Isabel II celebra hoy su 94 cumpleaños por videoconferencia y sin abdicación a la vista
No lo tiene muy complicado la reina Isabel II para que los 94, la edad en la que entra este martes, sean mejores que los 93 que deja atrás… Ha sido un año muy complicado para ella. Con una cantidad de fuegos y polémicas que se iban encendiendo cuando, a duras penas, había sofocado el anterior. 366 días en los que los escándalos y las escisiones familiares tenían guardado para ella una pandemia que le obligaba, semanas atrás, a lanzar un mensaje histórico a sus súbditos (que puedes recordar aquí).
Pero la reina llega a esta edad con tablas suficientes como para lidiar conflictos. No olvidemos que lleva en el trono 68 años. Y nada hace indicar que vaya a ceder el testigo a un príncipe Carlos que parece haber asumido que jamás le llegará la hora de ponerse la corona. Isabel de Inglaterra es dura. Implacable. Hoy, sopla las velas de su tarta, en la intimidad obligada por el Covid-19 y sin que en el horizonte se vislumbre la más mínima intención de una abdicación sobre la que también se ha rumoreado en el último año.
La reina tendrá que recibir las felicitaciones a través del teléfono, mediante la clásica llamada o, si se ha adaptado a las tiempos (que parece que sí por su última comparecencia), recurriendo a las videoconferencias. Entre esos contactos, no cabe la menor duda que esperará con ilusión que Harry y Meghan cedan terreno y le dejen ver a Archie, su bisnieto, con el que lleva meses sin contactar por esa huida a América de los duques de Sussex en busca de una nueva vida. Más tranquila. Menos sometida al escrutinio de los medios.
Dicen esos mismos medios británicos, que estos días han servido a su majestad para, a pesar de su avanzada edad, aferrarse a su ‘tablet’ y hacer un curso acelerado de nuevas tecnologías. No le ha quedado más remedio. En contacto directo con su heredero, que cumple una cuarentena no exenta de polémica en Escocia tras haber dado positivo, ha sido consciente desde el primer día que tenía que adaptarse a los tiempos para que su papel y su reinado se mantuvieran vivos.
Recluida en Windsor junto a su marido, el duque de Edimburgo, Isabel no tendrá este año del despliegue de medios de cumpleaños anteriores. No habrá desfiles. Ni grandes ostentaciones. Las circunstancias obligan a una celebración más austera, tal y como vimos la semana pasada en el caso de la reina Margarita de Dinamarca, que alcanzaba los 80 en medio del más estricto aislamiento. El ejemplo obliga.
Ella, que sabe lo que es dar un mensaje de ánimo a la nación después de un bombardeo (en de la Segunda Guerra Mundial), es el máximo exponente de que no hay grandes retos por delante que no puedan superarse con fortaleza. Ella, tras casi 70 años al frente de una de las coronas con mayor tradición del mundo, es el espejo en el que mirarse para adaptarse a las circunstancias. Incluso a la tristeza de no poder recibir un abrazo el día de tu cumpleaños.
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