5 formas para motivarte a practicar mindfulness

La meditación ha demostrado ser una herramienta fantástica de gestión del estrés y la ansiedad. Favorece la concentración, la relajación y la calma, el equilibrio tan ansiado entre cuerpo y mente que hace que la vida se vea de una forma más amable y como una aliada y no como una enemiga que se atraganta. Son muchos los beneficios del mindfulness o consciencia plena, una forma de meditación muy extendida que deberías comenzar a practicar si quieres mejorar tu salud y tu bienestar personal. Te damos formas de motivación que pueden ayudarte a dar ese último paso para practicar mindfulness de una vez por todas y sacarle todo el provecho.

Crea tu espacio personal

Encontrar un espacio en el que te sientas cómoda es necesario para comenzar con la práctica del mindfulness. No hace falta que sea una sala acondicionada para ello, puedes elegir un rincón de tu casa o estancia en la que te sientas a gusto y en la que coloques, por ejemplo, elementos que te resulten inspiradores. Puedes elegir un cojín de meditación o zafu, una alfombra, unas velas, un cuenco tibetano… seguro que hay objetos que te encantan y te sugieren armonía y paz. Haz tu propio santuario en casa y tendrás una fuerte motivación para comenzar con la práctica del mindfulness.

Puedes utilizar también música suave que te sirva para enfocarte en la meditación. Si no es posible poner música utiliza cascos. También ayudan mucho los aromas relajantes, como determinados aceites esenciales, para crear esa atmósfera que invita a la introspección.

Permítete estar aquí y ahora

Tal vez necesites hacer este ejercicio personal para comenzar la práctica del mindfulness. Muchas veces la jornada es interminable y queremos abarcar mucho más de lo que podemos, esto genera sentimientos de frustración y culpa. Date permiso para parar, sin sentir que tendrías que estar haciendo otras cosas porque buscar tu centro es importante para darte impulso y calma en tu día a día.

Recuerda que el mindfulness es una práctica muy beneficiosa para ti y que, tanto tú como tu entorno, merecéis ese sosiego y esa paz que aporta. Buscar tu equilibrio es parte de un estilo de vida saludable. Concédete el permiso para practicarlo y sé amable contigo.

Programa tus sesiones

Las famosas listas que tanto nos ayudan en el día a día vuelven a entrar en escena. Cuando escribes algo en una lista con un horario ya le estás dando un espacio en tu cabeza. Teniendo todo un planning de actividades diarias realistas con sus tiempos marcados, aún siendo flexibles, es más fácil que las lleves a cabo.

Prueba a incluir como tarea la práctica del mindfulness asignándole un hueco en tu agenda diaria, te será más sencillo comenzar a hacerla sin poner excusas, buscar alternativas o procrastinar.

Ten presente tu objetivo

Tener claro el objetivo que quieres lograr con la meditación va a evitar que dudes o que caigas en el desánimo fácilmente. Piensa en cuál es tu principal motivación. Tal vez sea calmar esa mente errante o saltarina que pasa de un pensamiento a otro, o bien dejar de lado el ruido del día para relajarte. Pero también puede que tu objetivo sea llevar una vida más ordenada, más pausada, más productiva… escribe o di en alto cuál es tu objetivo para tenerlo presente y que ese objetivo sea una motivación suficiente para comenzar a imbuirte en la práctica del mindfulness sabiendo que el medio es un camino tan importante como el fin.

Conviértelo en un hábito

Esta es la consecuencia directa de agendar la meditación entre tus tareas diarias. Si logras integrar en tu rutina el mindfulness ya no tendrás que pensar en que tienes pendiente hacerlo, simplemente lo harás. De la misma manera que puedes hacer de forma automática tareas como lavarte los dientes, la práctica de mindfulness encontrará su hueco en tu día, en el momento de la jornada que más te convenga porque lo tendrás agendado según tus horarios.

El cerebro es plástico y adaptable por lo que vas a poder adquirir un hábito a fuerza de repeticiones. Un estudio del University College de Londres publicado en European Journal of Social Psychology concluye que para que un nuevo objetivo o actividad se convierta en una tarea automática sin necesidad de fuerza de voluntad asociada, es decir, para convertirlo en un hábito, se necesitan 66 días. Si eres constante con tu práctica y tienes claros tus objetivos vas a poder integrar más fácilmente de lo que crees el mindfulness en tu vida diaria.

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