40 años sin Federica de Grecia, la reina que moldeó a su hija Sofía y le cantaba las cuarenta a don Juan Carlos
Hace hoy cuarenta años, un par de semanas antes del 23-F, la reina Federica de Grecia murió en una clínica de Madrid durante una sencilla operación de cirugía estética. La madre de doña Sofía tenía 63 años y gozaba de buena salud, pero no sobrevivió al infarto de miocardio que le sobrevino durante la intervención. La reina no vivió lo bastante para ver cómo el fallido golpe de Tejero convertía a su yerno Juan Carlos en héroe de la joven democracia española y apuntalaba un reinado que hasta entonces se había enfrentado a muchos peros, una ironía teniendo en cuenta los sucesivos golpes militares que habían apartado a su familia del trono griego. Su legado, sin embargo, continuó vivo a través de doña Sofía, quien sin ella habría sido una reina muy distinta.
Tanto doña Sofía como quienes la conocen bien dicen que la reina emérita se parece más a su padre que a su madre. El rey Pablo de Grecia, según le describe la propia doña Sofía en el libro La Reina de Pilar Urbano, “era un hombre templado, mesurado, más apacible y sereno que la reina Federica, que era más dinámica y más activa”. Unas palabras que ciertamente encajan con la imagen pública de la reina Sofía, quien luego reconoce que tenía una personalidad más parecida a la de su padre que a la de su madre. “En mi vida y en mi forma de ser hay más influencia de él que de mi madre. Teníamos caracteres más afines”.
Fue Federica de Grecia, sin embargo, quien más influyó en doña Sofía como reina consorte. Así lo asegura en el mismo libro don Juan Carlos. “[La reina Sofía] sintió mucho que el rey Pablo no nos viera siendo ya reyes, porque él murió 11 años antes. Era una gran persona, una gran figura. Pero quien tuvo una enorme influencia en mi mujer fue la reina Federica”. Federica, sin ir más lejos, fue quien orquestó el matrimonio de los padres de Felipe VI, quienes además se conocieron a bordo del Agamenón, un crucero para "royals" organizado en 1954 por la entonces reina de Grecia.
Según le cuenta el rey a Pilar Urbano, Federica de Grecia se dio cuenta de que don Juan Carlos se había enamorado de doña Sofía en la boda de los duques de Kent, donde los reyes volvieron a coincidir en 1961, y viéndole tan interesado en ella se apresuró a invitar a la familia Borbón a pasar unas vacaciones en Corfú. La reina Federica marcó los tiempos del noviazgo de su hija (“Quiso forzarlo tanto que, chica, estuvimos a punto de que todo se rompiera”) y, cuando por fin logró que ambas familias formalizaran el compromiso de la pareja, se encargó de que doña Sofía tuviera una boda digna de la hija de reyes que era.
No así "Juanito", que nació siendo el nieto de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg cuando ya habían perdido el trono de España. “En vísperas de casarme tuve una bronca con mi suegra […] No tenía importancia, pero ella se subió a la parra y empezó a decirme: ‘Pero tú ¿qué te has creído? Tú no eres más que un chico, un chico de nada, que se casa con la hija de unos reyes’”, cuenta Juan Carlos. "Tuvimos nuestras agarradas. ¡Ya lo creo! Pero nos llevábamos muy bien, precisamente por eso: porque nos cantábamos las cuarenta. Ella a mí y yo a ella. Yo le decía las cosas claras. ¡Y ojo!, ¡Nos teníamos un respeto enorme!".
El libro de Pilar Urbano recoge algunos ejemplos de la manera en la que Federica de Grecia moldeó la imagen pública de su hija. Tal y como le cuenta doña Sofía a la periodista, fue su madre quien le enseñó a saludar “mirando a las personas a la cara, de modo que cada uno se sienta individualmente saludado”, mientras que la princesa Irene explica que a su hermana el gusto por la música clásica le viene de una versión casera del hilo musical que inventó Federica para que este tipo de música sonara en todas las habitaciones del palacio de Tatoi. “Del rey Pablo [doña Sofía] tiene el amor a la sabiduría, la serenidad y la bondad de corazón. De la reina Federica, la energía, la mente inquisitiva y el talante emprendedor”, dice en otro momento la princesa Irene.
