Oxigenoterapia: tu aliado para lucir una piel luminosa
La contaminación medioambiental y digital, una mala alimentación y una rutina de belleza inadecuada reducen el nivel de oxígeno en nuestra piel hasta el punto de obstruirla y no dejarla respirar. El resultado es un rostro con falta de vitalidad, que presenta sequedad, rojeces e incluso grietas.
Cuando baja el nivel de oxígeno las células se degeneran y mueren. La oxigenoterapia, en cambio, aumenta el transporte de oxígeno, estimulando así la actividad celular, aumentando su potencial energético e impulsando su renovación. Y esto se nota en la piel, que enseguida muestra un aspecto más luminoso y saludable.
Esta terapia no invasiva –combina oxígeno puro con un cóctel a base de vitaminas, péptidos, aminoácidos y ácido hialurónico– utiliza un aerógrafo que va expulsando oxígeno para lograr un efecto relleno, jugoso y esponjoso de la epidermis. La oxigenoterapia facial nutre en profundidad e hidrata las pieles más secas, aumenta la elasticidad y suavidad de la piel, brinda efectos antioxidantes y ejercer un efecto lifting-tensor. También corrige y repara las líneas de expresión y signos del envejecimiento, combate la flacidezy los radicales libres, y mejora la apariencia de manchas, cicatrices, acné y rosácea.
Normalmente el protocolo en cabina comienza con una doble limpieza para preparar la piel y a continuación se realiza una exfoliación a medida para conseguir un extra de luminosidad y unificar el tono. Después se aplica un cóctel personalizado y se trabaja el rostro, cuello y escote con un aerógrafo que libera oxígeno puro al mismo tiempo que repara, aporta un extra de hidratación y estimula la producción de colágeno y la elastina. Por último se aplica un sellador que realiza un efecto lifting sobre las señales de envejecimiento y se extiende la crema que mejor vaya con cada tipo de piel.
Aunque los resultados (mejora de líneas de expresión y arrugas y eliminación de células muertas) se notan desde la primera sesión, se recomiendan seis sesiones, las tres primeras semanales, las dos siguientes cada 15 días y la última al mes. Después se recomienda un mantenimiento mensual.
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