El d\u00eda m\u00e1s feliz de Rosa; \u2018El secreto de Puente Viejo\u2019
QUÉ HA PASADO
• Tomás aconseja a Adolfo que cancele la boda con Rosa, pero él se niega.
• Doña Begoña llega por sorpresa a Puente Viejo.
• Francisca se instala en una modesta casa con su marido.
• Alicia da su primer mitin como aspirante a alcaldesa.
Tras escuchar el mitin de Alicia, Matías comenta a Marcela que puede ganar a Mauricio aunque sea uno de los mejores alcaldes que ha tenido el pueblo.
Tomás, sin embargo, sufre porque Barreiros, el político que la respalda, la ha predispuesto en su contra.
Doña Francisca visita a la marquesa y le entrega un sobre para su hijo como regalo de bodas. Doña Isabel le insiste en que no debía haberse ido de La Habana, pero ella le asegura que tiene lo necesario para cuidar de su marido.
De vuelta en casa, asea a Raimundo y le cuenta lo feliz que se siente de tener lejos a la manipuladora mujer.
Al día siguiente, todo está dispuesto en la iglesia para el enlace de Adolfo y Rosa. Mientras esperan a la novia, doña Isabel insiste a su hijo en que va a casarse con una perturbada. Él le pide que se calle, pero en el fondo teme que tenga razón.
Maqueda se presenta con cara de preocupación: antes de salir de La Habana ha encontrado un sobre con su nombre lleno de dinero
Rosa acude radiante al templo de la mano de su padre, que oculta su inquietud detrás de una amplia sonrisa. Nada fingida es la alegría de doña Begoña, que se emociona al ver a su hija vestida de blanco.
La ceremonia transcurre con normalidad hasta que don Filiberto pregunta al novio si quiere a la joven por esposa. Todos se ponen nerviosos porque la respuesta no llega, ya que al joven le invaden las dudas al recordar las palabras de su madre.
Finalmente, pronuncia el esperado “sí, quiero” y los recién casados se besan. A Marta, que permanece sentada junto a Ramón en uno de los bancos, se le rompe el corazón mientras la novia sonríe de felicidad al ver cumplido su sueño.
Y para completar el cuento de hadas, a la salida ella y su flamante marido son sorprendidos con una lluvia de pétalos de flores.
Días después, y mientras la pareja disfruta de la luna de miel, en La Casona doña Begoña pide a don Ignacio que se alegre de su recuperación y le permita estar con sus hijas. Él acepta aunque con miedo y ella, al quedarse a solas, esboza una maquiavélica sonrisa.
Ante el infructuoso intento de que Santos retire la denuncia contra Urrutia, Pablo planea encontrar a su madre pues está convencido de que puede testificar a su favor.
Marta y Ramón se ofrecen a ayudarlo: “Si ha vuelto a Bilbao, un amigo nuestro la encontrará”. Sin embargo, la búsqueda resulta infructuosa. Alicia, mientras tanto, sigue dando discursos revolucionarios y espera que la República gane y su padre sea amnistiado.
Francisca da de comer a Raimundo cuando Emilia llega por sorpresa: sus asuntos con la justicia se han resuelto, ya no es una fugitiva. Pero su alegría se desvanece al ver a su padre en silla de ruedas y sin responder a estímulo alguno. La Montenegro le explica que los médicos creen que el estado es irreversible y se muestra reticente a que lo vea otro especialista.
Don Filiberto es interceptado por unos encapuchados de la organización secreta y lo llevan a su escondite.
Allí, el portavoz lo convence de que se sume a su causa diciéndole que las dos personas más influyentes del pueblo lo han hecho. Huertas, por su parte, prueba que Estefanía es una estafadora.
La marquesa provoca un encuentro con Emilia con la excusa de conocerla, pero lo que quiere es sembrar en ella la duda sobre Francisca y lo consigue con su sibilino comentario: “Creo que se fue de mi casa porque le resultaría más fácil librarse de Raimundo si se cansaba de él”.
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