Federica de Grecia, por otro lado, fue quien decidió enviar a su hija mayor al Schloss Salem, el internado alemán dirigido por su hermano Jorge Guillermo de Hannover en el que doña Sofía aprendió la estoica disciplina que la caracteriza. Gracias a su madre, la reina Sofía también se acostumbró desde pequeña a mostrarse solidaria durante las tragedias y a consolar a las víctimas y sus familias. Federica la llevaba a visitar las zonas afectadas por los terremotos que sacudieron Grecia en los años cincuenta o a los soldados que combatían en la frontera con Albania o Yugoslavia, acostumbrándola así a escenas como las que viviría como reina de España durante sus viajes de cooperación humanitaria o en los funerales de víctimas del terrorismo. “Mi madre quería que nos acostumbrásemos a vivir para los demás, a estar para los demás, ¡a ser para los demás!”, apunta doña Sofía en La reina.
El verano de 1969, doña Sofía telefoneó a su madre para darle una buena noticia: Franco había designado a su marido como su sucesor al frente de la Jefatura del Estado. Seis años después, don Juan Carlos fue proclamado rey de España y doña Sofía se convirtió en su reina consorte. Federica de Grecia vivía por aquel entonces exiliada en India, pero rechazó trasladarse con su hija al palacio de la Zarzuela y ni siquiera asistió a la proclamación de su yerno. Desde la muerte del rey Pablo en 1964, Federica tenía mala reputación y, según le explica doña Sofía a Pilar Urbano, temía que su fama de intrigante perjudicara al nuevo rey de España de la misma manera que sirvió para atacar al rey Constantino II cuando este heredó el trono de su padre.
“No quiso estar presente para que no empezaran a hablar de su influencia sobre el yerno, el joven rey Juan Carlos, con la misma ignorante crueldad con que lo dijeron del hijo, de mi hermano Tino […] Decían que le gustaban las intrigas, que manejaba los hilos por detrás. No era cierto. Tenía un carácter fuerte, era muy vivaz, muy inquieta, pero no mangoneaba en su hijo […] ¿Que era muy política? ¡Pues igual que yo! A mí me encanta la política. También lo podrían decir de mí si tuviera la desgracia de quedarme viuda y mi hijo Felipe reinase”.
Este último supuesto se cumpliría antes de la muerte de don Juan Carlos. En 2014, doña Sofía pasó de ser la reina consorte a la madre del nuevo monarca, una transición que, al contrario que Federica de Grecia, logró completar sin perder el apoyo popular. La popularidad de doña Sofía es tan contundente que ha resistido los escándalos de su marido, "exiliado" desde agosto de 2020 en Emiratos Árabes, aunque la reina emérita no se equivocaba al sospechar que habría quien la acusaría de ser tan intrigante como su madre.
En septiembre del año pasado, Corinna Larsen, ex ‘amiga entrañable’ de don Juan Carlos, la señaló como artífice de un supuesto golpe de estado interno para derrocar al antiguo rey y sentar a don Felipe en el trono porque sobre este tenía más influencia. Doña Sofía no entró al trapo y, un par de días después, se dio un baño de vítores en Málaga, a donde viajó para participar en la limpieza de residuos de una playa. Un “contraataque” que sin duda habría aplaudido la reina Federica.
“Nadie me ha dado jamás mejores consejos que mi madre: ‘No tengas rencor, aunque estés bien segura de que alguien te ha hecho mal: déjale, deja pasar el tiempo, dale ocasión de rectificar’; ‘Por nada del mundo quieras tener enemigos: y si ellos quieren serlo, tú no, Sofía, tú no.’”.
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