Esta es la diferencia entre un TOC y una manía
Ordenar por tamaños o colores, coleccionar objetos sin utilidad, establecer un número determinado de alarmas cada noche o ser extremadamente estricto con la puntualidad son tan solo algunos de los comportamientos que podrían parecerte simples manías. Pero cuando estas obsesiones se convierten en el eje central del pensamiento de la persona que las realiza y le impide centrarse en otras acciones o actividades, entonces puede que estemos hablando de un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
«El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) es una patología que se engloba dentro de los trastornos por ansiedad. La persona que lo padece tiene pensamientos intrusivos, repetitivos y recurrentes que no se pueden controlar y que persisten en el tiempo» afirma la psicóloga clínica Pilar Guerra, especializada en Adicción y Desintoxicación Emocional, psicoterapias de trastornos emocionales y de conducta, y coaching emocional y ejecutivo.
Pero si bien una manía también se define como un comportamiento obsesivo con una idea fija, ¿qué línea es la que separa el TOC de la manía? «La clave está en que esa obsesión no impida realizar otras acciones o actividades. El TOC se da cuando no podemos realizarlas sin ansiedad, o sin generarnos malestar, desasosiego o sentimiento de culpa por no ser capaces de saber gestionarlo», dice la psicóloga.
Cuando las circunstancias que rodean al paciente de TOC no le permiten llevarlo a cabo, su comportamiento se ve alterado y la ansiedad y el malestar le invaden produciendo sentimientos negativos que no es capaz de gestionar, como el desasosiego o el sentimiento de culpa. Como consecuencia, además, la persona con TOC siente temor, preocupación, irratibilidad e inquietud y es incapaz de concentrarse en otra tarea que no sea focalizar la atención en la acción de su TOC.
Consecuencias del TOC
«El paciente de TOC siente mucha ansiedad y angustia, porque el pensamiento obsesivo es como una especie de jefe que está mandando hacer una compulsión o ritual para que esas ideas repetitivas disminuyan en frecuencia, intensidad y duración. Por tanto, a corto plazo cuando no se pueden llevar a cabo las compulsiones, el pensamiento obsesivo aumenta mucho más y puede incluso desembocar en una crisis de ansiedad aguda: sudoración, taquicardias, agitación… Todo porque no pueden canalizar los pensamientos», cuenta la psicóloga.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a compulsiones? La misma designación del trastorno, dice la Pilar, las define: «Al Trastorno Obsesivo se le añade Compulsivo porque además de experimentar ideas reiterativas, la persona repite conductas llamadas compulsiones, que hacen de ‘amortiguador’ al pensamiento obsesivo. Estas conductas mitigan la ansiedad que el paciente siente al tener su pensamiento lleno de obsesiones que no puede controlar y la compulsión es una forma de liberar la ansiedad que producen estas obsesiones».
Causas que derivan en TOCs
Si manías se pueden tener muchas al mismo tiempo, TOCs también. En este punto la psicóloga aclara terminología y diferencia entre un TOC producido únicamente por ansiedad y el TOC que además de proceder de la ansiedad, es originario de un trastorno de la personalidad, llamado Trastorno de Personalidad Anancástica: «Se suele producir por el carácter perfeccionista, autoexigente, hiper responsable y muy rígido en la manera de pensar. Suelen ser personas inconformistas, extremistas e intolerantes a la frustración. En definitiva, les cuesta disfrutar de las cosas pequeñas sin preocupación».
¿Cuáles son los TOCs más comunes?
Los TOCS además, presentan diferentes niveles. Pueden ser más leves o más graves y forman parte de la vida diaria del paciente que lo padece, como dice Pilar: «Un TOC puede incluso anular la vida. La persona no es dueña de su pensamiento y, en consecuencia, interfiere en su vida cotidiana».
Situaciones rutinarias del día a día que en ocasiones pasan por alto pueden ser también graves consecuencias de los TOCs, que llegan incluso a alterar la programación diaria de la persona: «Son personas que llegan tarde a una reunión de trabajo porque no dejan de verificar si han apagado la luz o si han cerrado la llave del gas, se van y vuelven, y acaban retrasándose. Por tanto, los TOCs también pueden dificultar enormemente la convivencia, las conversaciones y en general, las relaciones con los demás».
Si hay diferentes niveles de TOCs, los más comunes según la psicóloga son los denominamos TOCs de acumulación y los de repetición. Los primeros son aquellos que se centran en en reunir, coleccionar y guardar objetos que carecen de utilidad y de las cuales, además, la obsesión les impide desprenderse de ellas hasta generar malestar doméstico. Los segundos, en cambio, consisten en la repetición constante de palabras determinadas o comportamientos.
