Boris Izaguirre elige los ‘looks’ más memorables de Diana

Diana de Gales convirtió su estilo en un reino que duró 17 años. Una etapa que no deja de enseñarnos lecciones acerca de los retorcidos límites y de las flexibles fronteras entre el poder y la fama. La manipulación y el estilo. Diana de Gales no llegó a ser reina, pero logró erigirse en un Maquiavelo moderno que, al descubrirse atrapada en un mundo donde no podía hablar libremente, transformó su vestuario en una intrincada colección de armaduras para convertir su vida en una cruzada. Su Santo Grial, ella misma.

1 EL DEBUT ANTE LA PRENSA

Su primera coraza fue una falda de algodón blanco que transparentaba inadvertidamente su figura y permitía ver un par de piernas francamente hermosas y saludables. Una imagen inocente que, sospechamos, fue bastante premeditada. Ya llevaba el peinado que caracterizaría su estilo y el icónico reloj Tank de Cartier. El auténtico blindaje, el que no variaría. Veinte años después de su muerte, constatamos que Diana de Gales siempre tuvo claro que iba a ser Diana de Gales.

2 LA PEDIDA DE MANO

Para anunciar su compromiso, escogió un tailleur estricto en un intenso color azul. La espada mágica fue sustituida por el zafiro de su anillo que hoy luce la duquesa de Cambridge, esposa de su hijo Guillermo. El cabello sufrió una ligera modificación: procedía de una peluquería más cara. Con la elección del vestido, Diana entendía que su matrimonio iba a ser tan público como privado. Y que se convertiría en una larga batalla.

3 EL PRIMER ACTO SOCIAL COMO PROMETIDA

La defensa, con palabra de honor. Diana llegó al Royal Opera House, a un recital con la princesa Gracia de Mónaco, protegida por las capas de su vestido negro —el color tabú entre la realeza— de David y Elizabeth Emanuel. Al emerger de la limusina, su postura centró toda la atención en su escote. El traje suscitó una fuerte polémica que la hizo aún más famosa. “Solo vengo a decirte que, a partir de ahora, se pondrá peor”, le advirtió Gracia al saludarla.

4 EL VESTIDO DE NOVIA

La armadura más famosa, también diseño de los Emanuel. Lujo y poder tejidos en casi un kilómetro de crinolinas y volantes de seda blanca. Durante una época, el mundo y la propia Diana lo consideraron “embarazoso”. El día de su boda oficializaba el inicio de su cruzada. Su enlace iba a ofrecer una imagen de optimismo y lujo que la Inglaterra de Margaret Thatcher necesitaba mostrar al exterior. Diana no fue sacrificada a la catedral de St. Paul, pero sí permitió al liberalismo galopante ofrecer su rostro más amable.

5 EL TRAJE DE BAILE

Este vestido verde agua, con un hombro desnudo, es su armazón más personal. Lo llevó en un viaje a Australia. Tiene un punto disco y otro clase media. Lo combinó con el choker de esmeraldas de la reina Mary a modo de diadema. Diana sufriría mucho como esposa de Carlos de Inglaterra. Intentaría suicidarse en varios episodios truculentos. Este vestido constituye otra de sus armas para manejarse dentro de su propia fama: puedes mostrar un hombro, pero nunca debilidad.

6 EN LA CASA BLANCA

Una de sus armaduras más reconocidas, diseño de Victor Edelstein. Lo usó para la cena de gala en la Casa Blanca que los Reagan ofrecieron en su honor. Diana pidió bailar con John Travolta y generó una de las imágenes más celebres de sí misma. Esa noche, conquistó América y le enseñó a su marido, quien no la amaba, que todos los falsos príncipes del mundo, como el mismísimo Tony Manero, se derretían por ella.

7 EN SANDRINGHAM

Diana estableció una colaboración muy fructífera con la diseñadora Catherine Walker. Entre las dos sentaron los cimientos del vestuario de las royals venideras. He aquí el auténtico legado de Lady Di. Parece un tema baladí, pero con ella nada lo era. El estampado vichy de este sastre, con el que asistió a unos servicios religiosos en Sandringham, es una provocación: combina el rojo y el negro, los colores del amor y la muerte. Y lo hace desde el sombrero hasta las puntas de los zapatos.

8 EL ‘LOOK’ DE LA VENGANZA

Las piernas que transparentó aquella falda de algodón son ahora más fuertes. El pelo parece tener alas, o motor. Con este traje de la griega Christina Stambolian, Diana sintetizó todo su poder. Lo lució en una fiesta de Vanity Fair la noche en la que Carlos habló en televisión sobre su fracaso matrimonial. Ella ya les había ganado la batalla a él y a su familia política. Lamentablemente, lo disfrutaría poco.

Artículo publicado originalmente el 30 de agosto de 2017.

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