La pasión de los Borbones por los relojes: los preferidos del rey Juan Carlos, y el misterio del que llevó Felipe en su boda

El rey Felipe VI no es zurdo pero lleva el reloj en la muñeca derecha, como su padre, el rey Juan Carlos. La princesa Leonor, que sí es zurda, y la infanta Elena también. Lo cierto es que, da igual en qué lado exacto, a los Borbones españoles siempre les han apasionado los relojes. Es una cuestión histórica si tenemos en cuenta que Patrimonio Nacional cuenta con 721 piezas fechadas entre 1583 y los primeros años del siglo XX.

Felipe V, nieto del rey Luis XIV de Francia, inauguró la dinastía borbónica en España y la pasión por estas piezas. No es que los Austrias no se hubiesen interesado por ellos –lo hicieron especialmente Felipe III y Mariana de Habsburgo– sino que la afición de Felipe V era un tanto enfermiza. Tanto que se relacionaba más con ellos que con las personas de la corte. Mataba la mayor parte de su tiempo viendo, valga la redundancia, pasar el tiempo. Hacia 1725, el monarca adquirió el reloj astronómico llamado ‘Las cuatro fachadas’, elaborado por el maestro Thomas Hildeyard. Una auténtica joya por su avanzada mecánica y belleza. Con una columna en cada esquina, está coronado por una cúpula de cristal que guarda una reproducción de la bola del mundo en oro. Cuenta Mari Pau Domínguez en La corona maldita (Editorial Grijalbo), su biografía sobre Isabel de Farnesio, que cuando le escondieron a Felipe este globo mundial, el rey fue incapaz de realizar ninguna actividad fuera del lecho real, más allá de suspirar por la robada pieza dorada. Hoy esta pieza se encuentra en el palacio de la Zarzuela.

Fernando VI, hijo de Felipe V, compaginó el gusto por la relojería inglesa con la admiración por la francesa. De este periodo datan los primeros relojes dotados de autómatas que el rey conseguía a través de sus embajadores. Destaca ‘El pastor’, un reloj de estilo Luis XV del que el monarca se encaprichó en 1758 de entre los seis que le había traído desde Suiza el relojero Pierre Jaquet-Droz. Su hermano Carlos III aprobó el 28 de noviembre de 1771 el Real Decreto para la creación de la Real Fábrica de relojería de Madrid ynombró como directores a los hermanos Felipe y Pedro Charost.

Carlos IV, hijo de Carlos III,fue bautizado como el rey relojero porque desde su juventud se dedicó a recopilar piezas para decorar las estancias del Palacio Real, El Pardo, El Escorial y, con especial mimo, la Casa del Labrador en Aranjuez. Su mayor proveedor fue el François-Louis Godon. De hecho, algunas piezas estaban firmadas por él y otras por los franceses Furet, De Belle y Bourdier. Durante su exilio en el palacio Barberini de Roma, Carlos IV y María Luisa de Parma siguieron coleccionando ejemplares que después heredó Fernando VII.

En junio de 2019 Rafa Nadal se convirtió en el tenista que más veces había ganado un mismo Grand Slam al hacerse con su duodécimo trofeo Rolan Garros. En las gradas estaba el rey emérito don Juan Carlos. Al chocar sus manos se pudo apreciar que el deportista llevaba un reloj Richard Mille con su nombre del que sólo se han fabricado 50 unidades. El RM 27-03 Tourbillon de Rafael Nadal cuesta 799.000 euros. Juan Carlos tampoco llevaba desnuda la muñeca: lucía el RM 009, también de la casa suiza Richard Mille. Valorado en 350.000 euros su carcasa está realizada con una aleación de aluminio y silicio que pesa sólo 28 gramos.


La página Quill&Pad, especializada en relojes, asegura que fue el Borbón el que le recomendó esta firma a su colega mallorquín. Un mes después durante las regatas de Finlandia el emérito eligió un Rolex Daytona, aunque también le hemos visto en varias regatas portando un Rolex Submariner 1680, hoy descatalogado y que alcanza precios de 20.000 euros en el mercado secundario.

Para las travesías en mar su hijo Felipe suele elegir el Omega Olympic Seamaster Planet Edition (sólo hay 2.000 ejemplares, vale 4.121 euros y lo llevó durante los Juegos Olímpicos de Pekin y su penúltimo retrato oficial) o el Royal Oak City of Sails con correa de caucho, que cuesta 15.000 euros. También lo eligió para la boda de Victoria de Suecia.


Como el príncipe Carlos de Reino Unido a Juan Carlos también le gusta el Audemars Piguet Royal Oak. Muy de moda en los años setenta y en su versión Offshore en los noventa. Éste es el primer reloj deportivo de lujo inspirado en los antiguos cascos de buceo con bisel octogonal y ocho tornillos a la vista. Al emérito le gusta compartir su pasión relojera y por eso les regaló a sus yernos, Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarin, uno el día que se prometieron con sus hijas, las infantas Elena y Cristina. A la reina Letizia, cuando aceptó la propuesta de matrimonio del príncipe de Asturias, le regaló un Lady Royal Oak de caja octogonal en acero y oro amarillo.

Sus tres hijos –Elena, Cristina y Felipe- tienen el modelo BR 123 Original Beige de la casa francesa Beell&Ross. Cuesta imaginar que no fuese un regalo del soberano emérito. Es el cronómetro que acompañó a la infanta Cristina durante su periplo por los juzgados de Palma de Mallorca. Cuesta 2.100 euros. Los dos reyes, Juan Carlos y Felipe, también comparten el gusto por el modelo Royal Oak City of Sails de Audemars Piguet.

Para su proclamación como rey de España el 19 de junio de 2014 Felipe VI eligió un capricho de edición limitada, el Roadster Automatic, de Cartier con esfera y correa en azul Borbón. Durante su etapa como príncipe de Asturias, su favorito fue otro Cartier, el Santos 100 Steel Automatic Large, de caja octogonal y cristal de zafiro y correa de piel azabache. Ahora prefiere el Aerospace EVO Titanio (3.170 euros) de Breitling. Un innovador cronógrafo multifunción.


Cuando don Felipe acercó a la princesa Leonor a conocer a su hermana la infanta Sofía a la clínica Ruber de Madrid portaba un Officine Luminor Marina de Panerai (4.900 euros) y en la boda de su hermana la infanta Elena un Admirals Cup Legend 32 de Corum con esfera de 35mm en oro rosa. ¿Con cuál adornó su muñeca cuando se casó con Letizia Ortiz? La mayoría opina que el antes citado Olympic Seamaster Planet Ocean. El debate está en la red.



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