Ocho libros para celebrar el 8 de marzo

Muchas son las autoras que han teorizado sobre el feminismo y difícil resulta escoger ocho obras entre las muchas que se pueden encontrar. Pero nos hemos decido por las más sorprendentes y reveladoras (que hace un siglo era impensable) que además son de lo más entretenido. Ahí vamos con la selección.

El cuento de la criada. de Margaret Atwood

La famosa serie de HBO que protagoniza Elisabeth Moos, se basa enla obra que la escritora canadiense publicó en 1885. Entonces vivía en Berlín Occidental y paseando cerca de El Muro se preguntó qué pasaría si Estados Unidos se convirtiera en un estado totalitario. Y así surgió esta distopía, en la que denunció las vejaciones que han sufrido las mujeres en todo el mundo a lo largo de la historia. Porque todos los abusos que aparecen en el libro están basados en hechos reales.

La autora, catedrática por Cambridge y divulgadora cultural, habla de cómo los hombres han desprestigiado y silenciado a las mujeres a través de la historia. El libro recoge dos conferencias que Mary Beard impartió en 2014 y 2017 en las que desgrana cronológicamente las estrategias para que las mujeres no accedieran al poder. Y reflexiona sobre que muchas de ellas siguen vigentes hoy en día.

Teoría King Kong de Virginie Despentes

La autora francesa es seguramente la voz más punk del movimiento. Su discurso rompe con los tópicos del feminismo y con el tono quejica con el que muchas veces se aborda la cuestión. En el libro confiesa que fue violada y también que trabajó como prostituta, pero le da la vuelta a todas las repercusiones que creemos que rodean este tipo de situaciones.

Todos deberíamos ser feministas de Chimamanda Ngozi Adichie

La escritora nigeriana se define a sí misma en el libro como “feminista feliz africana que no odia a los hombres y a quien le gusta llevar pintalabios y tacones altos para sí misma y no para los hombres”. En el libro explica con datos y ejemplos de la vida, muchas situaciones injustas que deben cambiarse. E incide en la importancia de hacerlo desde la educación.

Si echas de menos el principio, vuelve a empezar de Marita Alonso

El concepto de «la solterona» sigue persiguiendo a las mujeres, sobre todo tras una ruptura. Es entonces cuando los falsos clichés, como el de la media naranja acribillan a las que deambulan por la vida sin colgarse del brazo de otro humano. Pero no hay que preocuparse, porque la periodista Marita Alonso es una apisonadora dispuesta a demoler esos y otros tópicos con tufillo machista. Y de paso, en el libro encontrarás estudios, ensayos y actividades para superar la ruptura a golpe de risas.

Mala feminista de Roxane Gay

La autora no se sentía capaz de cumplir con todos los requisitos que se le exigen a una feminista: le gusta el machista rap y leer frívolas revistas de moda. Pero tal y como demuestra en esta recopilación de artículos, no es necesario renunciar a ello para militar en el feminismo y reivindicar tus derechos. Una mirada ácida y reveladora sobre el feminismo en la que se habla del aborto, de la diferencia salarial, de la maternidad o del acoso sexual.

Una habitación propia de Virginia Wolf

Un clásico de 1929 –faltaban 9 años para que las mujeres obtuvieran el derecho a voto– que recopila una serie de conferencias de la escritora británica. Wolf se pregunta cuáles son los requisitos para que una mujer sea escritora: independencia económica y una habitación propia. También plantea que si Shakespeare hubiera sido mujer, difícilmente habría triunfado. O que si hubiera tenido una hermana tan talentosa como él, no hubiera podido despuntar el mismo modo: pues desde la educación recibida hasta la carencia de una habitación para escribir se lo hubieran impedido.

Feminismo para torpes de Nerea Pérez de las Heras

Mucho humor e ironía de la fina es lo que contiene este libros. A través de escenas cotidianas, en las que se siente reflejada cualquier mortal, la periodista se carga todos los clichés y demuestra cuánto machismo hay escondido bajo la alfombra. Sin dramatismos la autora es capaz de pasar de lo concreto a lo abstracto, para mostrarnos que llevamos tanto tiempo invisibilizadas, que ya nos parece lo más normal. E, incluso arremete con actitudes que a priori pueden parecer feministas, pero que en realidad no lo son.


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