Así es Alejandra Romero, nieta de Adolfo Suárez y duquesa heredera de su título nobiliario: una abogada solidaria y madre primeriza que ha sabido superar tragedias y rencillas familiares

Alejandra es abogada como su abuelo, el primer presidente de la Democracia, que gobernó entre 1976 y 1981, y heredó, con apenas 24 años, el ducado con grandeza de España que le había concedido el rey emérito, en febrero de 1981, por sus servicios a España durante la Transición. Junto a sus familiares, vestida de riguroso luto, acompañó el féretro de su abuelo hasta el Congreso de los Diputados donde se le rindió homenaje. Es la primera ocasión en la que Alejandra fue vista en un acto público. La segunda fue en la conmemoración organizada cinco años después del falleciento del expresidente.

La joven está casada desde hace algo menos de dos años con Pedro Armas y lleva una vida tranquila y discreta alejada de los flashes. Tras terminar sus estudios en el colegio Nuestra Señora del Recuerdo, decidió dedicarse a estudiar Derecho y Empresariales (ADE) y graduarse después en la Escuela de Negocios francesa INSEAD. En 2013 fichaba por el bufete Herbert Smith Freehills, donde hoy es abogada asociada y ejerce el derecho inmobiliario. Habla perfectamente inglés y francés –pasó un año en Nueva York durante su carrera– y cuentan que nunca utilizó su segundo apellido en las entrevistas de trabajo a las que se presentó para que no influyera en la decisión de contratarla.

Sus íntimos la definen como una persona introvertida, pero muy trabajadora y deslizan que era la nieta favorita de Adolfo Suárez. Está muy unida a su hermano Fernando. Alejandra tenía 14 años cuando murió su madre y su hermano 11. Su complicidad se ha forjado en la adversidad. Quizá por eso, una de las cualidades más destacadas de Alejandra es la filantropía, que ejerce en un centro para madres en riesgo de exclusión que fundó en memoria de su progenitora, Mariam. Alejandra imparte clases de matemáticas e inglés allí. Pertenece, además, a la Asociación para la Defensa de la Transición. Su marido también fundó la asociación Kabuka, con la que trabaja en Kenia y Zambia.

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Junto a su marido, Pedro Armas, pasa temporadas en Baqueira Beret, practicando el esquí, uno de sus deportes favoritos –heredó un apartamento allí a la muerte de su abuelo– y en Catoira, Pontevedra, donde también el matrimonio posee una casa.

Fue en el colegio Nuestra Señora del Recuerdo, uno de los más reputados en la clase alta madrileña, y en el que se han educado políticos, artistas y empresarios, donde Alejandra conoció a su marido, aunque el flechazo sólo surgió años después en un evento al que acudieron ambos. Los dos estudiaron en ICADE la doble licenciatura de Derecho y Administración de Empresas. Pedro Armas nació en Oviedo y es notario e hijo de la magistrada del Consejo General del Poder Judicial Susana García Santa. Cecilia, cuya familia es propietaria de la Bodega Santa Cecilia. Tras casarse la pareja pasó un tiempo en Singapur, para que Pedro realizara un MBA.

La boda se celebró en el Club Puerta de Hierro, el 21 de abril de 2018, en una celebración íntima. Fue la segunda mujer de su padre, Amelia, quien la ayudó con los preparativos. La novia lució un exquisito modelo de Jorge Acuña en raso de seda, con un bordado en pedrería en forma de libélula alrededor del cuello realzado con un broche familiar de brillantes y esmeraldas. Sin embargo, no acudieron muchos miembros de la familia Suárez, que mantienen una relación fría con Alejandra y su padre, entre otras razones, según se comenta, porque Adolfo Suárez hijo consideró que el título de Duque de Suárez debía pasar a él, a pesar de que la ley ya otorga la igualdad de derechos a los títulos nobiliarios a hombres y mujeres.

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