Boris Jonhson, ¿su novia será su última amante?
«Es un bastardo egoísta». Lara (26 años), la hija mayor de Boris Johnson, no tiene dudas sobre a quién culpar del dramático divorcio de sus padres tras 25 años de matrimonio. Él es el adúltero, el embustero que ha destrozado la vida de su madre, la abogada británica Marina Wheeler. Así lo transmite a su entorno, incluso con palabras más gruesas, desde que se enteró de que la que fuera amante de papá se convertirá en los próximos meses en su tercera esposa y madre de su sexto hijo. Los tres hermanos de Lara, Milo (24), Cassia (22) y Theodore (20), han elegido el mismo bando: no quieren saber nada de su padre.
La vida privada del primer ministro del Reino Unido (55 años) se ha transformado en un vodevil con papeles bien definidos: un villano promiscuo, una joven seducida por el poder y una víctima que soportó las traiciones de su pareja hasta que ya no pudo soportar más humillaciones.
El tercer vértice del triángulo, Carrie Symonds (31), que hasta que se conoció el affaire fue directora de Comunicación del Partido Conservador, al que él pertenece, se convirtió en 2018 en la quinta amante conocida del voraz Boris. Cuando Marina supo de ella, intentaba superar un cáncer de cuello de útero que le ha dejado las cicatrices de dos operaciones, aunque ninguna tan profunda como la constatación de que su marido hacía tiempo que no la quería. Esta vez él no pidió perdón, se limitó a decir adiós.
En su defensa, Johnson podría alegar que Marina siempre supo de su tendencia poliamorosa. De hecho, ella fue la causa del primer divorcio del político británico. Allegra Mostyn-Owen, una compañera de universidad en Oxford, llevaba casada con él seis años cuando descubrió que Marina había entrado en su vida. Para Allegra, una amante fue más que suficiente. En mayo de 1993, solo 12 días después de que un juez legalizara la separación, Boris y Marina se casaban, y cinco semanas más tarde nacía Lara.
Catálogo de debilidades
Cuando Theodore, el hijo pequeño, estaba en camino, seis años después de la boda, el diario ‘The Mail on Sunday’ revelaba que Johnson mantenía una relación con Petronella Wyatt, hija de un amigo cercano de Margaret Thatcher. El asunto recibió bastante atención de los medios ya que por entonces Johnson era una figura emergente dentro del Partido Conservador.
Él negó la información y amenazó con demandas, hasta que la propia Petronella reconoció el vínculo y reveló que había sufrido un aborto del hijo que esperaban. Marina levantó la cabeza, se tragó el orgullo y decidió creer que su marido había comprendido que su verdadero amor era su familia.
No habían pasado ni dos años cuando la periodista Anna Fazackerley la sacó de su error. Segunda conquista extramatrimonial y esta también aireada por los medios. Marina le echó de casa, pero solo durante el corto tiempo en que Johnson logró convencerla de nuevo de que lograría combatir esa debilidad de carácter que le lanzaba a los brazos de otras mujeres.
La experta en arte Helen Macintyre fue la siguiente en ese catálogo de debilidades. Con ella tuvo un hijo en 2009, según reveló al año siguiente el diario ‘Daily Mail’. Este otro culebrón, agravado por la paternidad inesperada, repitió el guión de los anteriores: Marina le ponía las maletas en la calle, él mostraba arrepentimiento y ella, finalmente, complacencia.
Quizá ya se acumulaban demasiadas absoluciones como para no pensar en un acuerdo de pareja en el que quedaba excluida la fidelidad. Su aventura posterior con la exbailarina y empresaria estadounidense Jennifer Arcuri apuntalaría esa suposición.
Solo Carrie Symonds ha acabado con lo que ya era una rutina matrimonial para convertir al premier británico en un alegre divorciado. Mientras se negociaban los términos de la separación, Carrie y Boris no han escondido su noviazgo, ni tampoco sus peleas de enamorados, como la que llevó a la policía hasta la puerta de la casa de Carrie, alertada por un vecino al escuchar gritos, insultos y el estrépito de la vajilla estrellándose en las paredes. Menudencias exageradas con intencionalidad política, según explicó él.
Once días después de que el juez ratificara el acuerdo de divorcio por el que Marina recibirá unos 4,6 millones de euros, la nueva pareja anunciaba que se había comprometido y que esperaban un niño que llegará hacia finales de la primavera.
Según parece, han decidido vivir en el 11 de Downing Street, una casa con cuatro habitaciones y más espacio para el hijo que llega, anexa a la del número 10, residencia oficial del primer ministro, que solo dispone de dos dormitorios. Las casas de apuestas ya especulan sobre el nombre del bebé, aunque en las redes sociales se ha sugerido una apuesta con más morbo: ¿hasta cuándo le durará al voraz Boris su compromiso de fidelidad?
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