Velas, difusores y fragancias de casa que son capaces de inducir a la felicidad (y cómo hacer que duren más)
El concepto de decorar una casa a través de una esencia puede sonar revolucionario pero en realidad es algo con mucha historia detrás. Se sabe, por ejemplo, que Luis XIV encargó a un perfumista que rociara sus aposentos con un aroma diferente todos los días. Más tarde, Christian Dior pulverizó su icónico Miss Dior durante casi un año en todos los salones de su taller donde mostró el New Look, en 1947, hasta que lanzó a la venta el perfume, en una estrategia de marketing tan brillante como carísima. También Estée Lauder rellenaba las bombillas con Youth Dew, la legendaria fragancia que lanzó en 1953. Jacqueline Kennedy iluminaba la Casa Blanca con velas de Rigaud. También Diana Vreeland era una apasionada del tema y utilizaba una aguja hipodérmica para inyectar perfume en sus almohadas. Gestos, quizá, un tanto extremos, pero que el tiempo situaría después como resultado de los beneficios psicológicos de perfumar una estancia.
El olfato, que es el vínculo más poderoso con las emociones y los sentimientos, se ha incorporado estratégicamente en los últimos tiempos al diseño de interiores. Tiene la capacidad de impactar fuertemente en nuestras experiencias porque se procesa en el sistema límbico del cerebro, muy cerca del área en la que se almacenan las emociones, los recuerdos y los sentimientos. En pocas palabras, es un hecho que los aromas desencadenan reacciones emocionales e incluso, como bien saben los grandes narices y bien han demostrado varios estudios, tienen la capacidad de afectar nuestro estado de ánimo.
Dicen que la primera vez que experimentamos un aroma en particular lo asociamos con una situación, una persona o una emoción. Así, cuando perfumamos una habitación con esta fragancia pueden suceder dos cosas: si el olor es familiar, se evocarán viejos recuerdos, posiblemente ofreciendo una sensación de nostalgia. Si el olor es completamente nuevo, se crearán nuevos recuerdos.
Durante la cuarentena doméstica de estos últimos meses, hemos recorrido un largo camino desde la clásica vela para ocasiones especiales. Al parecer hemos descubierto la magia transformadora de los aromas ambientales y su capacidad para calmar la ansiedad, transportarnos a lugares donde fuimos felices, recordar a personas que queremos o dar forma a días sin forma. “El olor del café recién hecho y las notas avainilladas están asociados con el olor a hogar. De hecho, se ha comprobado el efecto de este tipo de aromas en los procesos de venta de una casa: nada mejor que preparar café justo antes de las visitas para crear así un ambiente hogareño”, nos cuenta Inma Fernández, Directora de Marketing de Isolée. Aunque en España no contamos con una tradición de ambientación tan fuerte como en Reino Unido, 2020 nos ha hecho revaluar la idea. “Al permanecer más tiempo en casa, hemos sentido la necesidad de hacerlas aún más acogedoras”, reflexiona, y nos confirma que en el último año se están vendiendo más fragancias de casa que ningún otro.
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“Los olores para casa se están sofisticando y hasta los perfumistas más reconocidos están apostando por ellos. Olivier Polge, el actual Master Perfumer de Chanel, es el autor de la fragancia Otto de las velas de Fornasetti. Se trata de una fragancia cálida, ligeramente ahumada y sofisticada, que combina hierbas aromáticas del Mediterráneo, como el tomillo y la lavanda, junto a notas empolvadas de iris sobre una base de madera de cedro y de abedul. Esta pirámide olfativa podría confundirse con la de un Eau de Parfum”, explica Inma Fernández.
Sin embargo, la colocación estratégica de fragancias en toda la casa puede ser una tarea desafiante, así que consultamos a varias expertas cómo elegir una fragancia, cómo encender bien una vela y cómo conseguir que los aromas perduren más tiempo.
