Los cumpleaños felices de Isabel Pantoja

Los habitantes de Cantora dilapidan los días viendo telenovelas o actuaciones antiguas en VHS de la reina de la copla, según las versiones de los empleados a los que fueron largando y de los familiares que abandonaron el nido. La gris monotonía se rompe el 2 de agosto, día en que se celebra el cumpleaños de Isabel Pantoja. Este año la sevillana cumple 65. Lo hace alejada de susdos hijos, a los que el colorín apodó como Paquirrín y Chabelita. Kiko Rivera se marchó alegando que las cuentas no estaban claras (la sombra de la herencia de su padre, Paquirri. es alargada) e Isa Pantoja cansada de los desaires de la madre, la abuela Ana Martín y del tío Agustín. Pero ¿cómo celebraba Isabel su día en los tiempos felices?

La fiesta empezaba al mediodía, pese a que la víspera muchos de los convidados al ágape de Maribel (como la llaman los íntimos) habían celebrado el cumpleaños de Manuel Cortés, hijo del primo de Pantoja, Chiquetete y de la televisiva Raquel Bollo, a la que durante un tiempo Ia tonadillera tuvo empleada como asistente de vestidor y camerino durante sus giras. La piscina de obra ochentera de la finca de 400 hectáreas, sita entre Barbate y Medina Sidonia, era el epicentro del guateque. La cita exigía como etiqueta el bañador.

Entre los invitados se encontraban los familiares de Isabel, amigos como la citada Bollo, Luis Rollán, Falete, Chelo García Cortés o las Mellis y un reducido número de fans. Los conocidos como Pantojistas se organizaban para recaudar fondos (se habla de entre 150 y 250 euros por barba) y entregar a la homenajeada, su diva, un cheque regalo de El Corte Inglés para que fuese ella la que decidiese en quéinvertir la suma. A Isabel le vuelven loca las gafas de sol, los bolsos tote de marca y las chalinas. También recibe ramos de flores de su club de fans, tantos, como años suma.

Todos eran atendidos con igual mimo por el personal de servicio de la casa, pese a las voces –entre ellas las de su primogénito- que apuntan a que Isabel emplea a sus seguidores como trabajadores de la finca durante sus fastos. Durante la emisión de Cantora, la herencia envenenada (TeleCinco) Kiko aseguró que había visto a groupies de su madre fregar y pintar algún edificio del cortijo en el que un día reinó Carmina Ordóñez, primera mujer de su progenitor, Francisco Rivera Paquirri, al que mató un toro cuando Francisco José Rivera Pantoja tenía siete meses. Alejandro Albalá, ex pareja de Chabelita, confirmó la versión de su ex cuñado añadiendo que “A las fans las he visto fregar los platos, planchar, poner césped y hasta un tejadillo a 40 grados a la sombra”.

En estos aniversarios los aperitivos eran abundantes y de carácter español, tortilla de patata, croquetas, ensaladilla rusa… Entre tantos destacaba el gazpacho preparado por la propia Pantoja que ese día prefiere no elaborar el pollo al que bautizó con su apellido. El plato principal lo cocinaba Agustín Pantoja. En directo, la mano derecha de la cumpleañera, preparaba tres paellas. Una de marisco, otra de carne y una tercera de verduras. La Pantoja se reserva un plato de la primera, su favorita. Del arroz se disfrutaba en la pista de tenis, donde se habían dispuesto varias mesas de catering por la mañana. Entre los huéspedes se rumoreaba que habían viajado desde Fuengirola, donde Maribel montó el restaurante Cantora y la discoteca Cantora Kopas. Cada comensal se sentaba con quien le daba la gana.

Tras la salida de la tarta, cuyas velas soplaba la intérprete de "Marinero de luces" ayudada por los pulmones de sus nietos, al grito “Ay, ay, ay, ay, Pantoja es lo que hay” de sus seguidoras, su hijo Kiko pinchaba música mientras sus colegas y el resto de presentes se refrescaban en la piscina. A medida que se extinguía la tarde, artistas como Falete –acompañado a la guitarra por Agustín– daban comienzo a una juerga flamenca mientras otros ocupaban la barra libre inaugurada a primera hora alrededor de la charca. Isabel no acostumbra a entonar ningún romance el día que cumple veranos. Ese día, su día, no trabaja aunque hay quien apunta que es alumna de la escuela de Concha Piquer, folclórica a la que Pantoja admira especialmente, que según sus propias palabras si no cobraba no se divertía.

Por la noche se cenaba carne a la barbacoa y continuaba la marcha. Isabel hablaba, reía y bailaba con todos, huyendo de una camarilla que buscaba su sombra. La del barrio de Triana tiene fama de hospitalaria. A las cinco de la mañana se servía café de puchero y más de uno se preguntaba, como cantaba Rocío Jurado, “¿Qué no daría yo por empezar de nuevo?”.

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