'Los Bridgerton' en Netflix: Cuando Jane Austen escribió 'Gossip Girl'
Es una verdad universalmente reconocida que, para triunfar, una comedia romántica ambientada en la Regencia británica debe ser divertida, romántica, coqueta y no tomarse demasiado en serio a sí misma. Y ‘Los Bridgerton‘ aprueba con nota en todas esas áreas. Y, de paso, sube la apuesta (y la temperatura). La nueva serie de Netflix es también la primera que nace de su colaboración con Shondaland, la productora de Shonda Rhimes (‘Anatomía de Grey’, ‘Scandal’), y en ella vemos todos esos elementos de drama, sexo y diversidad a los que nos tiene acostumbrados, sea en un hospital, unos juzgados o en el salón de té de la reina de Inglaterra.
Basada en las famosas novelas de Julia Quinn, ‘Los Bridgerton’ cuenta la historia de una familia adinerada de Londres formada por una madre viuda y siete hijos e hijas, nombrados en orden alfabético: Anthony (Jonathan Bailey), el primogénito que debe ocupar el papel de su difunto padre, Benedict (Luke Thompson), que quiere encontrar su propio camino en el mundo del arte, Colin (Luke Newton), que es un romántico empedernido que quiere viajar por todo el mundo, Daphne (Phoebe Dynevor), la hija mayor que corre con la responsabilidad de casarse pronto y bien, Eloise (Claudia Jessie), que rechaza la definición de feminidad de la época que le ha tocado vivir, y los pequeños de la casa Francesca (Ruby Stokes), Gregory (Will Tilston) y Hyacinth (Florence Hunt).
Esta primera temporada de la serie se centra en Daphne, que se enfrenta no solo a la ardua tarea de encontrar un marido adecuado, sino también a todo un mundo que desconoce porque, como es mujer, su madre ha antepuesto el decoro a la información fundamental. Aunque su entrada en sociedad empieza bien, incluso con la bendición de la reina Carlota (Golda Rosheuvel), pronto se enfrentará a una serie de obstáculos avivados por la gaceta de la misteriosa Lady Whistledown (a la que pone voz Julie Andrews) y donde un hombre que carga un complicado juramento y rechaza el matrimonio, el duque Simon Basset (Regé-Jean Page), será su gran aliado.
La nueva serie de Netflix es una mezcla entre el cine de tacitas y ‘Gossip Girl‘. La serie de romances, revelaciones, sexo y comedia con la que querrás acabar el año.
La Regencia sube la temperatura
Suena ‘Thank you, next’ de Ariana Grande a ritmo de violín, Julie Andrews narra los escándalos más suculentos de la capital británica y el amor está en el aire entre fiestas de gala y ‘afternoon tea’ al aire libre. ‘Los Bridgerton’ es una fantasía para aquellos que disfrutan en las comedias de época, desde las adaptaciones de Jane Austen (la serie haría una buena sesión doble con la reciente y también divertida y multicolor ‘Emma’ de Autumn de Wilde) hasta series como ‘Downton Abbey’. Pero desde el principio nos queda claro que su creador, Chris Van Dusen, rechaza los límites del retrato de época para adentrarse en su propio universo.
‘Los Bridgerton’ no pretende ser rigurosamente histórica, porque entiende algo importante: se ha idealizado tanto esta época a través de las artes que se ha convertido en una parodia de sí misma. Y ahí encuentra el disfrute. No le importan los anacronismos, pues la realidad en la que se enmarca la historia de sus protagonistas es un híbrido entre lo documentado y lo soñado, un limbo donde aprendemos de las reglas que regían la sociedad hace dos siglos y, al mismo tiempo, donde los códigos de la contemporaneidad se van colando a cada oportunidad.
Con esas coordenadas, la serie se sumerge allá donde el decoro se lo impidió a Austen. Vemos sexo pasional dentro y fuera del matrimonio, masturbaciones reveladoras, orientaciones sexuales fuera de la normatividad, embarazos no deseados, desnudos, peleas y, sobre todo, conversaciones sinceras que escandalizarían a cualquier caballero de bien. ‘Los Bridgerton’ se arranca el corsé de cuajo para llegar a donde pocos retratos de la Regencia han llegado antes, pero sin perder nunca de vista su romanticismo clasicón (con ‘troupes’ como el ‘fake dating’, siempre infalible), los toques de comedia y la esencia fantasiosa de su propuesta.
Ahora bien, entre toda esa diversión y ligereza heredada de la ‘rom-com’ también hay espacio para el aspecto más explorado en este tipo de historias: el lugar de las mujeres en la sociedad. Y aquí también encuentra nuevos caminos, gracias no solo al material original de Quinn, sino también a un equipo de mujeres directoras y guionistas (Abby McDonald, Janet Lim, Sarah Dollard, Joy C Mitchell) que nos hacen sentir que los dos siglos que nos separan de la historia no son tan amplios.
El futuro de la serie será diverso
Seguro que muchos espectadores se habrán quedado con ganas de saber más sobre el resto del alfabeto de los Bridgerton, y hacia allí es probablemente donde se encamine la serie en el futuro, si es que escapa a la cancelación en Netflix. ‘Los Bridgerton’, sobre el papel, es una serie de novelas y cada una de ellas se centra en uno de los hermanos y hermanas de la familia protagonista. Esta primera temporada adaptaba ‘El duque y yo’, con la historia entre Daphne y Simon, pero, tras ver el final (¡no vamos a hacer spoilers, tranquilos!), parece claro que Van Dusen está planeando temporadas más o menos conclusivas, que dejarán más espacio para los que hasta ahora hemos conocido como secundarios.
Así, el futuro inmediato de la serie puede estar en Eloise, que está apunto de ser introducida en la sociedad para encontrar marido mientras ella solo piensa en convertirse en una escritora con el suficiente éxito como para no tener que depender jamás de un hombre. O quizás siga al mayor de todos, Anthony, que acaba de dejar escapar al amor de su vida porque sabe que, en ausencia de su padre, debe asumir la responsabilidad de cuidar de todos sus hermanos. O puede que saltemos a la vida del también artístico Benedict, que acaba de descubrir que hay vida más allá de las fiestas de gala y que el mundo de la pintura es su pasión. ¿Y qué pasará con Colin, que se ha dejado a la pobre Penelope Featherington (Nicola Coughlan, de ‘Derry Girls’) suspirando por él, mientras se va a recorrer el mundo?
Pero por mucho que cambie su foco de atención, esperamos que el espíritu siga siendo el mismo: una serie que no se avergüenza de ser divertida, romanticona y a ratos hasta hortera. ‘Los Bridgerton’ tiene esa cualidad de saber exactamente quién es su público y darles exactamente lo que están buscando. Un relato de personajes carismáticos que a veces se antojan caricaturas de sí mismos, y de pronto ofrecen una profundidad maravillosa. Una visión de la Regencia británica llena de color, grandes salones, increíbles vestidos y mucho cotilleo. Una comedia ‘feel-good’ perfecta para acabar este fatídico 2020.
Vía: Fotogramas ES
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