Al final sí: Isabel II y Felipe de Edimburgo aterrizan en Balmoral (acompañados de sus perros dorgis)

Tales son las precauciones que se han tomado para proteger a la reina Isabel II y a su marido, Felipe de Edimburgo, frente al coronavirus, que ambos han permanecido en el castillo de Windsor desde que se trasladaron a él cuando estalló la pandemia. Incluso la boda de la princesa Beatriz se ha organizado en torno a ellos. La hija mayor del príncipe Andrés tenía tanta ilusión por casarse con Edoardo Mapelli Mozzi que no les ha importado hacerlo en plena pandemia. La ceremonia, que en un inicio iba a contar con cientos de invitados, quedó reducida a un romántico y privado evento familiar en el que los medios británicos estiman que hubo unas 20 personas. El lugar inicial de celebración era Londres, en concreto la capilla del palacio de St. James y los jardines del palacio de Buckingham, pero fue sustituido por el castillo de Windsor. Así, la seguridad estaba garantizada para Isabel y Felipe, las personas más vulnerables de la familia frente al virus. Seguro que tampoco faltaron los test a los invitados.

Cuando no han pasado ni 3 semanas del sorprendente enlace y los medios aún siguen informando sobre detalles que se van conociendo sobre el mismo, Isabel II ha decidido que es momento de cambiar de aires. En un principio, se temía que la monarca no llegara a realizar su viaje anual al castillo de Balmoral como consecuencia de la pandemia. Sin embargo, el control de la misma en Escocia y el avance favorable de la situación han sido claves para que el palacio considerara la opción de realizar el viaje.

A pesar de que se ha retrasado más que otros años, reina y duque acaban de aterrizar, acompañados por sus dos dorgis, en tierras escocesas. La pareja ha realizado el viaje en avión, a pesar de que en principio se esperaba que lo hicieran en helicóptero. Aunque nunca deja de trabajar ni de leer los informes que le llegan en su famosa ‘caja roja’, Isabel II suele permanecer en su retiro vacacional durante unos 3 meses.

La forma en la que el matrimonio real ha sido recibido dista mucho de cómo sucede normalmente otros años. Esta vez no ha habido ni rastro del saludo a la guardia de honor ni tampoco se celebrarán los picnics, bailes o fiestas de tiro con numerosos amigos que normalmente tienen lugar para entretener a los royals. Las vacaciones se esperan mucho más tranquilas que de costumbre, pero al menos la corte de Isabel ha podido cambiar de escenario.

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