El lado personal de Elena Irureta (Bittori en ‘Patria’): dueña de una casa rural, amante de su tierra y el gran apoyo de su sobrino Telmo
Muchos son los críticos que ya apuestan por Elena Irureta (65) como ganadora de unos cuantos premios en los próximos meses por su papel de Bittori en Patria. La serie de HBO estrenada este domingo es una adaptación del libro de Fernando Aramburu en el que relata cómo la vida de dos mujeres, Bittori y Miren (a la que da vida Ane Gabarain), queda totalmente trastocada tras el asesinado a manos de ETA del marido de la primera en la puerta de su casa. La ficción comenzaba con polémica por el cartel que la promocionaba semanas antes de su estreno pero ya se ha convertido en una de las más comentadas de los últimos meses apenas horas después de su lanzamiento en la plataforma de pago.
“La experiencia ha sido muy enriquecedora, porque es algo que has vivido pero en lo que nunca te has mojado. No dejan de ser 40 años resumidos en unas cuantas escenas”, explicaba Irureta hace unos días en el Festival de San Sebastián. No fue fácil para Aitor Gabilondo, director de Patria, encontrar a las actrices que dieran vida a esas dos madres rotas por la sinrazón de la banda terrorista. Tenía claro que tenían que ser vascas y que no fueran tan conocidas por el gran público. El papel de Irureta ha sido calificado de “magistral”, “emocionante” y “desgarrador”, algo que no debería sorprender dada su dilatada trayectoria profesional de varias décadas en el cine y la televisión.
Una familia numerosa y feliz
Elena Irureta Azanza nació el 30 de julio de 1955 en Zumaia, una localidad guipuzcoana a orillas del mar y de la bahía donde confluyen los ríos Urola y Narrondo, un pueblo pesquero lleno de contrastes con callejuelas y circundado de montañas verdes o sus impresionantes acantilados Patrimonio Mundial de la Unesco. Fue a un colegio de monjas en su pueblo y en su infancia vivió el conflicto vasco en las calles. Tiene tres hermanas y un hermano y todos siguen viviendo en Zumaia.
Tuvo clara su vocación desde muy joven. Comenzó recorriendo el País Vasco haciendo pequeñas obras teatrales muy populares en Euskadi como Ama, begira ezazu!, de tono humorístico en euskera escrita por ella misma y Kontxu Odrizola con la que hicieron más de 150 representaciones. Estudió en la Escuela de Arte Dramático de Antzerti, en Donostia, donde se diplomó como la primera de su promoción y comenzó a trabajar en teatro profesional. Uno de sus primeros papeles fue el de Helena de Troya en Las troyanas, un montaje hecho en su escuela a cargo de su fundador, Luis Iturri, y con el que hicieron una gira por Euskadi y por varios teatros del resto de España. “En aquella época además éramos nosotros los que cargábamos la furgoneta, íbamos al pueblo, montábamos el decorado, las luces, el equipo de sonido… Después hacíamos la función y vuelta a desmontarlo todo, a llevarlo al local y a descargarlo allí. Cada función era una jornada interminable de horas”, explicaba la actriz en una entrevista.
Tres décadas de trabajo
Inquieta como muchos de su generación, ya mientras estudiaba, Elena escribía sus propios textos y sketches. Poco a poco, se convirtió en unos de los rostros más conocidos de ETB, la televisión autonómica vasca, que en aquellos años comenzaba también su andadura. Fue una de las actrices imprescindibles en el germen cultural de los años ochenta participando en series como Bi eta Bat, DBH o Eskabetxerak. Pero también el cine llamó a su puerta rápidamente y en el 85 aparecía en Fuego eterno, junto a Imanol Arias y Ángela Molina, y meses más tarde en La Monja alférez, junto a Esperanza Roy, o en El mar es azul, al lado de Juan Diego y Mariví Bilbao. Ya en los noventa participó en cintas de directores tan reconocidos como Juanma Bajo Ulloa, Julio Médem o Icíar Bollaín, en los títulos La madre muerta, La ardilla roja y Hola, ¿estás sola?.
A finales de esa década, Irureta empezó a trabajar en televisión a nivel nacional con pequeños papeles en series tan populares en esos años como Al salir de clase, Periodistas o Hermanas, pero el gran momento le llegaba en 1999 al fichar por El comisario, ficción en la que dio vida a Laura Hurtado durante once temporadas. Y a partir de ahí, Irureta no ha dejado de trabajar en series como Hospital Central, Ciega a Citas, Allí abajo, en la miniserie Felipe y Letizia –en la que dio vida a Paloma Rocasolano, madre de la hoy reina Letizia– o en la recién estrenada Madres, al lado de Belén Rueda, y en más de una veintena de títulos cinematográficos a las órdenes de directores como Carlos Zabala, Ramón Barea o Javier Ruiz Caldera. Ella misma además, ha escrito y dirigido series de televisión como Hau da A.U. y Beni eta Marini, junto a Aizpea Goenaga.
Es dueña de una casa rural
Con ese espíritu inquieto que la acompaña desde sus inicios en el mundo de la interpretación, Elena siempre tuvo los pies en la tierra y por si lo de la actuación no le salía bien, a finales de los noventa apostó por montar una casa rural llamada Landarte para alquilar a turistas muy cerca de su pueblo natal, “uno de los lugares más bonitos del mundo”, según ella misma ha dicho en varias ocasiones. Se trata de un caserío rehabilitado del siglo XVI situado en plena naturaleza en un bosque de encinas a unos siete minutos andando de la playa de Santiago, lugar al que Elena iba siempre de pequeña con su familia para pasar el domingo. Cuenta con seis habitaciones dobles y ofrece servicio de desayuno casero así como la posibilidad de realizar diferentes actividades en la zona. La propia actriz reside aquí cuando no tiene que trabajar en otra ciudad.
El sueño de Elena, que asegura no ver casi nunca la televisión (hasta hace unos años ni siquiera había una en su casa), es retirarse cuando pueda dejar de trabajar y vivir tranquila en su caserío de Zumaia haciendo talleres de pintura o cualquier cosa que tenga que ver con el arte (durante el rodaje de Algo que celebrar se ‘enganchó’ a hacer punto). No le gusta hablar por el móvil y reconoce que en un momento dado hasta eliminó Whatsapp de su teléfono porque le resultaba agobiante recibir demasiados mensajes tras un rodaje. Poco después volvió a descargarlo para formar parte de los grupos de sus compañeros de proyecto.
Un gran apoyo para su sobrino
Para Elena, que no se ha casado ni tiene hijos, su sobrino Telmo Irureta es una de sus grandes pasiones y siempre le ha apoyado. El joven sufre parálisis cerebral, pero esto no le ha impedido ser actor y participar en diferentes producciones teatrales y hasta haber hecho algún pequeño papel en series como La que se avecina. A la actriz no le gustan las muchedumbres ni las celebraciones por todo lo alto, prefiere las reuniones más pequeñas y con aquellas amigas que la conocen de toda la vida, como las también actrices Aizpea Goenaga y Loli Astoreka. Se define como un poco mandona y muy práctica, afirma ser de risa fácil y le encanta ser uno de los rostros de la comedia española.
Disfruta con la gastronomía de su tierra y con un atardecer en la playa de Itzurun; con sus amigos habla en euskera y siempre quiere volver a casa -a Zumaia, donde su hermana Mari Tere tiene una tienda de ropa- para estar más cerca de los suyos, pese a haber trabajado muchos años en Madrid.
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