Cómo cuidar una vela para que dure más tiempo y huela mejor
Encender bien una vela, para que dure más y mejor, requiere de algo más que prender una cerilla. La quema experta requiere una etiqueta, una precisión sobre cómo y cuándo hacerlo, ya que un mantenimiento descuidado puede provocar que una mecha torcida que queme más vidrio que cera. De ahí que el primer consejo sea claro: antes de quemar la vela, recorta siempre la mecha. “Cuando encendemos por primera vez una vela es aconsejable recortar antes la mecha para que sólo mida 5mm”, aconseja Inma Fernández, algo que evitará que tanto encendida como al apagarla genere humo indeseado. “Es importante, también, que la vela permanezca encendida hasta que toda la superficie se haya derretido. Para optimizar la difusión del aroma, se aconseja un tiempo máximo de quemado de entre dos y tres horas”. La idea aquí es que toda la capa superior se funda antes de extinguir la llama.
Apagarla correctamente también es importante. Las salpicaduras de cera y la inclinación de las mechas suelen ser el resultado de sofocarla con demasiada fuerza: lo suyo es soplar suavemente la mecha y cubrir inmediatamente la vela con una tapa.
Un aroma para cada estancia
Elegir el aroma adecuado para una casa es como escoger el perfume perfecto para una persona: piensa en qué te gustaría sentir en un espacio en particular y la idea es crear ese estado de ánimo. De ahí que lo más indicado sea elegir un aroma en función del ambiente que queremos conseguir o de la situación en la que vamos a estar y no tanto en función de la estancia, nos recomienda Marta Tamayo, directora de Le Secret du Marais en Madrid. Por ejemplo, en un dormitorio uno debería estar cómodo y relajado, y un baño es más agradable cuando tiene un ambiente fresco.
Para regalar una fragancia y acertar hay varios factores que influyen. “Cada hogar tiene su propio olor, tiene su propia personalidad. Incluso cada estancia de la casa tiene un olor característico. Si la vela o la fragancia de casa la queremos utilizar en la cocina, los aromas más indicados son las notas refrescantes y las notas aromáticas. En el caso de un salón, las notas de fondo, que crean calidez, serían las más indicadas, como las notas amaderadas, balsámicas o avainilladas”, recomienda Inma Fernández. Y siempre, la experiencia personal es un factor determinante: "Los olores están íntimamente ligados a nuestros recuerdos de forma totalmente inconsciente e involuntaria. Si el aroma a rosa nos recuerda a nuestra abuela y a los momentos agradables que pasamos con ella de pequeños, seguramente los ambientadores con rosa nos aporten tranquilidad. Pero si ese mismo aroma nos recuerda a una profesora con la que tuvimos problemas en el colegio, los recuerdos asociados no serán agradables y nuestro cerebro y memoria rechazarán esos perfumes", apunta Marta Tamayo.
Vela o difusor, ¿cuál elegir?
La respuesta depende del uso. "Los ambientadores en spray es difícil que mantengan su aroma durante mucho tiempo, ya que su función está prevista para aportar su fragancia de inmediato. Si queremos un aroma más permanente, recomendamos mejor una vela, aunque hay que dejar que actúe unos 20-30 minutos antes de conseguir que su aroma invada una estancia, o bien los ambientadores en otros formatos más duraderos, como las bolas de ámbar, o los Rubber Incense", nos aconseja Marta Tamayo.
Un difusor permite configurarlo y olvidarte: será un recordatorio equilibrado durante todo el día. Una vela, por su parte, puede ayudarte a crear un ambiente en un momento determinado, gracias al aroma pero también a la luz. La cera de soja es una de las más cotizadas porque no es tóxica y, además, es una opción más sostenible con el medio ambiente. También se quema más lentamente, por lo que la experiencia dura más. El incienso es otra opción: proporciona un aroma duradero cuya intensidad se puede controlar según la cantidad de barritas que prendamos. La opción más natural es la de los aceites esenciales de aromaterapia, que dejan un olor más sutil en la estancia.
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