Bill Gates y Melinda: la pareja que nació de un rechazo y ha sobrevivido a (casi) todo pone sobre la mesa el divorcio más caro de la historia
Se conocieron en el trabajo, año 1987. Ella era una recién licenciada en Duke que acaba de ser contratada como gerente de producto de Microsoft y él el CEO de la compañía. Melinda (por aquel entonces Melinda French), acudió a un picnic organizado por la empresa y como llegó tarde, se vio obligada a sentarse en uno de los dos únicos asientos que quedaba libre. Quince minutos después entró en escena Bill Gates.
Obligados por las circunstancias a sentarse juntos, ella sí que notó desde el principio que él estaba interesado. Aun así, tardó varios meses en invitarla a salir y cuando Gates se decidió, Melinda le dio calabazas. ¿El motivo? La escena forzada y calculada al milímetro con la que ella no estaba dispuesta a tragar.
Resulta que se encontraron en el parking al salir de sus respectivos edificios de trabajo. Entonces, tras una charla sobre la universidad en la que ella había estudiado, él le preguntó si le apetecía salir a tomar algo dos semanas después. “¡Dos semanas! –contestó Melinda- ¡Eso no me parece muy espontáneo! ¡Nadie sabe qué va a hacer con tanto tiempo de anticipación!”. Lo que sí hizo Melinda fue darle su teléfono y solo dos horas después de aquella conversación, Bill Gates la llamó.
Quizá sorprendido por la espontaneidad de la joven –y de la que él no iba muy sobrado- o deslumbrado quizá por su seguridad, Gates le propuso ir a tomar una copa y ella aceptó. Desde entonces (y hasta ahora, que acaban de comunicar su divorcio a golpe de tuit) no se han separado.
Ambos, en comunicado conjunto, han explicado que habían tratado de solucionar las dificultades que atravesaba el matrimonio pero que, finalmente, no lo han conseguido. Eso sí, en todo momento han dejado claro que seguirán colaborando en la fundación que presiden y que lleva sus nombres, encargadas de velar por la salud mundial.
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Y es que aquel matrimonio que se fraguó en el parking de Microsoft y que no contó, en un primer momento, con el beneplácito de la familia de ella (que no veía con buenos ojos que fuera pareja de su jefe) acabó granjeando una de las mayores fortunas del mundo. Alrededor de 200.000 millones de dólares, para ser exactos.
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Los cálculos no siempre acertados de Bill Gates
Hay una imagen del ya extinto matrimonio que se ha repetido hasta la saciedad: una joven pareja ilusionada que parte la tarta nupcial entre carcajadas. El motivo era que Bill Gates había hecho un cálculo rápido sobre las porciones que no había tenido en cuenta un trozo de cartón que tiraba por tierra el plan maestro del cerebro de Microsoft. Cuando su ya esposa se dio cuenta, estalló en carcajadas. Y él también.
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Pero no fue el único cálculo que llevó Gates en la relación. Cuando comenzaron, él tenía en mente que la relación era más “casual” de lo que acabó siendo hasta que, finalmente y tras varios “te amo” se plantearon si debían seguir dando pasos. Un día, y a pesar de que en el trabajo mantuvieron siempre distancia y pidieron discreción a todos sus allegados, ella lo encontró anotando en una pizarra pros y contras: los de casarse. Y ganaron los pros.
Ahora, veintisiete años después de que aquella historia diera comienzo, han decidido poner fin a su matrimonio y, aunque en un primer momento pudiera no parecerlo, finalmente Bill Gates y Melinda han conseguido una de sus máximas: formar un equipo tan fuerte como el de Bill Gates Sr. y Mary Maxwell –los padres de él-, de los que decían que eran verdaderos socios en aspiraciones profesionales y en su vida en pareja.
Es cierto que han sacado la parte de pareja de la ecuación pero mantienen el equipo de filántropos poderosísimos que encarnan –en una de sus últimas acciones donaron 250 millones de dólares para combatir el Covid-19- y siguen funcionando como equipo con sus hijos.
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Jennifer Katharine, Rory John y Phoebe Adele no heredarán el imperio de sus padres porque, según señalaron Bill y Melinda Gates, ellos “van a recibir una gran educación y algo de dinero, así que no van a ser pobre, pero van a salir y hacer su propia carrera”.
La incógnita que queda ahora en el aire es cómo el matrimonio decidirá repartir la fortuna tras el divorcio que, según empieza a comentarse, podría ser el más caro de la historia.
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