Su pasado nazi y otros datos sobre el Concierto de Año Nuevo en Viena

Es una de las citas ineludibles del año para los apasionados de la música. Con una audiencia de más de 50 millones de personas en todo el mundo, el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena es una de las tradiciones más arraigadas de la temporada navideña. ¿Qué mejor manera de comenzar el año que con unos vals de la dinastía de los Strauss?

Cómo conseguir una entrada

Las entradas más baratas cuestan 35 euros y las más caras 1.090 euros, pero hay un problema. La demanda es tan alta que desde hace unos años las entradas de venta general (unas 900) solo se pueden conseguir por sorteo.

El que desee un ticket tiene que registrarse en la web de la Filarmónica de Viena y reservar la entrada con un año de antelación, concretamente entre el 1 y el 28 de febrero. Cuando finaliza ese plazo comienza el proceso de sorteo. Los ganadores son avisados por correo en marzo y una vez conseguida la plaza se hace el pago.

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El auditorio más bello del mundo

El recital se celebra en la magnífica Sala Dorada del Musikverein, el palacio erigido en 1870 a propuesta del emperador Francisco José I de Austria. Inspirado en el Alto Renacimiento y la arquitectura clásica, el barón Theophil Hansen de origen danés planteó un auditorio que compitiera con la grandeza de la Ópera Estatal y utilizó las referencias estilísticas que había asumido durante su estancia en Atenas: las cariátides de la sala, las columnas del exterior del edificio y las representaciones de Apolo y las musas en el techo del auditorio son algunos ejemplos de la influencia griega.

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Un director que cambia cada año

La tradición de cambiar de batuta se remonta a 1979, el año que Wili Boskovsky, el director que popularizó el concierto, se vio obligado a cancelarlo por temas de salud. La filarmónica decidió contratar a Lorin Maazel, que dirigió los conciertos hasta 1986, cuando los músicos votaron para tener a un director distinto cada año.

¿Por qué se tocan piezas de Strauss?

El 22 de mayo de 1899, el septuagenario Johann Strauss dirigió una representación de Die Fledermaus en la Ópera de la Corte al frente de la Filarmónica de Viena con la fatal fortuna de que cogió un resfriado esa noche que desembocó en una neumonía mortal. Falleció unos días después. Tras la muerte del compositor, la orquesta olvidó las piezas del artista vienés en favor de piezas menos populares para la época.

El interés en su obra se renovó en 1921, cuando se inauguró el memorial a Strauss en Viena y Arthur Nikisch dirigió varios de sus valses, y más tarde, en 1929, el director Clemens Krauss inauguró la tradición anual de recitales dedicados al repertorio de Strauss en el festival de Salzburgo, adelantando el formato.

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El pasado nazi del concierto

El primer concierto tal y como lo conocemos hoy tuvo lugar en 1939. En tiempos de guerra, la Filarmónica de Viena decidió organizar una cita musical con piezas de la dinastía de los Strauss y destinar los beneficios a la Kriegswinterhilfswerk, la campaña por los desfavorecidos liderada por el partido nazi. El concierto se celebró cada año durante el conflicto bélico como una una forma de mostrar la unidad del Tercer Reich. En 1955 entró el director Willi Boskovsky, quien reconvirtió esta cita en una manera de recordar el esplendor vienés a través de la música de uno de sus compositores más célebres.

Artículo publicado originalmente en diciembre de 2018 y actualizado.

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