La dolorosa confesión de la ex de Rufián: Lloro sabiendo que ya no podré recuperar al amor de mi vida
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, se ha convertido este domingo en un inesperado protagonista fuera de la política. Su expareja y madre de su hijo Biel de 8 años, Mireia Varela, ha publicado un desgarrador mensaje a través de Instagram en el que llora abiertamente el fin de su relación hace ahora un año con el político, que actualmente mantiene una relación con Marta Pagola, jefa de prensa del PNV en el Congreso.
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Desde entonces, Mireia ha escrito poquísimos posts. Uno, el 31 de diciembre de 2018, anunciaba “es el fin” y lo acompañaba con el poema de Jaime Sabines Me doy cuenta de que me faltas. Tres más en enero de 2019 -de su hijo, una foto suya en biquini y otra viendo la cabalgata de Reyes-, hasta hoy.
Este domingo, para empezar el año, ha escrito un largo mensaje con una imagen en negro en el que describe la pesadilla por la que sigue pasando desde que ella y el mediático político, clave una posible investidura de Pedro Sánchez como presidente, rompieron.
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“Despedí 2018 llorando sabiendo que perdía el amor de mi vida”, comienza. “Lloré todos los días, tardes y noches. Le supliqué mil perdones y deseé cada hora su vuelta. Centenares de noches en vela. Sufrimiento inconmensurable. Aislamiento del mundo. Dolor a la gente que me rodeaba. Incomprensión del prójimo, terapias y medicación. Discusiones sin fin. Dolor, dolor y más dolor”, continúa la catalana de origen andaluz -hizo que Rufián bailara sevillanas– que ha sido colaboradora en varios medios, es experta en Lengua española y Literatura Hispánica, en Español como Lengua Extranjera y está “buscando trabajo”, según desvela en su cuenta de Instagram.
Del mismo modo sigue escribiendo un tremendo texto: “He despedido 2019 llorando sabiendo que ya no podré recuperarle. Lloro en este 2020 por perder al amor de mi vida, al que escogí como padre de mi hijo, a mi mejor amigo, a mi apoyo incondicional, a mi alma gemela, a mi amante fiel, a mi eterno defensor, a mi paciente protector, a mi infatigable luchador por mí, a mi sueño de familia ideal. No he perdido a una persona en mi vida, he perdido parte de mí misma en él. Hay cosas que el tiempo no puede curar, ni ocultar, ni cicatrizar. Hay heridas eternas. Hay amores que no mueren. Hay personas que no se olvidan. Hay momentos que no se superan. Hay errores que no se perdonan. La felicidad ni se busca ni se alcanza ni se encuentra, se construye. La vida son batallas; a veces hay que luchar y otras hay que saber rendirse. Y yo me rindo”, concluye tratando de asumir el fin de una relación que comenzó años atrás como si fuera una película. Rufián la veía en el metro un día tras otro hasta que se lanzó dándole un papel en el que había escrito su número de teléfono y su correo electrónico. Mireia no pudo más que seguirle. Más incluso de lo que él hubiera querido.
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