Javier Arenas, un matrimonio de 30 años, tres hijos y un futuro marcado por la acusación de Bárcenas
Desde el inicio de su carrera, las dicotomías han acompañado a Javier Arenas. Nacido en Olvera, Cádiz, pero criado en Sevilla, una de las primeras dudas que suscitó incluso entre sus seguidores es si sería un político andaluz o uno emigrado a Madrid en busca de mayor gloria. Al contrario que Susana Díaz, que siempre dice que su sitio en política está en su tierra, Arenas acudió a la primera llamada que recibió desde la capital. Fue la de José María Aznar, que siendo presidente de Castilla y León quiso contar con él para rematar Alianza Popular y convertir el PP en un partido europeo.
Era 1989, Arenas tenía sólo 32 años –aún le llamaban "el Niño"–, pero aceptó irse a Madrid dejando atrás un fallido intento de ser alcalde de Sevilla en unos comicios a los que presentó por el Partido Demócrata Cristiano y sólo obtuvo 4.000 votos. Volvió a la capital hispalense para hacerse cargo del PP en Andalucía, pero ya quedó la sensación de que se iría en cuanto pudiera. Y así fue: tres años después de ser elegido presidente el PP andaluz, volaba a Madrid para ser ministro de Trabajo en el primer Gobierno aznarista.
Sus amistades y enemistades dentro del PP también han hecho viajes de ida y vuelta muy llamativos: quizá el más relevante el que protagonizó con María Dolores de Cospedal, a quien animó a entrar en política, dio cargos importantes para luego convertirse ambos en enemigos íntimos. Pero ninguna dicotomía como la que ha generado en su partido el hecho de que Luis Bárcenas, extesorero del PP, haya señalado al andaluz ante la Fiscalía Anticorrupción como uno de los supuestos beneficiarios de la presunta caja B del PP.
No hay más que atender al argumentario de toda la plana mayor popular para entender el brete: "Estamos hablando de algo que es pasado", ha dicho Juanma Moreno, sucesor de Arenas en Andalucía y actual presidente de la Junta. "Ninguna persona con un puesto de responsabilidad está en el banquillo de los acusados", ha sido la respuesta de Pablo Casado redundando en la idea de que son todos nuevos y todos están limpios. Pero sí queda alguien del pasado en el PP actual, Arenas, que aunque no está en los órganos de dirección del partido, tiene cargo público desde 2019: el de senador por designación territorial.
Un buen matrimonio
Arenas estudió en el colegio Claret de Sevilla, centro por el que pasó más de una década antes Felipe González, con quien también compartió facultad: la de Derecho en Sevilla. En esa universidad también conocieron a alguien importante en sus vidas ambos políticos: Manuel Olivencia, catedrático de Mercantil que fue suegro de Arenas y el comisario de los actos de la Expo 92 a petición de González, ya presidente del Gobierno de España. Ese mismo año Olivencia, una figura muy respetada en la sociedad sevillana, y su esposa, la alemana Hannetraud Brugger, casaban al popular con su hija Macarena, la tercera de sus cuatro hijos. Con ella participa de la vida social sevillana de postín: es habitual verlos en la Semana Santa y en bodas como la que unió a Curro Romero con Carmen Tello.
Arenas y Olivencia llevan juntos más de tres décadas y tienen tres hijos. La mayor, Marta, tiene 26 años. El segundo, Javier, 24 y sigue los pasos de su abuelo y es experto en Derecho Mercantil aunque en su caso, especializado en deporte. Trabaja en otro bufete de postín, Roca Junyent, propiedad de uno de los padres de la Constitución, el ex político catalán, Miquel Roca. El menor, Carlos, nació el 2 de abril de2004 y sus padrinos de bautismo fueron el presidente del Gobierno José María Aznar y su esposa, Ana Botella. Dieciseis días después cesaba como vicepresidente segundo del Gobierno y volvía a Sevilla para seguir su carrera en Andalucía.
Aznarista y marianista
Ese matrimonio supuso un ascenso social para el nieto del médico de Olvera a quien le gusta decir que viene de una familia rural "de boticarios". Su mujer también es abogada y ejerce en Cuatrecasas, bufete donde es socia la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, otra de esas figuras que retrata la personalidad política de Arenas y lo enfrenta a su pasado. Porque si en su día fue un apoyo para ella en las primarias que lo enfrentaron a Casado, hoy Arenas es casadista del mismo modo que fue aznarista de pro y luego, cuando llegó el relevo, se cambió al lado de Mariano Rajoy. Esa es otra de sus dicotomías.
Personas del entorno del PP andaluz que trabajaron en algún momento con Arenas creen que tras las recientes acusaciones de Bárcenas está el motivo por el que volvió en 2019 a la política cuando ya lo daban por retirado. “Arenas pierde elecciones pero él no pierde nunca”, dice un antiguo colaborador del político andaluz en referencia a las tres autonómicas que perdió como líder popular en el Sur y a su habilidad para reinventarse o resucitar políticamente. Hay resquemor en esas palabras, pues aunque nunca le arrebató la Junta a los socialistas, Arenas logró cosas como que todas las capitales andaluzas fueran gobernadas por alcaldes populares desde que se instauró la democracia.
Esa misma fuente contrapone la personalidad de Arenas con la de Miguel Ángel Rodríguez, hoy asesor de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid y en el pasado jefe de comuncación de Aznar: “Para que que te hagas una idea, Arenas es lo contrario: MAR conseguía muchas cosas de Aznar por su descaro, por cantarle cuatro verdades de vez en cuando. Arenas lo conseguía y lo sigue consiguiendo por lo contrario: porque dice lo que el otro quiere oír".
Ciertamente, su campechanía, simpatía y un hablar sin salidas de tono es algo que resaltan quienes lo adoran –que no son pocos a pesar del paso de los años y los problemas– y quienes lo desprecian. Es el talante que le permitió conocer a fondo un partido que él ayudó a organizar. Entre esas personas, Cospedal, a quien metió en política dándole un cargo en el ministerio de Trabajo que él dirigió. Fue el artífice de que la manchega entrara en el Gobierno de Aznar y desde ahí desarrollara su larga carrera tanto en el Ejecutivo como en el partido.
Los motivos de su enemistad, que se fue enconando con el paso de los años, nadie quiere comentarlos explícitamente, pero fue una de las causas por las que Arenas se puso del lado de Soraya –enemiga de Cospedal en el equipo de Rajoy– cuando ambas se presentaron a unas primarias que ganó Casado.
Como secretaria general del partido, a Cospedal le tocó dar la cara cuando estalló todo el asunto de Bárcenas, tan amigo de Arenas que ambos solían quedar con sus mujeres. En las investigaciones sobre la Operación Kitchen –que investiga el espionaje encargado por el PP a Bárcenas –se supo que la manchega había encargado al comisario Villarejo que siguiera a Arenas para confirmar si eran ciertos los rumores que decían que el andaluz estaba al corriente de las andanzas del tesorero. En ese dossier se decía que Arenas defendía "a muerte" a Bárcenas.
Hoy Cospedal está imputada en la Operación Kitchen; Rosalía Iglesias, la mujer de Bárcenas está en prisión y su marido ha cumplido la promesa de tirar de la manta si no la dejaban al margen. Y no le ha importado señalar a quien fue su amigo y lo defendió: Arenas, un político a quien su partido llama "pasado" pero que sigue ocupando titulares y un asiento en el Senado.
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