Entre cuadros de Rembrandt y el piano de Churchill: Chequers, la mansión donde Boris Johnson y Carrie Symonds se recuperan del coronavirus

Faltaba poco para que estallara la Segunda Guerra Mundial cuando el actor y comediante Vic Oliver se sentó al piano a tocar “Lily of Laguna” para su suegro, que cantaba a voz en grito mientras se fumaba un puro: “She’s my baby…” Winston Churchill entonaba entusiasmado sentado en un butada del Gran Salón de Chequers, residencia veraniega de los premieres británicos. Allí se recupera hoy Boris Johnson del coronavirus que lo ha tenido una semana en la UCI. Junto a él, su novia, Carrie Symonds, con quien espera un hijo en verano y que ayer mismo se desplazó de Doning Street a Chequers para unirse con su pareja, tan admirador de su antecesor, que seguro conoce la anécdota musical que cuenta Andrew Roberts en una de las últimas biografías dedicadas al político más citado de Reino Unido.

Aquel piano, que aún se conserva, no es el único objeto de valor que hay en la residencia de estilo Tudor en la que descansan los jefes de gobierno desde 1917. Tras sus paredes, Johnson también puede contemplar las lujosas porcelanas chinas que adornan el enorme salón del siglo XVI en el que hay cuadros de Rembrandt, Van Dyck o Constable colgando de unas paredes ubicadas a60 kilómetros de Londres, cerca de Ellesborough, en el condado de Buckinghamshire.

Precisamente la cercanía con la capital es una de las pegas que le puso a su casa de vacaciones una de sus inquilinas: Norma Major, esposa del ex primer ministro John Major y autora de un libro sobre la historia y las anécdotas de esa residencia. Al estar tan próxima a la oficial, las interrupciones, visitas y consultas eran frecuentes: “Nadie llega a Chequers con la intención de dormir una noche larga”, se quejó la ex primera dama británica en Chequers: la casa de campo de los Primeros Ministros.

Siglos de historia

Cuando el último de los propietarios legítimos, Henry Delavel Astley, murió en 1912, una rica heredera estadounidense, Ruth Lee, se la compró para regalársela a su esposo Arthur, que pintó y dejó en la casa una colección de retratos clave de la historia británica como Sir Walter Raleigh, Sir Francis Bacono el duque de Marlborough. Aún se pueden ver en sus paredes.

En 1917, sin embargo, Lee cedió la propiedad al Estado británico, que la convirtió en residencia de ocio para mandatarios. El primero en ocuparla fue David Lloyd George, cuya primera visita, en 1921, quedó registrada en un corto mudo (ver abajo) que conserva el British Film Institute y en el que se le puede ver entrando a través de los jardines con su hija Meagan, fruto de su primer matrimonio con Margaret Lloyd George, una de las primeras magistradas que hubo en Reino Unido. De hecho bajo el mandato de su marido, se aprobó en el país el sufragio femenino y las mujeres pudieron ser diputadas.

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Además de obras de arte, tras los muros de Chequers, se han fraguado episodios históricos de primer orden. Por ejemplo las conversaciones para la reconstrucción tras la Primera Guerra Mundial que tuvieron lugar en tiempos de Lloyd. También reuniones de Churchill con mandatarios de medio mundo o la reunión de Margaret Thatcher con el presidente ruso Mihail Gorvachov. También allí fu donde se encontraron en 2003 José María Aznar y Toni Blair con sus parejas para confirmar su postura ante la guerra de Irak, decisión que tantos dolores de cabeza les dio después.


En Chequers, su actual inquilino se vio fuera de la primera línea política por un momento. Ocurrió en el verano de 2018, cuando Theresa May –por cierto la madataria más apegada a Chequers, donde no solo iba en verano, sino cada fin de semana– reunió a su equipo y a su partido para elaborar el documento que marcaría los pasos a seguir por Reino Unido para irse de la Unión Europea. El resultado fue el Documento de Chequers, una hoja de ruta con la que Johnson estuvo disconforme por considerarlo muy blando y que lo llevó a dimitir como ministro de Asuntos Exteriores.

Ahora Johnson descansa como premier en la misma casa. En ella, hay una estancia llamada "La habitación prisión" en recuerdo del confinamiento que sufrió Lady Juana Grey, bisnieta de Enrique VII, donde sus padres la encerraron para evitar que tuviera hijos con el hombre con el que se había casado sin permiso de su familia. En ese cubículo vivió la joven privada de libertad durante dos años, un lapso que los Johnson Symond, que esperan su primer hijo juntos para verano, no parece vayan a alcanzar.


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