«La compulsión de esta obsesión es la repetitiva verificación del lugar donde están guardadas las cosas acumuladas y contabilizarlas continuamente para asegurarse de que no les falta ninguna», cuenta Pilar. Pero además, otro de los TOCs más comunes es la hipocondría o la psicosomatización. En este caso se produce un temor a padecer enfermedades graves y al mínimo síntoma o malestar físico la persona con TOC entra en pánico pensando en que va a contraer una enfermedad grave. «Aquí la compulsión consistiría en chequear sus funciones corporales para verificar que no les está ocurriendo nada, como ir a la farmacia continuamente o medirse la tensión».
También otros como el de la limpieza o la obsesión por el orden o lo simétrico, por llevar una vida perfeccionista en la que todo esté ordenado por tamaño o colores y nada fuera de su sitio son muy comunes, pero si hay un TOC que preocupa a la psicóloga es el la fobia de impulsión: «Estos pacientes tienen un pensamiento obsesivo intrusivo, que ellos saben que es irracional y que gira en torno a la posibilidad de perder el control, hacer daño a alguien, e incluso matar a alguien o a él mismo. Para asegurarse de que esto no va a ocurrir, para canalizar la ansiedad que esas ideas le producen, el comportamiento compulsivo que muestran es el de proteger a las personas que ellos temen hacer daño y de protegerse a sí mismos».
¿Cuándo es habitual que aparezca este último TOC? «Suele aparecer, por ejemplo, después de tener un hijo. Es tanta la obsesión que puede tener una madre con que a su bebé le puede pasar algo que incluso empieza a pensar que puede ser ella misma la que le haga daño al niño. De tal forma que las compulsiones estriban en esconder todo aquello que pueda llegar a dañarlo», afirma.
Detección y tratamiento de los pacientes de TOC
Los estudios de Trastornos Obsesivos Compulsivos (TOC) afectan al 3% de la población general, dentro de la cual un 50% de los adultos tiene posibilidad de tenerlo y uno de cada cien niños también. Pero los estudios no diferencian en porcentaje por géneros, ya que el TOC afecta tanto a hombres como mujeres. Sí que e cambio clasifican su aparición por edades y circunstancias. Pilar Guerra así lo sentencia: «Suele empezar en la adolescencia y, alrededor de los 18-20 años, es cuando normalmente despunta. Se da más casos en las personas que han tenido un ambiente y una estructura familiar muy estricta, muy rígidas de pensamiento o muy extremistas en ideologías«.
Cuando el TOC aparece en sus primeras manifestaciones, dice Pilar que la persona que lo padece se siente atormentada y confundida. Es consciente de que su mente es la que controla sus acciones y comportamientos y de que la repetición es una constante en su cabeza: «Generalmente son las personas que conviven con ellas las que se dan cuenta y les recomiendan acudir a un especialista. Cuando se les diagnostica y se les explica qué es un TOC, ellos identifican sus síntomas y se ponen en tratamiento».
¿Cuál es el tratamiento a seguir si detectas tener un TOC?
Como profesional del sector, la psicóloga explica el tratamiento a seguir cuando un TOC se presenta: «Asistir a terapia combinada: psicológica y farmacológica; es decir, con la combinación de un tratamiento psiquiátrico y psicoterapéutico. El psiquiatra será quien prescriba la medicación indicada para el paciente en esos momentos, que neutralizará y estabilizará sus pensamientos de forma que las ideas obsesivas empiecen a reducirse. Una vez que el paciente se haya estabilizado con tratamiento farmacológico, es cuando los psicólogos pueden desarrollar la terapia. Antes no puede realizarse porque la persona con el TOC no atiende ni se concentra».
https://www.instagram.com/p/CHQH5qnDVmm
A post shared by Pilar Guerra Psicóloga (@pilarguerrapsicologa)
¿Y cuáles son las técnicas que se llevan a cabo en estas terapias? Como todo trastorno psicológico, lo primero siempre es encontrar los porqués y admitir el problema: «Las técnicas más efectivas son las que siguen el modelo cognitivo-conductual porque la teoría de estos psicólogos, entre los que me incluyo, hace hincapié en la parte cognitiva, ayudando a elaborar el pensamiento, poniéndolo sobre la mesa, para desgranarlo. Por otra parte, la parte conductual de esta psicoterapia tratará las compulsiones que generan esos pensamientos», concluye Pilar.
* Pilar Guerra estudió Psicología en la Universidad Complutense. Más tarde amplió sus estudios con un Máster en Psicoterapia Cognitiva, Conductual y Social en la Escuela Bertrand Russell. Está certificada como Coach Ejecutivo por la Escuela Europea de Coaching de Madrid y es diplomada en Coaching Ontológico por la Universidad del Desarrollo de Santiago de Chile.
Fuente: Leer Artículo Completo