Fallece Joel Schumacher, el director que mejor domó a las estrellas de cine de los 90

Hollywood hoy vuelve a decir adiós a uno de sus grandes directores. Joel Schumacher, nombre clave para entender el cine de los 90, acaba de fallecer según confirman varios medios estadounidenses. Tenía 80 años y con su fallecimiento perdemos a uno de esos realizadores que, sin ser especialmente alabado por la crítica, convirtió el blockbuster al servicio de las estrellas del momento en un género eficiente que enseñó a amar al cine a millones de adolescentes en todo el mundo.

Aunque llevaba tiempo retirado de la industria por culpa de un cáncer, y aunque en sus últimos años su trabajo estuvo casi siempre ligado a la televisión dirigiendo varios capítulos de House of Cards; a lo largo de su dilatada carrera Schumacher demostró varias veces ser ese artesano perfecto al que los grandes estudios siempre recurrían cuando tenían entre manos un proyecto pensado para el lucimiento de ídolos como [Julia Roberts, con la que trabajó varias veces](https://www.revistavanityfair.es/sociedad/celebrities/articulos/julia-roberts-carrera-10-minutos-james-corden/26537).

Una capacidad para cumplir los planes de rodaje sin dejar que los caprichos de los actores o su propio ego como creador retrasaran la producción de la que hizo gala desde sus primeros trabajos como director en los 80. Una década en la que precisamente entregó una de las comedias juveniles más oscuras que se recuerdan, Jóvenes Ocultos (1987), sobre un grupo de siniestros vampiros moteros y protagonizada por ídolos del momento como Jason Patric, Corey Haim y Kiefer Sutherland.

De hecho, fue gracias a esta cinta cuando los estudios comenzaron a encargarles thrillers que el convertía en pequeñas obras maestras del género. El primero, Línea mortal (1990), donde una Julia Roberts a punto de convertirse en la novia de Ámérica gracias a Pretty Woman experimentaba sobre con la muerte y la resurrección. Y tan contenta quedó con la experiencia que volvió a ponerse a sus órdenes en Elegir un amor (1991), drama romántico sobre una mujer enamorada de un enfermo terminal que, por supuesto, reventó la taquilla.

No fue la única vez. Con títulos como El cliente (1994), Un día de furia (1993) u 8 milímetros (1999) certificó no solo tener la visión acertada para trasladar al cine novelas de maestros del thriller como John Grisham; sino también su mano especial para trabajar sin conflictos con estrellas de difícil fama en los rodajes como Nicholas Cage, Michael Douglas o Tommy Lee Jones.

Aunque también a él le debemos el descubrimiento de nombres que después se convertirían en grandes estrellas como Matthew Maconaughey, cuyo debut Tiempo de matar (1996) estaba dirigido por un Schumacher que nunca alcanzaría tanta fama como cuando le encargaron dirigir las películas de Batman después de que Tim Burton abandonara el barco.

Un regalo envenenado que el degustó sin problemas tras decidir abandonar el tono oscuro que Burton había dado a las dos primeras entregas de la saga.Sus películas de Batman no solo iban a cambiar de actor, sino que también se iban a abrazar sin complejos el lenguaje de tebeo más extremo.

De hecho, a Schumacher debemos logros como que George Clooney se convirtiera en el primer hombre murciélago con pezones y abdominales marcados en la armadura, que Arnold Schwarzenegger cobrara un pastizal por interpretar a un villano sin apenas frases o que Jim Carrey pareciera nacido para interpretar a Enigma. Por desgracia, el público entonces no entendió su propuesta, aunque hoy son vistas como verdaderos clásicos. O mejor dicho, rarezas más que disfrutables en esta franquicia.

Rarezas como la que fue el propio Joel Schumacher en Hollywood. Hoy es prácticamente imposibe de encontrar directors como él trabajando en la industria. Que en paz descanse.

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