La más noventera y la más nueva es también la colección MÁS elegante de Zara
"Para mi se trata de la forma, de la funcionalidad y la proporción. Nunca he querido decorar", dijo un día sin fecha en el calendario la dama del minimalismo, la inventora real del menos es siempre más y de los patrones pulcros, ávidos de una sencillez aparente tras la dificultad de mantenerse fiel a los principios, al blanco y al negro y a la total carencia de filigranas. Jil Sander, colega de profesión de Calvin Klein, Donna Karan o Helmut Lang, puso distancia con la opulencia, los volúmenes y las tendencias maximalistas de los ochenta junto a este trío de diseñadores. Ellos fueron los que se apropiaron de la década de los 90 haciendo de las siluetas básicas su tarjeta de presentación. Esta nunca varió, y aunque hubo osados que lanzaron alguna acusación de monotonía y repetición, la proliferación de tops de tirantes finos, faldas tubo, vestidos lenceros que emulan enaguas o enaguas que se transforman en vestidos de noche… desde entonces hasta hoy en día es una de las mejores herencias del momento. ¿Aburrimiento? Para nada, todo menos eso.
© Getty Images. Ilustración Mar Lorenzo.
Que las segundas partes nunca fueron buenas está a la altura de quienes creyeron un día que la pureza de los diseños y los tejidos sin estampados eran insípidos e inexpresivos, pues Calvin Kein dijo más en aquel desfile de primavera verano de 1994 que cualquier camiseta con mensaje hace un par de temporadas. Los camisones se transformaron para siempre en elegantes vestidos, la superposición de prendas parecía una evolución natural y lógica de la moda y los colores, neutros y amables, estaban inspirados en los diferentes tonos de polvos de maquillaje de las mujeres, elevados hasta las mejillas de las modelos en un rubor jugoso y sugerente que aportaba el color exacto de la belleza; sin gloss, solo un toque de brocha en la manzana. El diseñador había entendido, como lo hicieron sus homólogos, que los noventa era la década del descanso, y aunque los volantes con cuerpo, los abalorios adheridos y las hombreras de dimensiones extraordinarias tuvieron su gloria, los vestidos rectos made in germany de Jil Sander, las faldas lápiz de Donna Karan, los monos segunda piel de Helmut Lang… era lo que las mujeres necesitaban. Cambiar o morir en el intento. Cambiar y triunfar.
Kate Moss, desfilando para Calvin Klein en 1994.© Getty Images
Siguiendo el camino de baldosas rectangulares, negras y cortadas con láser que los diseñadores de los 90 colocaron con sumo cuidado y orden hace un cuarto de siglo, Zara ha recuperado el espíritu de la naturalidad, la sofisticación y el menos es infinitamente más y mejor con una colección o recopilación de prendas que bebe de la filosofía minimalista que convirtió a mujeres como Kate Moss, Carolyn Bassette o Gwyneth Paltrow en las más elegantes entonces y ahora. Siluetas sin pompa, tonos neutros, cortes que rozan lo unisex de no ser por los estereotipos que salpican su web.
Si parte de la generación nacida en los ochenta sigue echando hoy de menos una adolescencia con un vestuario digno que envejeciera como ningún otro con el paso del tiempo, la segunda oportunidad para redimirse ha llegado.
Los elegantes noventa han vuelto. Feliz año nuevo.
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