Todas las razones por las que no contesta a los WhatsApp
Dos son los grupos de personas que se definen en WhatsApp. Por un lado están aquellos que al recibir un mensaje, lo leen y dejan la respuesta para después con el tic azul en visto. O también los que reciben un mensaje y directamente no lo leen a pesar de entrar en WhatsApp y saber que lo han recibido. Pero por otro lado, se encuentran aquellos que viven pegados a la mensajería instantánea y envían y esperan respuestas al momento. O al menos, en el mismo día.
Puede que seas del primer grupo o del segundo, pero seguro que te identificas con alguno. Los detractores de WhatsApp no siempre actúan así, a veces contestan al momento y se involucran en una conversación, pero saben que, en cualquier instante, su actitud inicial volverá a su cauce, dejando en leído a la persona que se encuentra al otro lado de la pantalla. Si pudieran, incluso, habilitarían un mensaje automático de out of the office para no contestar.
Pero lo cierto es que esta tardía o jamás recibida respuesta no es un acto consciente de la persona que ha recibido el mensaje, sino que se trata de un comportamiento inconsciente que responde ante pensamientos innatos. La persona que tarda en contestar piensa que lo hará más tarde, se olvida de volver a escribir en ese chat, piensa la respuesta en el cerebro pero no la escribe o termina pidiendo disculpas a los días por no haberlo hecho en el momento. Y esto suele ser algo que, además, enfada (y mucho) al emisor.
Sí, no contestar es un mal hábito, pero las personas que actúan así, en la mayoría de los casos no lo hacen conscientemente ni a propósito. Se trata de una tendencia masoquista que busca posponer una respuesta que puede darse en tan solo unos segundos, pero su razón de ser guarda relación con uno de los factores que más alteran el comportamiento humano: la ansiedad.
La ansiedad es la principal causa
El temor a iniciar una conversación y alargarla en un tiempo en el que se podría estar realizando otra actividad, a involucrarse en un chat dentro de un contexto en el que la persona podría estar trabajando o con amigos disfrutando del tiempo de ocio sin el móvil son dos de las causas principales. A veces se espera a encontrarse en el contexto adecuado para ofrecer al emisor una respuesta elaborada y clara, en lugar de contestar mal y rápido. El problema es que, fruto de esta ansiedad, muchas veces se olvida ese mensaje y el receptor se da cuenta tras revisar sus últimos chats o al pensar en la otra persona.
El miedo a descentrarse en el momento o no saber qué decir y sentirse obligado son causas de este comportamiento. Pero si se quiere cambiar, se puede. Los psicólogos afirman que lo único que hace falta es asumir esa responsabilidad, la encargada de decidir qué mensajes son prioritarios y cuáles no y saber que hay una -o varias- personas esperando una respuesta.
No significa que no contestar o contestar tarde esté mal, sino que, en determinados momentos es necesario. También puedes recurrir a una llamada rápida si crees que se puede solucionar en es tramo de tiempo o enviar un audio mientras realizas otras actividades.
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