Ahora que ha muerto el duque de Edimburgo se plantea la gran pregunta: de verdad está preparado Carlos de Gales para ser rey y ascender al trono del Reino Unido de Gran Bretaña

Hubo un tiempoen que el escándalo de su divorcio de la princesa Diana de Gales y su tenaz relación con su amante, Camilla Parker-Bowles, pusieron en entredicho la capacidad de Carlos de Gales, primogénito de la reina Isabel II y Felipe, duque de Edmiburgo (que acaba de fallecer), para asumir el trono. La primera en plantearlo fue la propia Diana de Gales, en la famosa entrevista de la BBC en la que revelaba que su matrimonio “era cosa de tres”.

La imagen de Carlos de Gales se hundió. Aparecía como un mal marido, infiel, extravagante ecologista, aferrado a sus jardines de Highgrove, su casa de campo de Gloucestershire, en el suroeste de Inglaterra, donde hoy vive con Camilla, y a su visión historicista de la arquitectura, que causaba polémicas con cualquier proyecto urbano que él considerara “demasiado” moderno.

Casi veinticinco años después de la muerte de Diana, las cosas son muy diferentes para el heredero de Isabel II. Ya nadie pone en entredicho que la reina Isabel II pasará el testigo a su hijo y no a su nieto, Guillermo, como se llegó a decir en esos años turbulentos. Su afición por la agricultura orgánica le coloca como un príncipe pionero y consciente del tiempo en el que vive y sus reflexiones sobre arquitectura son ya cosa del pasado. Recientemente, sin embargo, anunció que ya no iba a seguir arrendando su finca ecológica –algo que hacía desde hace treinta años– , un signo de que, poco a poco, va soltando lastre en sus obligaciones actuales para asumir las del trono. Es una muestra de que quiere estar más libre para dedicarse a sus tareas de representación.

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El anuncio de esta venta supuso un paso al frente en un momento en el que la reina Isabel, a sus 94 años, está más retirada por culpa del coronavirus. Carlos ha puesto en marcha 16 organizaciones benéficas, a parte de la suya propia, The Prince’s Trust, que recauda más de 100 millones de libras al año. Su hasta ahora granja ecológica le ha permitido fundar el sello Duchy Originals para vender los productos provenientes de sus huertos y establos, desde cerveza a plantas medicinales, todos cultivados con criterios de proximidad y sin fertilizantes químicos. Parece, de todos modos, que quiere seguir involucrado en la agricultura ecológica: tiene el proyecto de convertir la finca del palacio de Sandrigham, propiedad real, en una gran granja de ovejas, sus animales favoritos.

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Mientras tanto, Carlos sigue con un ambicioso plan contra el cambio climático llamado Terra Carta y consistente en la recuperación económica gracias a la recaudación de 10.000 millones de libras mediante inversiones sostenibles. Antes de la pandemia visitó Davos y se reunió con Greta Thunberg para contarle el proyecto. Es evidente que Carlos quiere dar la imagen de un cambio generacional, a pesar de su edad.

Otro de los signos que indican que el relevó se está preparando es la presencia de Carlos en la ceremonia de inicio de la legislatura del gobierno británico, y que marca la agenda para años siguientes. Hasta ahora era la Reina la que acaparaba todo el protagonismo en este acto solemne con su discurso. En la última ceremonia estuvo acompañada del Príncipe Carlos. La imagen confirmaba que la sustitución escalonada es un hecho y que Carlos va, poco a poco acaparando más obligaciones.

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El príncipe se ha preparado toda su vida para ser Rey. El rey Eduardo VII, hijo de la Reina Victoria, casi tan longeva como la Reina Isabel, fue el precedente de Carlos, a principios de siglo. Pero su larga espera no fue perjudicial para su reinado. Al contrario, sus nueve años en el trono fueron un gran éxito.

Hay quien asegura que su ascenso al trono supone un problema porque no significará un cambio claro, algo que la Monarquía necesita. Pero estas voces en contra de Carlos son pocas. Nadie hubiera pensado que Camilla estaría a su lado cuando ascendiera al trono, pero hoy es evidente que nadie rechaza a la antigua amante, que trabaja para decenas de organizaciones benéficas contra el maltrato de los animales, la pobreza o la falta de vivienda, y que ocupara su lugar como reina consorte sin sobresaltos. Tampoco ocurrirá que Carlos abdique a favor de Guillermo.

Hay, sin embargo, una nube en el horizonte: la relación con el Príncipe Enrique. Según éste, su padre no le ha cogido el teléfono desde hace meses. ¿Cómo solucionará el conflicto Carlos? De momento sigue los pasos de su madre, que se comprometió a examinar con detenimiento las acusaciones de racismo, tras participar en un gabinete de crisis, junto con su hijo Guillermo.

Carlos no ha hecho ningún tipo de declaración, como sí lo hizo Guillermo. Pero, es evidente, que Carlos necesitará una dosis extra de paciencia y de empatía para no romper los lazos con su hijo, algo poco positivo para la Corona, en un nuevo comienzo. Es quizá la falta de empatía el punto débil de Carlos, educado en una familia de gran dureza desde el punto de vista emocional. Pero, pase lo que pase, al día siguiente de la muerte de la Reina, las banderas a media asta volverán a ondear en su lugar y Carlos será proclamado rey.

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