Isabel Pantoja se desahoga con Jorge Javier Vázquez: lo que peor lleva del aislamiento
Durante las casi tres semanas oficiales que ya dura este confinamiento, no sabíamos nada de Isabel Pantoja. Al menos, nada que hubiese salido de su boda. Porque su nuera, Irene Rosales, sí había detallado en ‘Viva la vida’ que la tonadillera había cerrado Cantora a cal y canto y que permanecía allí con su madre, doña Ana, que arrastra graves problemas de salud desde hace años.
Ayer por la tarde, Jorge Javier Vázquez consiguió que entrara, muy pocos minutos, en conversación telefónica con ‘Salvame’. Isabel dio unas pinceladas de cómo está siendo el encierro y sus sentimientos ante esta situación, en unas declaraciones que fueron, por encima de todo, un desahogo para ella con un buen amigo como el presentador como confidente.
«Como todo el mundo, en casa, y esperando a que pase esta pesadilla y muy triste porque esto no es lógico, no es normal», respondía en esa llamada sorpresa de Jorge Javier a la primera pregunta lógica de cómo estaba. «Tanta gente fallecida, tanta gente contagiada… y muy asustada, la verdad«, añadía con ese tono de dramatismo que nunca falta en ella, ni en sus actuaciones ni en sus apariciones televisivas.
«Mis hijos cada uno en su casa y mi familia, pues todos, cada uno en un sitio. Y quieras o no, superpreocupada porque esto cada vez va a más y yo lo único que deseo es que acabe este mal sueño y que todo el mundo se ponga bien, que no haya más fallecimientos ni más gente contagiada porque esto es horroroso«, proseguía la Pantoja. «No puedes ver a tus seres queridos, solo por teléfono, no puedes abrazarlos…», se lamentaba antes de pronunciar la frase más alarmante de todo su discurso: «Yo estoy muy mal, no tengo ganas de nada».
Yo estoy muy mal, no tengo ganas de nada»
«A mí, estar en mi casa, me gusta, y si todo esto es para bien, no me importa, pero me cuesta mucho más trabajo porque te sientes impotente. No puedes ver a tus seres queridos, solamente por teléfono. No los puedes besar o abrazar», decía Isabel, que ha querido estar sola con doña Ana por precaución, par protegerla al máximo de este virus que se está llevado a tanta gente mayor.
Y lo que peor lleva de toda esta situación, sin duda, es «no poder dar el pésame a mi gente que ha perdido ya a algún ser querido, solo he podido hablar por teléfono, y lo estoy sintiendo muchísimo». Unas palabras que llegaban poco antes de que cortase la conexión por gajes de la tecnología: «Se me acaba la batería, porque desde que me levanto estoy hablando con mi gente, mis amigos y lo tengo todo el día cargando».
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