Agradecimientos reales: Isabel II pagó la hipoteca del hombre que salvó a la princesa Ana de ser secuestrada
Hay una medalla muy especial en todas las que ha concedido la reina de Inglaterra: la Medalla de Jorge que impuso en 1974 a Ron Russell, un boxeador de peso pesado, por zurrar a Ian Ball, un pobre diablo con problemas mentales. Que estaba intentando secuestrar a la princesa Ana a punta de pistola. Es una de las mejores historias royal de todos los tiempos, y tuvo final feliz pese a que unas cuatro personas resultasen heridas por arma de fuego. En parte gracias a los 193 centímetros con dos puños de Russell, que le soltó una buena castaña en la cabeza al secuestrador y le hizo huir, poco y mal.
El agradecimiento de la reina fue en forma de medalla al valor, sí, pero también vino acompañado de un agradecimiento muy especial: "La medalla te la da la reina, pero yo quiero darte las gracias como madre de Ana", le dijo Isabel II al condecorar a Russell. ¿Que cómo da las gracias la madre de Ana, reina y millonaria como es? Si nos atenemos a lo que Russell le ha contado al Mirror, pagándote la hipoteca. El boxeador, con problemas económicos, vivía en Strood, un pueblo a unos 45 kilómetros de Londres y, cuando la policía fue a entregarle la notificación de Downing Street y el telegrama de la princesa Ana dándole las gracias -objetos que también se subastan-, le preguntaron si la casa era suya y tenía cargas. Porque la reina, como agradecimiento y como ciudadana privada, iba a hacerse cargo de ellas.
Russell nunca había contado la historia hasta hoy, y desde palacio informaron al Mirror que era algo dentro del terreno de lo posible… Pero que sería "un asunto tan privado que la reina nunca habría buscado publicidad" y que "la reina habría pagado con su fortuna personal" (la misma que hoy se estima en cerca de 500 millones de euros). Otra cosa que Russell tampoco había revelado hasta hoy es que vivía al borde del desahucio, así que la generosidad de la reina le salvó de perder la casa, "que iba a entregar en dación".
De la historia, qué les vamos a contar que no hayamos hecho ya, si lo tuvo todo: el "ni de coña" de Ana al secuestrador; el intento de secuestro a escasos cientos de metros de Buckingham; el plan de rescate que incluía a la reina de Inglaterra entregando maletines con billetes muy pequeños; o el hecho de que la propia princesa afirmase después que estuvo a punto de perder la calma y entregarse a la violencia, aunque muy consciente de que si lo hacía le iban a pegar un tiro. Pero ahora existe una forma mucho mejor de redescubrir esa noche, y la tiene el propio Russell entre manos.
Russell es hoy un hombre anciano, con achaques y preocupación por el futuro, así que ha decidido poner la medalla que le dio la reina a la venta. En una subasta que se espera que alcance los 41.000 euros, con los que espera dejar pagado su funeral, y en la que sólo pide una cosa, que a nosotros nos suena más a un regalo para el comprador. Que quien adquiera la medalla quede con el propio Russell para que él les cuente en persona cómo fue esa noche de balas y princesas y secuestros frustrados y puñetazos digna de una medalla y una hipoteca al valor.
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