Claudia Schiffer, supermodelo a los 50: "Comparada con las otras tops, era la más rara"

Es irónico, pero Claudia Schiffer (Rheinberg, 1970) nunca soñó con ser famosa. La mujer que puso rostro a la moda de la década de los 90 siempre tuvo claro que su única ambición laboral iba más allá de la fatua vanidad de la industria. “Solo quería ser la mejor en mi trabajo”, confiesa a Mujerhoy. Lo podría haber logrado como abogada por ejemplo, carrera que abandonó cuando fue descubierta a los 17 años para colocarse en el centro del objetivo público como figura imprescindible de las pasarelas internacionales.

Es fundamental aprender a querer tus imperfecciones, porque son lo que te hacen ser como eres».

Directa y pragmática, Claudia fue la menos escandalosa del grupo de las supermodelos, actuando con escrupulosa profesionalidad en un entorno donde las fiestas y los excesos formaban parte del guión. “Comparada con las otras chicas, yo era la más rara, la que menos hablaba en las sesiones, la que se marchaba a casa cuando todos se iban de fiesta… Quizás les parecía arrogante, pero nada más lejos de la realidad”, explica. Esta modestia la llevó incluso a negarse a participar en el famoso videoclip de George Michael Freedom! ‘90 o rechazar el ofrecimiento de Hermès para bautizar un bolso con su nombre.

Con los 50 recién cumplidos, este 25 de agosto, y con tres décadas a sus espaldas como uno de los iconos de la moda contemporánea, Claudia ha sabido construir una sólida marca personal a base de autoexigencia y constancia. Casada desde 2002 con el director de cine británico Matthew Vaughn, con el que tiene tres hijos a los que mantiene en el más estricto anonimato, la modelo vive en una casa de campo de los Cotswolds ingleses.

Desde allí sigue desarrollando proyectos junto a firmas de moda, es imagen de campañas como la del reloj J12 de Chanel, ejerce de diseñadora y consultora creativa, y colabora con marcas de decoración, una de sus mayores pasiones. Incluso ha ejercido como productora cinematográfica en películas como Rocketman o Kingsman. La experiencia es, sin duda, un grado para Claudia Schiffer, que en su espléndida madurez, dirige con mano firme su éxito.

Mujerhoy Tras más de 30 años siendo una de las modelos más famosas del mundo, ¿que es lo más importante que ha aprendido?

Claudia Schiffer Que siempre debo seguir mis instintos, pase lo que pase. Nada es más importante que tomar decisiones atendiendo a lo que te dice el corazón, sin dejarte llevar por opiniones de fuera.

M.H. ¿Cómo se puede evitar perder la cabeza en esta industria?

C. Schiffer Hay que disfrutar de cada momento, porque con la experiencia viene también la confianza. También tienes que aprender de tus errores y no dejar de evolucionar, de crecer. No hay que compararse con nadie, porque ninguno de nosotros es perfecto; cada persona es diferente y ahí radica el éxito de una modelo. Es fundamental aprender a querer tus imperfecciones, son lo que te hacen ser como eres. Simplemente, hay que concentrarse en ser feliz y llevar una vida sana.

¡Parecíamos estrellas de rock! Teníamos guardaespaldas en cada desfile y vigilaban nuestra ropa interior porque a menudo me la robaban en el backstage».

M.H. ¿Cuál diría que fue el elemento distintivo que convirtió a mujeres como usted, Naomi Campbell, Linda Evangelista, Christy Turlington o Kate Moss en supermodelos que aún en la actualidad resultan emblemáticas?

