Confidencias: fama de mujeriegos
A muchos les ha sorprendido el predivorcio de Paloma Cuevas y Enrique Ponce. A pesar de que llevaba meses circulando rumores de un distanciamiento de la pareja, querían hacernos creer que 24 años de matrimonio podían más que los cotilleos en los ruedos.
Pero al final, la verdad sale a la luz y la revista ‘Semana’ ha sido muy valiente al publicar el capítulo final de un culebrón que ahora quieren alargar. Ambos saben que tanto si han ido al abogado como no, lo suyo tiene fecha de caducidad. Paloma se ha desahogado con las amigas como lo haría cualquiera que sabe o sospecha que su marido le puede estar siendo infiel.
Pero ante la avalancha mediática de la noticia, la pareja ha preferido suavizar la presión disfrazándolo de cese temporal de la convivencia, como hicieron en su día la Infanta Elena y Marichalar o su amiga Carolina Herrera Jr. y el Litri, que tardaron en reconocer lo que era obvio y ambos han rehecho sus vidas ya sin necesidad de ocultar la verdad ni hacer de la ruptura un drama. Parece que el torero de Chiva también se habría fijado en una joven estudiante de Derecho, jinete y amante de los toros. Muy guapa, por cierto.
Y es que, hasta ahora la fama de mujeriegos parece que la tenían solo los cantantes, pero por lo que se ve, los toreros les llevan agua. Hace unos meses, también se intentó desestabilizar el matrimonio de Cayetano y Eva González, a golpe de imágenes y mensajes secretos que ella parece que perdonó para evitar un desastre mayor. Aunque dicen que no aguantaría otra embestida. La tercera en discordia está despechada y sigue queriendo hablar, pero a golpe de talonario.
Ni que decir, las continuas infidelidades que han rodeado siempre al matrimonio Jesulín y Campanario. Atrás quedaron esas imágenes de mujeres abarrotando la plaza y lanzándole ropa interior o sentándose en programas para contar sus escarceos. Y eso que María José me confesó una vez que ella mandaba a su marido ‘arreglado’ a la plaza, para evitar tentaciones. Parece que esa época ya pasó y que al de Ubrique esos deslices le han dado más dolor de cabeza que placer. Por no hablar de la difunta Lucía Bosé, que no tenía reparos en hablar de su cornamenta, la que su marido Luis Miguel Dominguín le puso durante años, hasta que un día se separó. Hay parejas que perdonan la infidelidad, pero la falta de confianza y no poder borrar lo sucedido acaban pasando factura. Eso y que los infieles suelen ser reincidentes.
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