Bette Davis contra Joan Crawford en 10 asaltos – Hollywood

Si hubo una guerra truculenta en Hollywood esa fue la protagonizada por Bette Davis y Joan Crawford. Reinas absolutas de la pantalla e iconos ‘camp’ para los fans del cine clásico, las dos actrices solo coincidieron en una película, ‘¿Qué fue de Baby Jane?’, pero el historial de su antipatía mutua es una de las leyendas más longevas y comentadas de Hollywood. Esta es, paso a paso, la historia de una Guerra Fría entre dos de los mayores emblemas femeninos de la historia del cine; dos grandes damas que hicieron del comentario afilado, los desplantes y las estratagemas maliciosas una brillante forma de enemistad.

Para empezar a hablar de una guerra, hay que presentar bien a los dos bandos enfrentados. Bette Davis ganó dos Oscars por ‘Peligrosa’ (1935) y ‘Jezabel’ (1938) respectivamente, y siempre presumió de ser mejor actriz que Crawford. «¿Por qué soy tan buena interpretando a zorras? Creo que es porque no soy una zorra. Quizá esa es la razón por la que Joan Crawford siempre interpreta a damas», dijo una vez. Crawford, por el contrario, siempre fue considerada más estrella que actriz pese a que sus enormes ojos dieron brillo y matices a interpretaciones asombrosas como las de ‘Alma en suplicio’ (1945), por la cual ganó la preciada estatuilla.

Pese a lo que dijeran, ambas tenían mucho en común. Crawford llegó a plantarse ante Louis B. Mayer, el gerifalte de la Metro, para obtener mejores personajes y Davis hizo lo propio con Jack Warner, con cuyo estudio llegó a tener un pleito en los tribunales. Las dos fueron mujeres fuertes en una industria dominada por hombres; dos especímenes únicos que se construyeron a sí mismas de la nada. Crawford (o Lucille Le Sueur, como se llamaba realmente) desde la extrema pobreza de su infancia. Davis, más acomodada económicamente, desde las ganas de comerse el mundo pese a un físico poco convencional para la tierra del glamur y el éxito basado en la imagen.

A mediados de los años 30, Bette Davis y Joan Crawford pertenecían a dos estudios competidores entre sí: Warner y Metro Goldwyn-Mayer. Sin embargo, no fue eso lo que inició su legendaria rivalidad. El origen hay que buscarlo en un hombre. Por aquella época, el también actor Franchot Tone y Bette Davis iniciaron un romance casi al tiempo en el que ella se convertía en una actriz de prestigio gracias a ‘Cautivo del deseo (1934) y ganaba su primer Oscar por ‘Peligrosa’ (1935). Justo entonces, Crawford, recién divorciada de Douglas Fairbanks Jr. protagonizó junto a Tone ‘Today we live’ (1935) y durante el rodaje hizo todo lo posible para seducirle. Poco tiempo después ambos se casaban y Bette Davis se quedaba compuesta y sin novio algo que, al parecer, jamás le perdonó a Crawford.

A mediados de los años 40, la carrera de Bette Davis en el estudio para el que trabajaba, la Warner, comenzaba a declinar peligrosamente. Tras un éxito como ‘Mr. Skeffington’ (1944), los buenos personajes y las películas con directores de renombre como William Wyler empezaban a escasear. Uno de los papeles que la reina del estudio rechazó fue el de Mildred Pierce en ‘Alma en suplicio’ (1945), la historia de una madre proletaria que tiene que hacer frente a la crueldad de su hija en una historia que mezclaba, a partir de una novela de James M. Cain, el melodrama y el cine negro. Crawford, que a principios de la década se había ido de la Metro de mala manera, fue la que finalmente aceptó encarnar el personaje. La ironía quiso que acabase ganando el Oscar por hacerlo. A partir de entonces, se convirtió en una de las grandes apuestas de Warner de cara a sus melodramas. Su nuevo contrato con el estudio hizo que dos de las grandes reinas de Hollywood coincidiesen en el mismo lugar y haciendo el mismo tipo de personajes. Mientras que la carrera de Bette en Warner languidecía, Crawford se reinventaba y se convertía en talismán para la taquilla con películas como ‘Humoresque’ (1946).

A principios de los años 60, cuando a Jack Warner le plantearon producir una adaptación de la novela de Henry Farrell, ‘¿Qué fue de Baby Jane?’ contando en el reparto con dos de las viejas glorias de su estudio, casi se muere del susto. Para el magnate, tanto Bette como Joan estaban acabadas y unirlas en una película resultaría ridículo y poco productivo. Cuando acabó aceptando el reto, fue la propia Davis la que le planteó sus dudas al director, Robert Aldrich. La actriz le preguntó si se «había follado a Joan«. «Porque si lo hubieses hecho, no serías justo con las dos», apostilló. Cuando Aldrich le contestó que no, Bette se quedó mucho algo más tranquila. Tanto ella como Joan aceptaron protagonizar la historia de dos hermanas que fueron estrellas de cine en el pasado y conviven en un viejo y gótico caserón de Los Angeles. El choque de trenes no había hecho más que comenzar…

Cortés hasta el paroxismo, Crawford quiso empezar el rodaje de ‘¿Qué fue de Baby Jane?’ con buen pie. Como mujer del presidente de Pepsi Cola que era por aquel entonces, instaló una pequeña máquina de refrescos de la firma en el plató para deleite de todo el equipo técnico y artístico. Las ganas de fastidiarla hicieron que Bette Davis hiciese lo propio, instalar otra máquina pero … de Coca-Cola. Fue una de las primeras argucias que iniciaron la batalla entre las dos actrices.

