El caso de los presentadores prepotentes: ¿por qué la televisión convierte a sus estrellas en insoportables?
Tras unas semanas de acusaciones y escándalo general, Ellen DeGeneres ha terminado presentando su dimisión al canal NBC, donde presentaba el popular programa «The Ellen DeGeneres Show», multipremiado y al que han acudido desde Barack Obama a todas las Kardashian. Se trata de una renuncia histórica que podría indicar que la investigación interna que suscitaron los relatos de abuso y acoso de su equipo son ciertos: abusos sexuales, comportamientos racistas, represalias laborales por motivos médicos, intimidaciones… Un ambiente de trabajo totalmente tóxico, que incluía la prohibición de hablar directamente con ella a prácticamente todo el equipo. Su trato a los profesionales que sacaban adelante su programa de televisión quedó patente durante el confinamiento: dejó de pagarles durante el parón y contrató a unos eventuales a bajo coste para grabar un programa alternativo desde su casa. DeGeneres estaba cobrando unos 50 millones de dólares anuales de la NBC.
Está claro que la presión por alcanzar la máxima audiencia en televisión y los beneficios millonarios de lograrlo puede sacar lo peor de los presentadores y directores de los programas.En España, muchas estrellas de la televisión han tenido fama de difíciles: Pepe Navarro, Terelu Campos, Isabel Gemio, Javier Cárdenas o Javier Sardá fueron tachados, al menos, de complicados. El único que ha reconocido verse afectado por la fama ha sido Jorge Javier Vázquez, emperador de Mediaset. «Cuando empecé a trabajar en esto, creía que la opinión del público no me importaba, que por encima de todo estaba yo. No escuchaba. Ahora creo que era por inseguridad. Transformé esa inseguridad en prepotencia«, confesó en 2019. «Nuestro oficio tiene mucho de esquizofrénico: trabajas para que la gente te vea y, luego, tienes que ideártelas para intentar vivir al margen de todo lo que conlleva la popularidad porque si no corres el riesgo de que se te vaya la olla», explicó en su blog.
Adriana Kaplan, coach de muchas estrellas de televisión, considera que Jorge Javier Vázquez, Jordi González (sustituido por Sonsoles Ónega en Supervivientes en un movimiento que dio que hablar) y Jesús Vázquez «están en un punto muy delicado, rozando la prepotencia, a punto de distanciarse de su audiencia». De hecho, confirma que este tipo de estrellas necesita sí o sí la figura de un coach «porque nadie se atreve a decirles qué hacen mal y un entrenador es la única persona que les puede decir la verdad sin temor a que le despidan». El caso de Risto Mejide, abiertamente prepotente como personaje televisivo, podría ser distinto: una ficción para abrirse hueco en la salvaje competencia por estar en la tele. Ha tenido, sin embargo, consecuencias sangrientamente reales: en una ocasión le tiraron una botella a la cabeza y le abrieron una brecha.
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