El dolor de Javier Sardá, hermano de Rosa María, en su duro adiós
Rosa María Sardá nos ha dejado. La actriz y presentadora moría ayer en Barcelona, víctima de un cáncer sobre el que ella misma se sinceró en una entrevista con Jordi Évole a finales de abril. Una conversación en la manifestaba que ella tenía más que claro que es una enfermedad contra la que se lucha, pero que siempre te gana (la vida de los hermanos Sardá, marcada por la tragedia).
Rosa María deja solo a Javier. Su hermano, pero también alguien con quien tenía una conexión muy especial. No era para menos. La madre de los hermanos Sardá, Matilde Tàmaro, cuando él tenía 9 años y Juan, el menor de todos y fallecido hace décadas enfermo de sida, era aún menor. A ella le tocó cargar con la responsabilidad de ejercer de figura materna en casa.
Ayer por la tarde, Javier acudía al tanatorio Sancho de Ávila, en la capital catalana. Roto de dolor por tener que despedirse de quien ha sido fundamental en su vida, llegaba de la mano de su mujer, Ana Gutiérrez. Y si bien es cierto que en estos tiempos con los que lidiamos la mascarilla oculta muchos rasgos de expresión esenciales para conocer los sentimientos, el desgarro era más que palpable a través de una simple foto.
No fue capaz ni de hablar con la prensa que esperaba a las puertas del tanatorio. Un balbuceante gracias a los medios que le daban el pésame tras este mazazo que supone para él la marcha de su hermana. Una figura única y multidiscipinar, como enfatizaron Boris Izaguirre y Carlos Latre, que acudieron juntos al velatorio.
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