amor

Quizás lo más complicado a lo que hayan tenido que hacer frente Enrique Ponce y Paloma Cuevas este verano, desde que hace mes y medio saltara la noticia de su ruptura matrimonial, es la cantidad de informaciones a las que, con dolor, han tenido que asistir. Muchas de ellas, falsas, aunque no hayan salido a desmentir todas y cada una de ellas: cuestión de equilibrio y de salud mental.

Pero sí es cierto que tanto una como otro se han visto obligados a frenar lo que se estaba comentado sobre su divorcio y la cantidades que se habían puesto sobre la mesa sobre el pellizco económico que se llevaría ella. No todo vale. Así que Cuevas, a través de Kike Calleja, y Ponce, usando a Chelo García Cortés, se pronunciaban hace días (en fechas distintas) para que se dejara de especular con ese fin burocrático que, con la llegada de septiembre sí va a llevarse a cabo.

Es la revista ‘Hola’ la que asegura este miércoles que ya lo tienen todo dispuesto para avanzar, con paso firme, a la disolución matrimonial y poder rehacer sus vidas con más libertad, pero, sobre todo, con la tranquilidad que da haber cerrado la etapa anterior. Y no habrá malos rollos ni posturas enconadas que conviertan el proceso en algo tedioso. Se lo deben (a ellos y a quienes les quieren). Ha sido un desgaste de la relación y no merece la pena quedarse con el sabor amargo de la disputa.

La mencionada publicación apunta a que será de mutuo acuerdo y que tan solo han contratado un abogado, que será quien se encargue de defender los intereses de ambas partes y llegar a una solución lo más justa posible tanto para el diestro como para la que ha sido su mujer durante dos décadas y media.

Se desmiente que vayan a pedir la nulidad eclesiástica. No es algo que les preocupe y, a pesar de los rumores, no es algo que hayan puesto sobre la mesa. Sí es cierto que ella seguirá viviendo en Madrid y que él ya se ha alquilado un piso en Almería, con opción de compra, por si su relación con Ana Soria fructifica y tiene que emprender una nueva vida con base central allí.

Y esto es lo que prima en medio de los movimientos en redes sociales (los de él), que han levantado polvareda. Aseguran que el que Enrique borrara todas sus fotos de Instagram con Ana, tan solo atiende a allanar ese proceso de divorcio, pero, por encima de nada, a intentar que nadie de su entorno sufra. Que una de las personas que tienen en común, en edad preadolescente, no se encuentre con el barullo en la vuelta a las clases. Una cuestión de respeto para que el entendimiento entre ellos siga siendo total.

Amén de poner fin a la relación de manera oficial, en juego está el patrimonio que se ha amasado durante los 24 años de matrimonio. Entre los propiedades, Ponce y Cuevas poseen una ganadería, un negocio de aceite de oliva (Cetrina SL), empresas de alquileres de naves y las casas de Madrid y Jaén. Pero, como decimos, para eso está ese abogado conjunto, que intentará que el reparto se realice de una manera equitativa.

La propiedad de la capital se encuentra en la exclusiva urbanización de La Finca, y es donde ha regresado Paloma estos días, con la vista puesta en el comienzo de un nuevo curso. La andaluza, La Cetrina, se encuentra en la localidad de Navas de San Juan, y es allí donde tienen el negocio de ganadería y una explotación agrícola. Dos bienes más que interesantes que habrá que ver hacia dónde van a parar.

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