Vitamina C, ácido glicólico, AHAs: todo lo que necesitas para recuperar la luminosidad de tu rostro

Tu piel lo aguanta casi todo: los madrugones, las horas de sueño que le roba la serie a la que estás enganchada, la alimentación a salto de mata entre semana, los excesos del fin de semana, la contaminación de tu ciudad… Pero paga un precio muy alto. Y lo puedes ver cada mañana en el espejo: a tu rostro le falta vitalidad, brillo y lustre. En su lugar hay una especie de velo grisáceo que te da una apariencia de agotamiento permanente y te echa años encima. La culpa la tienen los sospechosos habituales que hemos enumerado porque asfixian tu piel y le restan el oxígeno que los tejidos necesitan para funcionar. Ademas, todos contribuyen a que el proceso de regeneración natural se ralentice. Y eso significa que no consigue eliminar las células muertas y el material orgánico oxidado que se acumulan en su superficie. De eso está formado ese capa translúcida que no te deja brillar como te mereces. Líbrate de ella de una vez por todas.

Cambia de piel a dos velocidades

-Efecto inmediato. La clave de un rostro radiante es una superficie uniforme sobre la que se pueda reflejar bien la luz. Pero la acumulación de células muertas no solo entorpece la oxigenación de las capas mas profundas, también crea irregularidades en el exterior. El alisado que necesitas lo consigues con un peeling en profundidad.

Los exfoliantes de bolitas se suelen quedar cortos. Pero cuentas con un arsenal de ácidos capaces de disolver hasta la barrera más pertinaz de manera fulminante. Y, además de liberarla para que los activos que te apliques después funcionen mejor y penetren más, reactivan el proceso de regeneración natural de la piel. El ácido glicólico, el láctico, el mandélico, el azelaico y los alfa hidroxiácidos lo arrastran todo, pero pueden resultar irritantes en pieles sensibles y en concentraciones altas.

-Efecto progresivo. Si tienes una de esas pieles que se enerva con solo decir en alto la palabra ácido, tenemos buenas noticias: las nuevas formulaciones consiguen incluirlos en porcentajes muy manejables que reducen al mínimo los riesgos de irritación. Y lo hacen en texturas agradables, como las mascarillas o los geles-sorbete, que permiten aplicaciones cómodas y sin sobresaltos. Los efectos de luminosidad más notables se obtienen a medio plazo. Pero, como cuentan con activos que contrarrestan la deshidratación que produce el peeling, la sensación de repulpado y de mejora de la calidad de la piel es instantánea.

Confía en la vitamina C

Este poderoso antioxidante es el Santo Grial de la luminosidad. No solo la potencia hasta niveles increíbles y acaba de un plumazo con cutis verdosos y rostros apagados. También es capaz de retexturizar y reenergizar las pieles desvitalizadas, de regular los sistemas pigmentarios para reducir la apariencia de las manchas y de estimular la síntesis de colágeno para controlar firmeza y arrugas.

“En su forma más pura (el ácido ascórbico) es muy eficaz, pero también muy inestable. Se altera al contacto con el aire, la luz y el calor y puede convertirse en un agente oxidante que consigue el efecto contrario”, explica Tatiana Recuero, directora de Formación de Elizabeth Arden. Pero entre todas las formas de vitamina C hay una que minimiza los riesgos y obtiene todos los beneficios: el Tetrahexyldecyl Ascorbate o TDA. “Al ser un compuesto liposoluble, se fusiona a la perfección con los lípidos naturales de la piel. También tiene un alto nivel de permeabilidad, así que penetra con facilidad sin alterarse. Y ha demostrado ser hasta un 178% más potente que la vitamina C tradicional”, explica Tatiana. Por eso lo han elegido en Elizabeth Arden para formular su novísimo Serúm Vitamina C Ceramide Capsules.

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