Cocooning: la tendencia que explica el placer de quedarse en casa

#Yomequedoencasa es el mantra nacional y, por descontado, una obligación cívica dada la alerta sanitaria por el coronavirus. El confinamiento nos ha cogido por sorpresa pero no totalmente desarmados, pues llevamos años entrenando para este tipo de contingencias y poniendo a punto nuestro hogar por si decidimos no salir. La tendencia se llama cocooning, del inglés cocoon (envoltura, capullo, burbuja), y describe el deseo de convertir la casa, la ropa y las relaciones interpersonales en mullidos espacios de protección que nos ofrezcan refugio frente a un exterior que percibimos cada vez más acelerado, agresivo y contaminado.

Este deseo de refugiarnos se reactiva cada vez que las circunstancias nos lo ponen difícil. Últimamente, el cocooning ha resurgido de la mano de la creciente influencia de los estilos de vida nórdicos. En las culturas del frío, la casa se convierte en escenario principal de la vida, algo que suele suceder también a las personas que teletrabajan. Por eso, en el confinamiento por el Covid-19 no serán los empleados a distancia los que peor lo pasen, ni tampoco las generaciones digitales, que han cambiado las noches de fiesta en la disco por las series en streaming. El diario británico The Guardian constató mediante una encuesta que dos tercios de los jóvenes encuentran más apetecible una noche de sofá y Netflix que salir al club de moda.

Libros y series para que el tiempo vuele:

  • Sucession (HBO). Apasionante relato sobre la sucesión del patriarca en una familia adinerada. Sorpresas constantes.
  • Los errantes, de Olga Tokarczuk. El fascinante viaje por Europa realizado por la Premio Nobel polaca.
  • The Morning Show (Apple TV). Jennifer Aniston, Reese Witherspoon y Steve Carell resultan hipnóticos en este inteligente historia de poder y televisión.
  • Sábado noche, de Susan Orleans. Una magnética historia sobre porqué nos fascina la noche del sábado.
  • La maravillosa Señora Maisel (Amazon Prime). Probablemente la comedia más placentera de ver, por la maravillosa ambientación de los años 50.
  • Cómo ser famosa, de Caitlin Moran. Las desternillantes memorias juveniles de una mala feminista.
  • Veep (HBO). La encarnizada lucha política estadounidense, en clave cómica.
  • Inside nº 9 (Filmin). Brillantísima serie de la BBC para amantes del humor negro, excesivo y corrosivo, en capítulos de tan solo 20 minutos.
  • Cambiar de idea, de Aixa de la Cruz. Un retrato de las inquietudes de las treinteañeras millennial.
  • Derry Girls (Netflix). Irlanda del Norte en los 90 era pasto de atentados, pero las chicas solo quieren pasárselo bien.

Si tradujéramos este comportamiento en términos económicos, estaríamos ante una estrategia alérgica al riesgo que prefiere no invertir (dinero, tiempo, energías) en un ocio que no siempre concede lo que promete. El ahorro es un factor importante. Y la revolución digital favorece el aislamiento, por eso triunfan las compañías que asisten en casa. “Su incidencia es facilitar el consumo desde el domicilio, acercar al consumidor al punto de venta, sin que se desplace”, argumenta el economista Juan José Pintado. Gracias a las redes y las apps, ya no necesitamos ni salir para ligar o conversar. De hecho, el 40% de los jóvenes considera a sus amigos virtuales tan importantes como los analógicos, según la encuesta de Research Now.

Comida, entretenimiento y romance, las tres motivaciones más importantes para salir, están hoy disponibles bajo demanda gracias a la economía digital.

El cocooning se abre paso en la costumbre social hasta en un país echado a la calle como España. Es el cambio estructural que más marca el consumo y que explica que cerca del 10% de las comidas mensuales en los hogares españoles lleguen por mensajería, según el informe Tendencias del Consumidor 2020 de Nielsen.

Comida, entretenimiento y romance, las tres motivaciones más importantes para salir, están hoy disponibles bajo demanda gracias a la economía digital. Hasta el punto de que Faith Popcorn, fundadora de la consultora Brain Reserve y la mujer que en los años 80 identificó la tendencia al cocooning, habla hoy de bunkering: “Ambos términos describen conductas de aislamiento que buscan paz, protección, control y un ambiente acogedor. El objetivo es preservar el equilibrio mental. Algo que se está intensificando”.

Necesitamos un lugar apacible en el que pasar página de un exterior que nos agobia. Los jóvenes se llevan la peor parte: según la OMS, están más expuestos a sufrir ansiedad y depresión debido a un entorno socioeconómico incierto. Es el estrés, la competitividad, la contaminación, la inseguridad, la presión. El informe Nielsen desvela que el 55% de los españoles se queja de falta de tiempo: vivimos en constante aceleración.

Así las cosas, nuestra casa se convierte en fortaleza llena de cojines, plantas y mascotas. Triunfa el nesting (en inglés, nidificar), la tendencia que nos impele a convertir el hogar en un espacio acogedor para uno mismo. Los mensajes de autoayuda de Mr. Wonderful y la frecuencia estética de lo cuqui manifiesta nuestra necesidad de amortiguación, también emocional. No tanto porque el mundo marche peor, sino porque la conectividad 24 horas hace que nos expongamos constantemente a mensajes de preocupación y miedo. Para sobrellevar tanta carga mental, necesitamos un detox digital. Pero de puertas para adentro.

“Socializar es fundamental para cualquier persona –advierte Manuel Oliva, psicólogo y director del Centro de Psicología Clínica de Madrid–. Tener relaciones sociales es fundamental, porque supone un apoyo que es amortiguador del estrés y porque podemos encontrar una fuente de gratificación que previene estados depresivos”. Oliva explica cómo las personas que trabajan en casa o las que recurren al cocooning para huir del estrés han de estar vigilantes: “Al retirarse del contexto social, toleran cada vez menos la estimulación. Se va aislando de manera progresiva y, cuando se dan cuenta, tienen un problema de conexión con el mundo”, explica.

¿Nos costará volver al mundanal ruido tras el fin del confinamiento? Probablemente lo estemos deseando, aunque no es descartable que algunos, al probar la experiencia de la reclusión, se encuentren con que hallan más placer en ella que en su ocio social de siempre. No cedamos a la tentación de abandonarlo: es más reconfortante de lo que pensamos.

La moda también es protectora

Las marcas más influyentes apuestan por siluetas cocoon envolventes, acolchadas y oversize. Una tendencia que marca el lujo y llega a las tiendas de moda rápida. Ansiamos prendas que resulten tan confortables como un pijama y que nos protejan de las inclemencias, solo hay que ver el juego del escondite que la cantante Billie Eilish logra con su ropa. Los plumíferos XL, los pantalones slouchy, los vestidos gigantes, las sobrecamisas y esos pañuelos y bufandas tamaño mantita responden a este deseo de cobijo. En la pasarela, hemos visto looks como los que de JW Anderson, Balenciaga, Off-White o Givenchy que, directamente, te parapetan.

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