C. Schiffer En la década de los 80 me enamoré de la moda, pero fue en los 90 cuando de verdad aprendí cómo funcionaba la industria. Fue una época muy intensa a nivel personal, además de un momento increíble para la moda en general que nunca antes se había visto. Se produjeron una serie de cambios muy profundos en los que la música, la moda y el arte empezaron a converger. Todo esto fue antes de que se produjera la revolución digital, y las novedades permanecían semanas en las portadas de los medios. Todos los días eran una auténtica locura… ¡Parecíamos estrellas de rock! No podíamos llegar hasta el coche sin que el personal de seguridad nos hiciera un pasillo. Teníamos guardaespaldas en cada desfile, hasta el punto de que incluso tenían que vigilar nuestra ropa interior porque, a menudo, cuando volvía al backstage después de desfilar, alguien me la había robado. Estábamos en las portadas de todas las revistas y protagonizábamos todas las campañas. Aunque podía parecer que había una gran competitividad, siempre hubo un gran espíritu de camaradería entre nosotras. Cuidábamos las unas de las otras y nunca teníamos miedo de expresar nuestra opinión; lo hablábamos todo sin tapujos. Si cualquiera de nosotras tenía una mala experiencia o la trataban injustamente, nos encargábamos de llamar a todo el mundo y decirles: “Mira lo que ha pasado”. Nuestra filosofía era: “Entre todas tenemos poder y debemos usarlo para combatir las injusticias y los abusos”. Y logramos que las cosas cambiaran. Cada vez que veo a alguna de las chicas es como si el tiempo no hubiera pasado.

M.H. De un tiempo a esta parte, ha desarrollado su carrera en una dirección diferente, con colaboraciones con firma de moda y marcas de decoración. ¿Qué tiene en cuenta a la hora de construir una marca a partir de su imagen personal?

C. Schiffer Las colaboraciones de diseño con marcas de moda me parecían un paso natural en mi evolución profesional. Lo mas importante para mí es encontrar colaboradores y desarrollar colecciones con creativos a los que admire y con los que comparta unos gustos y un enfoque del diseño similares. Además, me gusta mucho el proceso creativo de diseñar, desde el muro de inspiración hasta el desfile. Por ejemplo, observar esas referencias que pueden ser de la moda o del arte, y decidir cómo de literal o abstracta puede ser la forma de plasmarlo en una prenda. Mi colaboración de moda más reciente ha sido con la firma británica Étre Cécile, en una colección que se inspira en la estética francesa de los años 60 y 70 y en ese aire desenfadado y elegante de mujeres icónicas como Jane Birkin y Sylvie Vartan, que estará a la venta en septiembre. También he trabajado en una colección de vajillas y cerámicas para las firmas portuguesas Vista Alegre y Bordallo Pinheiro. Nací y me crié en la ciudad alemana de Rheinberg, un lugar en el que la naturaleza siempre ha estado muy presente, por eso a menudo me inspiro en elementos como mariposas o nubes. Así que, para dar forma a los jarrones de Vista Alegre por ejemplo, elegí colores naturalistas que lograsen transmitir esa sensación de llevar la naturaleza al salón de casa.

M.H. ¿Tiene alguna sorpresa reservada para su 50 cumpleaños?

C. Schiffer Ha sido muy ilusionante saber que muchas firmas de moda, a las que además me une una relación profesional y personal, han decidido lanzar ediciones limitadas de piezas únicas para celebrar una fecha tan especial. Entre ellas destacan Aquazzura, Balmain, Dolce & Gabbana, Isabel Marant, Versace y hasta Barbie. En algún punto de mi carrera, todas ellas han sido muy especiales para mí y, a través de esas experiencias juntos, sé que compartimos ideales tanto de estilo y gusto como sobre la filosofía de envejecer. La iniciativa es destinar los beneficios de las ventas a proyectos humanitarios de Unicef y otras campañas de las que soy embajadora en Reino Unido, como la de la fundación Heads Together, que trabaja a favor de la salud mental, o Humanitas Ricerca.

M.H. ¿Hay algún proyecto de cara al futuro que nos pueda adelantar?

C. Schiffer Mi principal preocupación ahora mismo es mantener a mi familia sana durante esta agitada época que estamos viviendo. Por otro lado, estoy comisionando una exposición de fotografía de moda de los años 90 en el museo Kunstpalast de Düsseldorf, que se inaugurará en marzo de 2021 y que incluirá la obra de fotógrafos como Helmut Newton o Herb Ritts. Es un proyecto que me ilusiona especialmente, porque tuve la suerte de poder trabajar con muchos de ellos.

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