Crítica de ‘Garra’: Adam Sandler acierta con la película de la NBA de Netflix
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Garra utiliza un poco de todo aquello en lo que Adam Sandler (Billy Madison) destaca para hacer una reconfortante dramedia deportiva que es una bienvenida adición a su filmografía. El amor de Sandler por la NBA se respira en esta película y -desde el protagonista hasta los extras- las ligas encajan a la perfección con un amplio abanico de actores. La película no es perfecta, pero es genuina cuando el momento lo requiere.
Garra forma parte de la nueva era de películas deportivas que no tratan sobre el juego, sino sobre las maquinaciones que lo rodean. El toque del director Jeremiah Zagar (We The Animals) es el adecuado para este tipo de película que podría haber sido fácilmente mal manejada por otro cineasta.
Cuando un gran cambio en su carrera le cae encima al ojeador de los Philadelphia 76ers, Stan Sugarman (Sandler) se ve obligado a dejar de compadecerse de sí mismo y salir a buscar a la próxima estrella. Lo encuentra en el trabajador de la construcción Bo Cruz (Juancho Hernangomez) en las canchas de baloncesto de España. Bo se dedica a timar y a sacar dinero a los desprevenidos jugadores de baloncesto, pero también le demuestra a Stan que tiene lo que hay que tener para jugar en las grandes ligas. Stan paga la factura e intenta en secreto que Bo entre en el draft de la NBA, pero se encuentra con un mundo de oposición. Tanto Bo como Stan deben enfrentarse a su pasado para convertirse en las figuras de la NBA que aspiran a ser.
Crítica de ‘Garra’
La colección de actuaciones dramáticas de Sandler parece crecer cada cuatro o cinco años. A estas alturas, el ex alumno de Saturday Night Live ha conseguido al menos domar a los críticos de sus trabajos más serios. Sorprendentemente, Garra no intenta ser algo que no es. La película planta sus pies firmemente en el mundo de la NBA y no se mueve. Los créditos finales están vacíos de nombres como Queen Latifah (Set It Off) y Robert Duvall (Days Of Thunder) y en su lugar incluye a jugadores de baloncesto como Trae Young, que apenas tiene líneas de voz en la película. Aunque confusa al principio, la elección es en realidad una carta de amor al baloncesto y emplea material encontrado para evocar un sincero saludo al deporte.
Hernángomez es conocido por el aficionado empedernido a la NBA, pero no por el profano. Esto acaba jugando a su favor porque el público llega sin ciertas suposiciones o conocimientos que podrían desbaratar su disfrute de la película. Hernangomez interpreta bien a Bo a pesar de ser su primera actuación. El mérito de Zagar es colocarle en situaciones que no sólo le alejan de los monólogos exhibicionistas, sino que también demuestra que era el actor adecuado para este papel. Frente al estoico Hernángomez está el escolta de los Minnesota Timberwolves Anthony Edwards, que deja claro que es el jugador más capaz de hincarle el diente a una escena de palabras. Edwards interpreta esencialmente al antagonista y, en las escenas en las que habla mal de Bo en la cancha, se convierte en el intérprete más atractivo de toda la película.
La principal pega de Garra es un montaje de entrenamiento lo suficientemente largo como para que suenen dos canciones en su totalidad. Los montajes de entrenamiento son un elemento básico en el género de las películas deportivas y Garra tiene el corazón en su sitio. Pero en los montajes suelen luchar entre sí la escritura del guión, la dirección y el montaje. El montaje se centra en Bo corriendo por una colina en menos de dos minutos. La primera mitad es un esfuerzo tanto para él como para el espectador. La segunda mitad funciona mucho mejor. En aspectos menores, la película también comete el mismo error. Tanto si se trata de niños jugando al baloncesto como de Sandler viajando, todos los montajes de la película son al menos demasiado largos y dejan de lado los momentos más conmovedores que sí merecen ese tiempo.
Los papeles secundarios de Ben Foster (Hell Or High Water) -inusualmente reservado, pero tan testarudo como siempre- y de Heidi Gardner (SNL), de vez en cuando, ponen en aprietos a Garra. Intentar batir el récord de montaje consecutivo más largo tampoco ayuda, pero nada de eso importa. Garra consigue ser exactamente la película que se propone: Una mirada al interior de lo que se necesita para entrar, y permanecer, en la muy competitiva NBA.
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