Los rumores sobre la bisexualidad de Joan Crawford hicieron pensar a muchos que, durante su juventud, intentó cortejar a Davis. Aunque nunca se demostró, lo que sí es cierto es que, al iniciarse la filmación de ‘¿Qué fue de Baby Jane?’, Joan no dejó de enviar regalos y flores a Bette en señal de cordialidad y afecto. Esta le dijo que parase «de una vez» porque no tenía tiempo de ir a comprar presentes para corresponder su amabilidad. Años más tarde, cuando le preguntaron a la Davis si Crawford era o no lesbiana, al cabo de los años, su malévola respuesta fue memorable: «No lo sé. Nunca me acerqué tanto a ella como para comprobarlo».

Otra de las señales de discordia que se produjeron durante el rodaje de la película de Aldrich tuvieron que ver con escenas muy concretas. Mientras filmaban el momento en el que el personaje de Jane tiene que levantar en brazos a su hermana paralítica, Davis advirtió a Crawford que no fuese un peso muerto, ya que tenía serios problemas de espalda. La segunda, a sabiendas de que iba a fastidiar a su rival, hizo justo lo contrario de lo que le había pedido. En otra secuencia en la que Baby Jane golpea brutalmente a su hermana Blanche, Davis le dio alguna que otra patada de verdad y llegó a confesar que lo pasó «muy bien» cuanto tuvo que empujar su silla de ruedas.

La estrella también criticó con fiereza el empeño de su compañera por aparecer ‘glamurosa’ mientras que ella añadía capas y capas de maquillaje a su rostro para acentuar el lado más esperpéntico del personaje de Baby Jane. «En su vestuario había sostenes de tres tallas. En la famosa escena en la que aparece tumbada en la playa se puso uno de los más grandes. Seamos francos: cuando una mujer está tumbada boca arriba, por muy exuberante que sea, el busto no permanece erecto. En la escena yo me caía encima de ella. Casi me corta el aliento. Fue como caer sobre dos balones de fútbol», aseguró Bette Davis en una de sus memorables entrevistas televisivas. Aunque durante la mayor parte del rodaje ambas se detestaron, tanto una como otra intentaron mantener una falsa cordialidad que solo se rompió con alguna que otra sutil ‘vendetta’ como las anteriormente mencionadas.

Para sorpresa de Jack Warner, ‘¿Qué fue de Baby Jane?’ se acabó convirtiendo en un enorme éxito de taquilla pese a su escueto presupuesto y a la poca confianza que el estudio había depositado en la producción. Pese a las magníficas críticas, Bette Davis fue la única de las dos protagonistas nominada al Oscar por su interpretación. Según la mítica protagonista de ‘La loba’, Crawford se encargó de malmeter entre los miembros de la Academia para que no votasen por ella. «Era muy envidiosa», añadía la actriz al recordarlo. El dato puede ser cierto a tenor de lo que Joan en la noche de los Oscars. La estrella se prestó encantada a recoger el galardón de Anne Bancroft, nominada por ‘El milagro de Anna Sullivan’, en caso de que esta ganase, como efectivamente sucedió. Así, cuando anunciaron a la ganadora del premio, Crawford anduvo hasta el escenario triunfante y cuentan que, al toparse con Davis en su camino, le espetó de forma irónica: «Permiso, querida». Davis no podía creer lo que veían sus ojos: su enemiga recogía, finalmente, el Oscar para el que ella era, según la prensa, la gran favorita.

Inmediatamente después del éxito de ‘¿Qué fue de Baby Jane?’, Robert Aldrich quiso volver a reunir a las dos divas en una historia de terror gótico bastante similar, ‘Canción de cuna para un cadáver’. Como los tiempos y el presupuesto no se ajustaban a lo que Crawford demandaba, esta fingió estar enferma para excusarse y abandonar la película. En su lugar, el estudio contrató a una vieja amiga de Bette, Olivia de Havilland. Años después, las afiladas lenguas de Hollywood asegurarían que Joan Crawford admitió, en ‘petit comité’, haber cometido uno de los mayores errores de su carrera profesional.

Una de las pruebas más evidentes del fuego cruzado entre ambas fueron las frases que se dedicaron años después de coincidir en la misma película. Joan Crawford era la menos vehemente de las dos. «Nunca tuve tiempo de ser su amiga», aseguró escuetamente en una entrevista cuando surgió el tema. Bette Davis se despachó más a gusto. «No la mearía ni aunque estuviese ardiendo en llamas» o «Uno nunca debe decir cosas malas sobre los muertos, sólo se deben decir cosas buenas… Joan Crawford está muerta, ¡qué bien!», fueron algunas de las perlas más célebres sobre su rival. Sin embargo, cuando Christina, la hija adoptiva de Crawford, publicó ‘Queridísima Mamá’, un libro en el que se despachaba a gusto contra su madre, Davis fue una de las actrices que salió en defensa de su vieja compañera de reparto. «Nunca fui la mayor fan de Joan Crawford pero respeté y respeto su talento. No se merecía un libro así de su hija», aseguró, quizá consciente de que, en el fondo, nuestros enemigos también nos hacen grandes.

Vía: Fotogramas ES

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