Luisa Martín: "No hay respeto por los artistas. No se educa para ello"

Desde 2017 Luisa Martín da vida a la inspectora de policía Claudia Miralles en la serie de TVE ‘Servir y proteger’, un papel que le va como anillo al dedo.

Hoy Corazón Porque siempre ha sido muy de proteger. ¿Verdad?

Luisa Martín Así es. (Risas) Te puedo enseñar todos los remedios que tengo en el camerino para todo el equipo. Hace un rato ha venido una compañera con dolor de garganta y le he dado una infusión.

H.C. Y, ¿de servir?, y no estoy preguntando por la Juani , que es un personaje que sé que adora, pero debe estar harta de que se la nombren en todas las entrevistas.

L.M. Últimamente me preguntan menos porque los entrevistadores son tan jóvenes…

H.C. ¿Tanto que no conocen la serie ‘Médico de familia’?

L.M. O que no me asocian con el personaje. Pero es cierto que antes era pregunta obligada.

H.C. Lo que sí define a Luisa es su compromiso con los más desfavorecidos. Colabora con muchas ONG que abordan necesidades muy distintas: refugiados, enfermedades raras, protección de los animales…

L.M. Es que hay muchos problemas en el mundo y yo creo que si se puede contribuir a que la gente se conciencie de que hay cosas imprescindibles que hacer, no cuesta ningún trabajo. Yo solo tengo una red social, Instagram, y ya que la tengo, procuro que sirva para algo.

H.C. Y parece que la utiliza como nadie para dar visibilidad a aquellos que más lo necesitan…

L.M. ¿Sabes qué pasa?, que mi conciencia no me permite quedarme de brazos cruzados. Me llegan muchísimos mensajes de personas que me piden que les eche una mano. A veces se me juntan 20 en el teléfono y cuando los escucho, cada uno es más angustioso que el anterior. En ocasiones, se trata de patologías y problemas que a lo mejor ni conozco. Voy dosificando su difusión para que tengan visibilidad porque las redes son de consumo muy rápido. Pero, claro, es inevitable pensar: “Ahora que yo sé que esta persona está postrada en su cama, con este problemón, ¿cómo me voy a callar?».

H.C. Lo que sí conoce, y muy bien, es su sector. Y últimamente sé que vive preocupada por sus compañeros, un colectivo tocado por esta crisis…

L.M. Hay compañeros que lo están pasando muy mal. Es curioso que haya gente mayor que tiene miedo de ir al teatro o al cine, pero de repente, coge un avión o un tren. Ahí no hay tantas restricciones. Tengo que confesarte que no estoy muy al tanto de las noticias, porque hubo un momento en el que enfermé. Tengo una profunda decepción con la política de este país. Al principio era difícil la situación pero era maravilloso ver cómo estábamos todos unidos en torno a un aplauso y una solidaridad común con los sanitarios, que llevaban años siendo maltratados. Aquello, dentro de lo malo, me parecía positivo porque nos daba una luz de esperanza. Pero es que no se dio una tregua, que debería haber existido, porque a quien le tocó el marrón de estar en el gobierno, había que apoyarle, se equivocara o no. Me pareció tan doloroso, tan desleal. Y no hablo ni de derechas, ni de izquierdas. Si te toca estar en la oposición hay que hacer, como en Portugal, donde el partido opositor, le dijo al presidente: «Que tenga usted suerte en sus decisiones, porque su suerte será la nuestra» Todo eso hizo que, a mí, que me encanta estar informada, empezara a dolerme el estómago constantemente, comenzara a vomitar, a no dormir, a pasarlo fatal y dije: «Se acabó». Llevo como tres meses sin escuchar radio o ver televisión, salvo series o películas. He tenido que hacer un ejercicio de limpieza de mí misma. Lo que sé es que mi sector está sufriendo, como siempre.

H.C. Y, sin embargo, durante el confinamiento son los que nos han entretenido…

L.M. Yo no he parado ni un solo día. He hecho de todo y con todo el amor de mi corazón. Me han pedido videos para residencias, para hospitales… Somos los primeros que estamos ahí, pero no hay respeto por los artistas. No se educa para ello.

Soy optimista, pero llevo tres meses sin escuchar la radio ni ver la televisión»

H.C. Y como bien se recueda estos días, sin cultura no hay futuro…

L.M. Lo más importante es la educación. Y no me gusta nada el sistema educativo de nuestro país. Nos estamos olvidando de lo que hay en el corazón, hay que volver la mirada al ser humano. Si todos tuviéramos la mentalidad de estar en paz, de entendernos, de escucharnos, las cosas cambiarían mucho. Yo soy optimista, tengo esperanza, pero como te he dicho, he tenido que dejar de ver informativos…

H.C. Luisa colabora, como decía, con infinidad de causas: Médicos sin fronteras, Acnur, el Instituto de estimulación multisensorial para problemas cerebrales, la Asociación de fibromialgia, Afectados por el síndrome tóxico… por nombrar algunas. Sin embargo, sigue sintiendo la sensación de que siempre podría hacer más.

L.M. Es que yo creo que siempre se puede hacer algo más. Y que hay casi tantas soluciones como problemas.

H.C. ¿Qué planes tiene a corto plazo? Porque a medio o largo, hoy por hoy, es difícil planificar nada.

L.M. Personales, seguir siendo feliz, que lo soy.

H.C. ¿Cómo está su hijo Bruno?

L.M. Fantástico. El confinamiento, personalmente, me vino bien porque me enseñó a conocer a mi hijo. Los niños van creciendo y, de repente, tienes en casa un señor de 17 años, que no conoces, que no sabes cómo es por dentro, cómo es su alma. Sabes que es bueno, pero no cómo siente. Yo quiero seguir siendo feliz viéndole crecer. Y profesionalmente, virgencita que me quede como estoy. Me gustaría que Servir y proteger durara mucho porque tú sabes que he estado en equipos de trabajo maravillosos porque soy una tía con suerte, pero el equipo que hay aquí es de diez.

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