El coronavirus, protagonista del intenso debate entre Kamala Harris y Mike Pence
"Es un privilegio estar aquí con usted". El saludo del vicepresidente Mike Pence a la senadora californiana prometía un debate más civilizado que el espectáculo que sus superiores, Donald Trump y Joe Biden. Y así fue: las interrupciones fueron más espaciadas y amables, por así decirlo, el tono incluso en los temas más espinosos estuvo centrado en la política, y la moderadora, la periodista Susan Page (jefa de información política en el diario USA Today), no tuvo demasiados problemas para encarrilar los enfrentamientos en los primeros compases (aunque tuvo que llamar al orden a Pence según avanzaba la veldada, en varias ocasiones, por interrumpir y saltarse el turno). Pence y Harris, hombre blanco republicano y mujer de color demócrata, protagonizaron el único debate entre los candidatos a la Vicepresidencia de Estados Unidos. Pence incluso felicitó personalmente en una de sus intervenciones a Harris por su nominación: "hace cuatro años yo tampoco me imaginaba estar en tu posición, así que sé lo que se siente".
Pence, relajado aunque serio desde el minuto uno eligió traje oscuro, camisa blanca impoluta y corbata roja, con el color del partido, para acompañar unas intervenciones sin titubeos,Mientras que Harris, más sonriente y confiada en su capacidad retórica –la misma que propulsó su meteórica carrera como fiscal en California– con traje negro, lucía uno de sus eternos collares de perlas. Ambos portaban en la solapa sendos pines con la bandera estadounidense. Donald Trump no estuvo presente en el debate, pero tanto su sombra como la del coronavirus que contrajo recientemente marcaron el inicio del encuentro. La crisis del coronavirus había marcado hasta la preparación del debate: los candidatos estaban separados por mamparas de plexiglás para garantizar la seguridad, mientras los asistentes al encuentro en el Auditorio Kingsbury’s Hall de la Universidad de Utah llevaban mascarillas.
Harris fue implacable: calificó la gestión de la pandemia como "el mayor fallo de cualquier presidencia en toda nuestra Historia", señalando los 210.000 muertos que ha dejado la enfermedad, y el papel de Pence, director de la fuerza de choque contra el coronavirus. Acusó a la administración de Trump "haber ocultado a sabiendas"la seriedad de la pandemia, y señaló el coste humano "y las familias que aún lamentan la pérdida".
Pence atribuyó a China la responsabilidad de la pandemia, señaló que Trump cerró el tráfico aéreo "con la segunda economía del mundo, algo que nadie ha hecho antes", e insistió en varias de sus intervenciones de que la administración Trump tendrá "una vacuna antes de final de año", "Decenas de millones de dosis". Una apuesta arriesgada –la Casa Blanca tiene acuerdos con varias farmacéuticas y ha invertido cientos de millones de dólares en un programa llamado Operación Velocidad de Curvatura, pero nada indica que la vacuna llegue antes de final de año, mucho menos antes de las elecciones– dede la que Harris dudó en cada ocasión, hasta el punto de que Pence acusó a Harris de "socavar la confianza de los americanos por hacer política".
La otra gran crisis que enfrentamos, el cambio climático, también fue motivo de enfrentamiento. El Green New Deal, la transformación económica hacia una sociedad menos dependiente de combustibles fósiles, suponía para Pence una crisis económica sin precedentes en manos de una hipotética presidencia de Biden, "subidas de impuestos, el fin del fracking". Pence admitió más o menos la existencia del cambio climático, algo bastante sorprendente, aunque fue otra vez el Pence habitual –que a diferencia de Trumpprefiere esquivar preguntas difíciles en vez de contestar con datos inexactos– cuando evitó contestar a la pregunta directa de Page de si veía el cambio climático como una amenaza a la existencia humana. "El clima está cambiando, y el presidente y yo escuchamos a los científicos. La pregunta es ‘¿cuál es el coste [del cambio climático] y qué podemos hacer?’".
