Dismorfia por culpa de los selfies: ¿qué es y cómo solucionarlo?

Hasta hace bien poco se decía que los pacientes acudían a la consulta de cirujanos y médicos estéticos con el firme propósito de emular el mentón definido, los pómulos marcados, la nariz recta o los labios voluminosos de celebrities como Angelina Jolie, Scarlett Johansson o Kim Kardashian. Pero esto ha pasado a la historia por obra y gracia de los ‘traicioneros’ filtros de Snapchat. Ahora, la petición que les llega a los profesionales es la de parecerse a su mejor selfie, con filtros faciales de por medio. Y es que, “en la mayoría de los filtros que se utilizan en redes se estrechan las narices, se hacen los rostros más afinados, los labios más gruesos y las cejas más elevadas. Esto se traduce en una mayor demanda de rinoplastias, extirpación de bolas de Bichat y aumento de labios”, explica Ángel Juárez, cirujano plástico del Hospital Universitario La Zarzuela de Madrid.

El problema surge cuando estas personas se identifican más con la imagen de sus selfies (distorsionada por los filtros sociales), rechazan su apariencia real y buscan solucionarlo con la cirugía estética. “La sobreexposición de la imagen, favorecida por las redes sociales, los selfies y los filtros fotográficos hacen que este trastorno sea cada vez mas visible”, según este cirujano plástico.

Carne de cañón

Los jóvenes milennials y los usuarios de Instagram son los más proclives a sufrir este trastorno de la propia imagen y a solicitar cirugías radicales para modificar sus rasgos de acuerdo con estos filtros. “Afecta sobre todo a millennials. Este grupo generacional pasa muchas horas en Instagram, precisamente una de las redes sociales donde más se abusa de los filtros faciales (los famosos filtros beauty)”, señala el doctor Juárez. Y, en principio, afecta por igual a ambos sexos. Eso sí, cada vez es más temprana la edad a la que acuden a las consultas del cirujano plástico, y lo hacen varias veces a lo largo de su vida. “Suelen ser personas muy perfeccionistas a la vez que inseguras, con mucho sentido de la responsabilidad y gran miedo al fracaso. La mayoría de los casos comienzan en la adolescencia, si bien no es hasta la edad adulta cuando acuden al especialista”, asegura el doctor Juárez.

Signos de alarma

Aunque es un ‘trastorno’ que muchas veces pasa desapercibido, “se estima que en torno al 2% de la población sufre este trastorno, y en el caso de las consultas de cirugía plástica puede llegar al 10% de los pacientes que consultan”, estima el Dr. Juárez.

¿Cómo podemos detectarlo? Es muy importante la entrevista del cirujano con el paciente para poder detectar signos sospechosos. “Algunas pacientes llegan a la consulta con fotos de influencers. Otras, traen su propia simulación de cómo les gustaría el resultado. Esto nos ayuda a los cirujanos a saber si estamos ante una persona con expectativas realistas o no”, declara el doctor Juárez.

En general, cuando el profesional detecta una incongruencia entre la alteración física que observa en el paciente, la importancia que éste le da y el grado de ansiedad que le provoca, interesándose incluso por varias cosas a la vez, es acertado pensar que existe un trastorno dismórfico.

Cómo afrontarlo

Cuando se advierten señales de dismorfofobia la consigna entre los profesionales debe ser clara: “Rechazar cualquier acto quirúrgico. Y, en su lugar, sugerir apoyo psicológico”.

Este tipo de trastorno dismórfico requiere, sin duda, apoyo psicológico. De hecho, en la mayoría de las ocasiones, las cirugías no resuelven el problema. No hay que olvidar que lo resultados de una cirugía son permanentes y la no aceptación de la nueva imagen puede causar severos trastornos emocionales. “Lo único que puede provocar una cirugía que no es necesaria es un aumento de la ansiedad por parte del paciente, ya que no ve cumplidas sus expectativas y una frustración por parte de los cirujanos, que no son capaces de satisfacer al paciente”, asegura el experto. Es más, determinados estudios demuestran que cuando estas personas se someten a cirugías correctoras, el porcentaje de insatisfechos supera el 90%. No queda otra que derivar al psicólogo: “Una vez detectado este tipo de paciente se le debe orientar a recibir apoyo psicológico, para tratar de solucionar el problema de base.



Vía: ELLE ES

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