El regreso a los infiernos de Britney Spears

El pasado mes de julio, Britney Spears acudió con su novio Sam Asghari a la alfombra roja del estreno en Los Ángeles de «Once Upon A Time In Hollywood», de Quentin Tarantino, y todo parecía ir bien. Pero a pesar de que muchos pensaban que las heridas de aquel horrososo año 2007 ya estaban cicatrizando, Britney Spears vuelve a ser motivo de preocupación para sus seguidores one more time.

El pasado viernes, la artista hizo una extraña aparición en la gala de entrega de los premios de belleza Daytime Beauty en Los Ángeles. O más bien, desaparición: llegó en coche con Asghari, y al aparcar el vehículo, la habitual nube de fotógrafos se acercó a ellos para tomar imágenes de la pareja. Los dos se bajaron y se acercaron a la alfombra roja, pero tras unos pocos segundos de flashes, Spears dijo «sólo quiero irme». Asghari, que iba a recibir uno de los premios, la acompañó hasta el coche para llevarla de vuelta a casa, y acabó entrando solo en la gala.

La intérprete de «Oops! I did it again» no está teniendo un buen 2019. Comenzó el año cancelando su espectáculo en Las Vegas, «Britney: Domination», argumentando que tenía que cuidar a su padre, Jamie Spears, que está enfermo de cáncer de páncreas. Pero poco después, en abril, ingresó en un hospital psiquiátrico para estabilizar su estado mental y reajustar su medicación. Se le dio el alta a los treinta días, y aunque mostró un aspecto algo preocupante al salir de la clínica acompañada por Asghari, parecía que todo podría irle bien de nuevo.

Pero al cabo de un mes la cantante decidió denunciar a su padre, asegurando que le había obligado a medicarse y a ingresar en el centro. Cuando Britney Spears sufrió sus primeras crisis emocionales hace doce años, su padre, Jamie Spears, fue declarado como su tutor, y desde entonces ella no ha podido tomar decisiones legales por su frágil estado mental. Su madre, Lynne, se ha puesto de su parte y la ha apoyado en un juicio para exigir la retirada de la tutela paterna. Los fans se movilizaron apara apoyar a la superestrella, protestando en la ciudad de Los Ángeles y difundiendo el hashtag #FreeBritney en las redes sociales.

Sin embargo, ha sido el propio padre de la cantante quien ha renunciado voluntariamente a ser su tutor legal, alegando motivos personales y de salud, y ahora, la tutela está en manos de Jodi Montgomery, una persona muy cercana a Britney. Tras conocer la noticia, la cantante publicó un vídeo en Instagram en el que decía: «Amo la libertad, amo la independencia, no me gusta estar atada. Me gusta viajar, pero aún así, sigo estando muy insegura» (puede verse clickando en el icono de pasar página en esta publicación de Instagram).

Britney Spears y su papá tienen otra situación familiar muy delicada entre manos. El ex marido de la artista, Kevin Federline, ha acusado al padre de agresión infantil tras tener presuntamente un grave altercado con su nieto, Sean, la noche del pasado 24 de agosto. Sean Preston y su hermano, Jayden James, de 12 años, estaban de visita con su madre en la casa de Jamie Spears cuando, según el informe policial, Jamie rompió la puerta de una habitación después de que el adolescente se encerrara tras una discusión. Según el abogado de Federline, «hubo un desacuerdo que ocurrió mientras Britney y los niños estaban visitando a Jamie en su casa. Éste condujo a un altercado físico que fue observado por Jayden. Britney hizo lo correcto y retiró a los niños y los sacó de allí, pero el trauma persiste».

La Oficina Fiscal del Distrito de Ventura ha absuelto al padre de Britney, ya que no se han presentado ante el juez las pruebas suficientes que mostraran que el padre de la cantante había cometido un delito. Pero la nueva herida familiar está abierta.

Por increíble que parezca, esta nueva mala racha de Britney tiene más frentes abiertos. Britney perdió la custodia de sus hijos en 2007, cuando sufrió la famosa crisis, pero después consiguió recuperar la mitad de la misma. Pero la semana pasada, Federline obtuvo en otro juicio la mayoría de la custodia de sus dos hijos, recibiendo el 70 por cuento de la misma al quedar demostrada la recaída de la cantante. Hasta que haya un nuevo juicio en el que pueda demostrar que está plenamente recuperada, Britney solo tendrá el 30 por ciento de la custodia.

La cantante asegura que todo esto ocurre por una campaña difamatoria tras la cual estaría Sam Lufti, su manager entre 2007 y 2008, y ha solicitado una orden de alejamiento provisional en los juzgados de Los Ángeles que le fue concedida, y por la que Lufti no podrá acercarse a menos de 200 metros de ella.

Evidentemente, su actual representante descarta que la «Princesa del Pop» esté en condiciones de volver a los escenarios. Al menos hasta que termine este nuevo descenso a los infiernos.

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