Algo que provocó las risas de Harris, que recordó que cómo miembro de un comité sobre el medio ambiente vio como la administración Trump "eliminaba las referencias a la ciencia y al cambio climático" de sus redes. Pence insistió una y otra vez en la prohibición del fracking, un tipo de prospección petrolífera, y la subida de impuestos que tendría una economía más ecológica. La jugada era política en clave estatal: Pennsylvania, un estado clave, podría inclinarse del lado de Trump en caso de una prohibición de la práctica del fracking, algo que Harris y Biden han afirmado que no está entre sus intenciones.
Tampoco fue la única vez que Pence esquivó preguntas directas: no se pronunció en primera instancia sobre el aborto, por ejemplo. Un tema de actualidad desde que la muerte de la juez del Supremo Ruth Bader Ginsburg ha sido aprovechada por los republicanos para intentar nombrar antes de las elecciones a una juez ultraconservadora, Amy Coney Barrett. Un nombramiento que podría tumbar la única sentencia, de 1973, que permite que el aborto sea legal en Estados Unidos, Roe vs. Wade. Tras una intervención de Harris en la que apeló directamente a los jóvenes, Pence recapacitó: "soy pro vida, no voy a disculparme por serlo".
La muerte de la mujer negra Breonna Taylor, dormida y desarmada, a manos de policías (una de las tragedias que catapultaron las protestas del Black Lives Matters) también apareció en el debate. Harris advirtió que "no voy a dejar que el vicepresidente me dé lecciones": recordó que había conocido personalmente a la familia de Taylor; aludió directamente a la muerte de George Floyd, muerto después de que un policía blanco le aplastase el cuello con su rodilla durante casi 10 minutos; y se comprometió a reformar todo el sistema policial y de Justicia. La pregunta para ambos era la misma "si creen que en el caso de Breonna Taylor, se hizo justicia".
Pence afirmó que confiaba "en el sistema" y que las protestas eran inaceptables. En el caso de Floyd, Pence afirmó que lo sucedido era "inaceptable" y "que se haría justicia". Harris protagonizó después la respuesta más encendida, recordando su pasado como fiscal y su condición como mujer de color: "Estados Unidos se merece algo mejor". Pence se lanzó al ataque, afirmó que su administración ha condenado "en repentidas ocasiones al Ku Klux Klan, los neonazis y los supremacistas blancos" (algo que Trump hizo tras su polémica de su debate con Biden, en una entrevista con Fox News hace cinco días), y acusó a Harris de "no haber movido un dedo" por la gente de color como fiscal, algo que irritó visiblemente a Harris, que pidió una réplica: "ha atacado mi carrera".
El debate fue mucho más político, con propuestas concretas y datos más o menos acertados sobre cada asunto (el debate estaba dividido en nueve bloques de 10 minutos; ninguno de los candidatos conocía el contenido de los bloques o de las preguntas de antemano), aunque Harris jugó la carta personal al juzgar las finanzas personales de Trump y ligarlas a su manejo de la economía: "ahora sabemos que Trump debe dinero y tiene una deuda de más de 400 millones de dólares".
Harris dedicó su última intervención, que giraba en torno a las propias elecciones –Trump ha dedicado los últimos meses a poner en duda que sean unas elecciones limpias–, a pedir a la gente que votase: "No dejaremos que nadie pervierta nuestra democracia (…) Trump ha intentado suprimir vuestros votos, así que sólo repetiré lo que dijo Joe: ‘por favor, votad’".
Pence señaló el frustrado intento de impeachmentcontra Trump : "¿Aceptar el resultado de las elecciones? Senadora, usted y Biden y su partido han dedicado los últimos tres años y medio a intentar darle la vuelta al resultado de las últimas elecciones". Pence también esparció las mismas dudas que su jefe sobre el voto por correo: para los republicanos, el voto masivo por correo en una pandemia "abre la puerta al fraude [electoral]".
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