Serena Williams y su manicura de koalas en Australia: todo el poder que esconden los gestos de la tenista

Nada más aterrizar en Australia para el primer gran torneo de la temporada, Serena Williams anunció que donaba íntegro el cheque del torneo de Auckland que acababa de ganar para ayudar en la lucha contra los incendios que están destruyendo el ecosistema australiano. La cantidad no es gran cosa: 38.000 euros, porque la competición neozelandesa no da para mucho más aunque ganes -excepto si eres hombre, claro: 76.000 euros-, pero tenía un valor simbólico importante: es el primer torneo que ha ganado Williams en tres años. Aunque Williams ya no necesita ganar torneos ni demostrar nada. Es la mejor de la Historia.Y fuera de las pistas lleva una trayectoria similar.

Para apoyar esa exigua cantidad, Williams ha tenido otro gesto: ha dedicado también parte de su última colección de su marca de moda S by Serena a los bomberos y las asociaciones que intentan salvar a la muy afectada fauna de la isla. No los beneficios, sino el importe total de la compra. Para recalcar más el compromiso, en su primer partido contra Anastasi Potapova, Serena lució en una de sus decoradísimas uñas el rostro de un koala.

También ha puesto en órbita el nombre de la artista australiana Cassie Byrnes, con su modelo de Nike, el más vistoso de la nueva colección australiana del gigante deportivo. Motivos inspirados en la cultura aborigen que han descubierto al mundo el talento de la artista, que ha trabajado 18 meses en la colección. Es decir, cualquier gesto de Serena importa. Y se traduce en dinero.

Esto es algo que saben bien las marcas, aunque el rancio mundo del tenis aún no se de cuenta y siga doblando bolsas como en Auckland dependiendo del género. Serena ingresó el año pasado entre 18 y 23 millones de euros por sus acuerdos con marcas. Una cantidad muy similar -con apenas un par de millones de euros de diferencia- de lo que se calcula que el número 1 del mundo, Rafa Nadal, ingresó en concepto de patrocinios y acuerdos.

A Serena se le estima un patrimonio neto de 171 millones de euros, de los que menos de la mitad vienen en premios, con bolsas que durante la mayor parte de su carrera han sido inferiores a los de los hombres. Una pequeña parte de esa fortuna ha ido a parar, desde 2014, a Serena Ventures, una empresa de inversiones de capital riesgo para startups de la que la tenista es presidenta… Y que entre sus 34 proyectos financiados cuenta ya con algunos unicornios, como Zipline, una empresa de transporte sanitario valorada en 2019 en más de 1.000 millones de euros.

En 2018, tras todo tipo de colaboraciones con Nike, ya fueran personales o con la estrella Virgil Abloh, se decidió a lanzar su propia marca, S by Serena, con una intención muy similar a la que ha adoptado Rihanna en Fenty: acabar con la belleza normativa "y crear ropa que esté pensada para todas las mujeres". Un proyecto a largo plazo en el que los valores de la combativa Serena se dejan notar. Ha conseguido ser la mejor de todos los tiempos, y lo ha hecho sin dar nunca un paso atrás. Ahora, lleva años construyendo algo similar en los despachos. Ella y su hermana Venus tienen acciones en el equipo de fútbol americano de los famosos -Miami Dolphins, en los que también han invertido las cantantes Gloria Estefan o Fergie-… Y en el millonario sustituto moderno del boxeo, las artes marciales mixtas de la UFC que han encumbrado a luchadores como Connor McGregor.

Para Nike su presencia también es insustituible: al mismo tiempo que en la Semana de la Alta Costura de París se exhibían las últimas colecciones, sobre la calurosa pista rápida australiana los gigantes milmillonarios del deporte enfrentan sus colecciones en pasarelas separadas por una red. Con Serena a la cabeza -y con Nadal presentando su propia línea de Nike: RAFA-, porque nadie genera más titulares que ella relativos a la moda deportiva. Su estilo se ha convertido en el de todas aquellas que no encajaban en la norma, o que no se imaginaban -como Naomi Osaka, o Coco Gauf, que a sus 15 años ha vuelto a derrotar a Venus- que el tenis pudiese pertenecerles algún día.

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