Amenábar vs Almodóvar, el duelo que nunca acaba
Ya es oficial: Mientras dure la guerra (17 nominaciones) y Dolor y gloria (16 candidaturas) se batirán en duelo en la 32 edición de los Goya. Con permiso de la peligrosa La trinchera infinita, Alejandro Amenábar y Pedro Almodóvar llegarán a la gran celebración del cine español con la etiqueta de grandes favoritos, un calificativo que los ha acompañado durante toda su carrera. El duelo entre la gran sorpresa taquillera de este año y la película más autobiográfica de nuestro director más internacional promete ser antológico. No es la primera vez que se enfrentan, metafóricamente hablando. A lo largo de sus respectivas carreras, ambos cineastas han coincidido en la lucha por los Goya en tres ocasiones, aunque curiosamente su primer encuentro en la ceremonia fue cuando el manchego entregó el premio a la mejor dirección a Amenábar por su trabajo en Los otros.
Si Amenábar es el cineasta más premiado en la historia de los Goya (con ocho cabezones repartidos en cuatro categorías diferentes), Almodóvar es el que más veces ha sido escogido (siete presencias, a pesar del histórico rechazo a Hable con ella) para representar a nuestro país en los Oscar. Los directores están empatados con Fernando Trueba, la otra vaca sagrada de la Academia, en otros dos terrenos de juego: obras ganadoras del Goya a la mejor película del año (tres veces cada uno) y Oscar a la mejor película de habla no inglesa en los premios de la Academia de Holllywood (una estatuilla dorada para cada director). Ambos tienen también una deuda pendiente en sus extraordinarios currículums. A pesar de ser los cineastas españoles con mayor exposición global desde Luis Buñuel y Carlos Saura, ninguno de ellos ha ganado todavía en uno de los grandes festivales de clase A: el director nacido en Chile se quedó a las puertas del León de Oro de Venecia con Mar adentro en 2004, mientras que el manchego es la dama de honor más célebre del Festival de Cannes, con premios como director y guionista, pero sin haber obtenido aún la codiciada Palma de Oro.
El primer enfrentamiento entre ellos, el más mediático de todos, llegó en 2004. Ese año el director de ¡Átame! hacía historia al ser seleccionada para inaugurar Cannes. Era la primera vez que una película española arrancaba el festival más importante del mundo. En septiembre de ese mismo año, Almodóvar acudía al Festival de San Sebastián para entregar el premio Donostia a Woody Allen. Tal y como recoge el libro Almodóvar, la película de su vida, días antes de su visita algunos medios de comunicación españoles habían insinuado que había tensiones entre Amenábar y Almodóvar, ambos aspirantes a representar a España en los Oscar (junto al habitual Garci y su Tiovivo C. 1950). Durante su comparecencia ante la prensa desplazada a la ciudad donostiarra, el director de Kika achacó esos rumores a periodistas como Borja Hermoso, Jorge Berlanga y María Eugenia Yagüe y desmintió cualquier tensión con su compañero de profesión. “No me váis a dejar respirar. Lo bueno es que, afortunadamente, el oxígeno está en otros lugares y puedo seguir respirando. Y lo de que Alejandro Amenábar yo tenemos problemas es una tontería”, recogía El Mundo entonces.
Cuando se anunciaron las nominaciones a los Goya a principios de 2005, la balanza se decantó claramente por uno de ellos. Con 15 menciones para Mar adentro y cuatro para La mala educación, Amenábar lanzó un capote a su compañero. “Es y será el mejor cineasta que ha habido en España. Es un icono de la cultura popular española”. Finalmente, el drama inspirado en la historia de Ramón Sampedro fue la película del española del año gracias a sus 14 cabezones (más que ninguna otra película en los 32 años de existencia de los Goya) y su Oscar, el cuarto para una película española.
Cinco años más tarde los directores volvieron a coincidir en un año histórico para el cine español en el exclusivo Festival de Cannes. Por primera vez, tres películas españolas formaban parte el mismo año de la Sección Oficial del certamen. Isabel Coixet (Mapa de los sonidos de Tokio) y Pedro Almodóvar (Los abrazos rotos) lucharon por la Palma de Oro, mientras que Ágora, la película más ambiciosa de Amenábar, se vio fuera de competición. Ninguno de ellos salió particularmente reforzado de su paso por el festival francés y el cine español volvió a casa sin ningún. En septiembre de ese 2009, la industria dejaba entrever su indiferencia por el drama protagonizado por Penélope Cruz y Lluis Homar al no incluirla en la terna de aspirantes a ir a los Oscar. En enero, las sospechas se confirmaron cuando Los abrazos rotos se quedó con cinco nominaciones (ninguna de ellas en mejor película o mejor dirección), por las 14 de Ágora. Amenábar se pronunció públicamente ante el enésimo capítulo de la mediática relación entre la Academia y Almodóvar. “Que si Pedro sí, que si Pedro no. Este año en las candidaturas principales hay gente muy buena.Por supuesto que deseo que Pedro vuelva a casa, pero a veces nos olvidamos de que él ya ha ganado Goyas. Yo, que me siento muy bien tratado en estos galardones, he pasado igual que él por grandes decepciones.
En 2010 Álex de la Iglesia se enfrentaba a su primera edición de los Goya al frente de la Academia. Nadie pensaba que Almodóvar, que llevaba ocho años sin pisar la ceremonia tras sus desacuerdos con la institución (ni siquiera estuvo presente para recoger los premios de Volver), iría a la gala. Sin embargo, el director vasco aprovechó su buena relación personal con él – Almodóvar produjo su primera película, Acción mutante – para convencerle de que era el momento de enterrar el hacha de guerra. Amenábar volvió a ganar técnicamente el duelo entre ambos directores gracias a los siete premios a Ágora – incluyendo uno al mejor guion original en el que se enfrentaba directamente a su colega – pero el protagonista de la noche fue el responsable de Los abrazos rotos. Sin que nadie lo supiera al no pasar previamente por la alfombra roja ni estar presente en el patio de butacas durante la gala, Almodóvar fue el encargado de coronar como la mejor película del año a Celda 211. Aunque la edad de oro del thriller en España había iniciado oficialmente, al día siguiente todos los medios hablaban del emocionante reencuentro de la Academia y el enfant terrible.
Pasaron los años y la Academia optó por reconocer nuevos talentos como Pablo Berger, Raúl Arévalo y Alberto Rodríguez. La inactividad de Amenábar retrasó el inevitable tercer encuentro entre los dos directores clave del cine español en el siglo XXI. Hasta que llegó 2019, con la primera incursión del hispano chileno en la complicada historia española y la decisión del manchego de crear una autoficción alrededor de su vida, sus dolores y sus lamentos. El primer round lo ganó Almodóvar al ser enviado a los Oscar. El segundo se lo llevó su rival al imponerse en taquilla. Las nominaciones a los Goya (17 contra 16) han mantenido un empate técnico. Habrá que esperar hasta el 25 de enero para descubrir quién se lleva esta nueva batalla. Que gane el mejor.
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